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La inmigración en España: ¿solución o problema? - Un análisis crítico de sus causas y consecuencias

martes 15 de julio de 2025, 13:39h

La inmigración ha sido un fenómeno consustancial a la historia de España. Durante siglos, los españoles han emigrado en busca de oportunidades en América o los jornaleros y jornaleras que con maletas de cartón y huyendo del hambre y/o la persecución de Franco llegaron a Francia, Alemania, Suiza, hasta los jóvenes cualificados que hoy abandonan un país desindustrializado y saqueado por sus élites. Sin embargo, mientras España exporta talento, importa mano de obra barata en un sistema económico que beneficia a una minoría rentista y esclavista a la vez que permite acabar “pacíficamente” con los servicios públicos. Este artículo analiza cómo la inmigración, lejos de ser un debate neutral, está condicionada por intereses geopolíticos, económicos y una izquierda institucional desconectada de la clase trabajadora.

  1. España, un país de emigrantes (pero también de inmigrantes)

España sigue siendo un país de emigración. Miles de jóvenes con estudios superiores se ven obligados a marcharse ante la falta de oportunidades en un mercado laboral precarizado y una economía subordinada a los intereses de la Unión Europea, especialmente Alemania. La desindustrialización no fue un accidente, sino una política deliberada que convirtió a España en un apéndice turístico y de servicios.

Paralelamente, el sistema sanitario público —antes ejemplar— ha sido desmantelado por recortes y privatizaciones, mientras se exportan médicos y enfermeras a otros países, aunque aquí faltan miles de ellas y ellos. Esta contradicción no es casual: responde a un modelo que prioriza los beneficios de las grandes empresas sobre las necesidades de la población.

  1. La inmigración como negocio: el papel de Marruecos y la UE

Apenas 13 kilómetros separan de España el Reino de Marruecos ejerciendo este un doble juego:

- Exportación de mano de obra barata: Marruecos aprovecha la demanda de trabajadores precarios por parte de la patronal española, enviando población excedente mientras su élite (enriquecida con apoyo de la UE, Israel y EEUU) consolida su poder.

- Chantaje geopolítico: El régimen marroquí regula los flujos migratorios desde África, usando a los inmigrantes como moneda de cambio para obtener concesiones económicas y políticas de España y la UE.

Este negocio no beneficia ni a los marroquíes pobres ni a los españoles de a pie, sino a una red de intereses que incluye a empresarios, políticos corruptos y las monarquías de ambos países.

  1. La izquierda institucional: un discurso alejado de la realidad obrera

Las dirigencias de la izquierda oficial -en su mayoría de clase media urbana- viven en burbujas alejadas de los barrios donde la inmigración masiva genera tensiones. Mientras ellos promueven un discurso woke y buenista, la clase trabajadora lo sufre con:

- Competencia por recursos escasos: Sanidad colapsada y privatizada que es excluyente, escuelas públicas deterioradas y ayudas sociales insuficientes y peor distribuidas. Todo esto genera desde colas hasta indignación.

- Inseguridad y abandono institucional: Barrios donde el Estado solo aparece para reprimir protestas por el cierre de un ambulatorio, los constantes cortes de luz o una huelga, mientras el narcotráfico y la delincuencia campan a sus anchas, sea cual sea su origen y capta en ellos a su propio subproletariado. En algunas provincias de Andalucía como Granada y Cádiz el narco es tolerado en realidad, pues es un remedio para el paro y genera abundantes beneficios para grandes superficies y comercios de electrodomésticos, concesionarios de vehículos o joyerías, restauración de comida rápida etc. .

Cuando los obreros critican esta situación, son tachados de "racistas" o "fascistas" por una izquierda que ha abandonado su base social para convertirse en cómplice del neoliberalismo.

  1. El doble rasero de la UE: neocolonialismo e hipocresía

La Unión Europea esquilma África mediante acuerdos comerciales desiguales, mientras financia gobiernos corruptos y desestabiliza regiones enteras provocando guerras como la del Congo. Ejemplos claros:

- Represión a los movimientos revolucionarios: Se acusa de "golpistas" a líderes africanos que intentan nacionalizar sus recursos, mientras la UE apoya a títeres neoliberales. El capitán Traore que lucha por el desarrollo y el reparto de la riqueza y llama a que las personas jóvenes no abandonen África, sufre la presión y la amenaza de la UE en especial Francia y España para derrocarlo.

- Fomento de la inmigración irregular: En lugar de promover desarrollo en África, se opta por externalizar fronteras y crear "policías nativos" que contengan a los migrantes antes de que lleguen a Europa. Al mismo tiempo de forma hipócrita se critican las inversiones chinas y la creación de infraestructuras. La única solución para áfrica de la UE y los woke son los cayucos.

Mientras, las multinacionales europeas (y españolas) siguen enriqueciéndose con la explotación de materias primas africanas.

  1. ¿Inmigración solución o problema? Un falso debate

La pregunta correcta no es si la inmigración es buena o mala, sino:

- ¿Para quién es beneficiosa? La respuesta es para las patronales que buscan mano de obra barata, para los políticos que usan el discurso progre como cortina de humo, y para las élites marroquíes y europeas que negocian con vidas humanas.

- ¿Quién paga los costes? La clase trabajadora española y los propios inmigrantes, condenados a condiciones de semi-esclavitud y a ser utilizados por políticos sin escrúpulos que por un lado favorecen a empresarios que les explotan y por otra crean un discurso racista y un malestar social que les favorece.

  1. Alternativas: soberanía, redistribución y antiimperialismo

Cualquier solución real pasa por:

  1. Recuperar la industria española y romper con la dependencia de la UE. Proteger la agricultura y la pesca. Incrementar la sanidad pública y mejorar la educación. Renacionalizar las fraudulentas y corruptas privatizaciones.
  2. Condicionar la inmigración a necesidades laborales reales, con derechos garantizados para evitar la explotación. No crear barriadas guetos y acometer de una vez y con energía el problema de la vivienda. Construir al menos un millón de viviendas públicas y crear miles de empleos en la sanidad pública.
  3. Auditar los acuerdos con Marruecos y denunciar y oponerse a su chantaje migratorio. Investigar los negocios e intereses de políticos españoles en el Reino de Marruecos. Apoyar la independencia del Sahara Occidental.
  4. Reconstruir un movimiento obrero combativo, libre de la influencia de la izquierda neoliberal.
  5. Solidaridad internacionalista con África, pero sin caer en el neocolonialismo "buenista" de la UE y auditar a determinadas ONGs y otros negocios similares en torno a la inmigración. Apoyar a los movimientos anticoloniales y estados africanos que luchan por recuperar sus recursos y abrir líneas de comercio justo con los BRICS y su entorno.

La inmigración no es el problema de fondo: lo es un sistema que usa a las personas como mercancía. Mientras la izquierda institucional se pierde en debates identitarios, la clase trabajadora —española y extranjera— sigue pagando las consecuencias. Urge recuperar un proyecto político que una justicia social con soberanía nacional, porque sin redistribución de la riqueza y sin freno al neocolonialismo, no habrá solución para nadie.

La verdadera lucha no es contra los inmigrantes, sino contra quienes los explotan y contra quienes, desde el poder, han convertido a España en un país sin futuro para sus propios hijos turistificándolo masivamente, y la prueba es la creciente emigración juvenil española.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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