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Política exterior Frankenstein

lunes 30 de octubre de 2023, 08:55h

La política exterior de un país serio, confiable y defensor de sus intereses debe ser consensuada entre los grandes partidos con opción de gobierno y planificada con una perspectiva entre 20 y 30 años. Lo que se denomina una política de Estado que influye directamente en las relaciones políticas, económicas, comerciales, sociales y culturales de ese país.

En el mundo actual, la pertenencia a la Unión Europea y la OTAN exigen compartir ámbitos de soberanía en sectores relevantes como la economía y la defensa, principalmente, pero sin una cesión total. Por supuesto que hay diferencia de criterios e intereses contrapuestos en algunas ocasiones, pero existen los mecanismos necesarios para solucionar los contenciosos. En el caso del gobierno español presidido por Pedro Sánchez las desavenencias y los conflictos ideológicos y de interés político-electoral han sido evidentes en estos años donde el carácter supuestamente progresista del ejecutivo ha servido para tapar aparentemente los problemas.

El caso de la política exterior afecta directamente a la reputación y a la imagen, sobre todo, porque las decisiones en el ámbito económico, judicial, fiscal, social e, incluso, deportivo también provocan reacción y pérdida de credibilidad y prestigio. Además, esa inestabilidad política provocada por un gobierno dividido y en constante pugna mediática y por el apoyo de unos grupos políticos independentistas insaciables resulta la peor opción para inversores internacionales.

En este momento, Pedro Sánchez da por hecho mantener en su ejecutivo a una vicepresidenta como Yolanda Díaz que considera una dictadura a Marruecos, vecino y aliado estratégico de España actualmente. Y a unas ministras de Podemos que apoyan a los enemigos de Marruecos y la autodeterminación. En estos meses, los ahora englobados en la coalición de Sumar se manifiestan en contra de la OTAN y muestran más o menos claramente su simpatía por Putin. Por supuesto, su debilidad son las dictaduras en Cuba, Venezuela, Nicaragua y los gobiernos de extrema izquierda en otros países de América Latina.

El colmo se produce con el apoyo al grupo terrorista Hamás, que somete a una férrea dictadura a los palestinos de Gaza desde 2007, y una ministra del gobierno de España, en funciones, Ione Belarra, líder de Podemos, acusa al primer ministro de un país amigo de España como Israel de llevar a cabo un genocidio en Gaza y ser un criminal de guerra. Y no pasa nada. Pedro Sánchez, a la misma hora, condenaba el ataque terrorista de Hamas contra Israel. Justo al día siguiente de la foto con los herederos de la banda terrorista ETA. El resultado de esta incoherencia permanente es la pérdida de peso internacional de España, que no cuenta ni para condenar conjuntamente la masacre terrorista de Hamás. El prestigio, los intereses, la credibilidad y la imagen de España sufren gravemente y no lo remedia eso de progresista.

Javier Fernández Arribas

Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.

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