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Mirar hacia adelante

lunes 21 de septiembre de 2020, 13:19h

Preferible, a hacerlo hacia atrás, a perder el tiempo en trivialidades, a obsesionarse con uno mismo.

Hemos de aprender mucho de la incertidumbre, ponernos retos, y con persistencia, dedicación y compromiso cumplirlos, e ir a por el siguiente.

Percibimos la extrañeza, también en nosotros mismos, el miedo a lo desconocido, pero aún intangible, es innegable nuestra capacidad para generar hipótesis, anticipar imaginativamente realidades virtuales.

Precisamos de soluciones creativas para adaptarnos y alcanzar una correcta proporción entre objetivos y logros.

Vivir es lo que nos pasa, y lo que hacemos con lo que nos pasa, y para que nos pase. Es entenderse con el mundo, interactuar con él, intervenir y humildemente, intentar mejorarlo.

Somos en gran medida, herencia, ambiente y biografía, contamos con un patrimonio psicológico y un paisaje existencial. Es el carácter, la persistencia, lo que determina el logro de las metas.

Una vida lograda, requiere de un proyecto existencial, de una personalidad bien estructurada, de amor, trabajo, amistad y cultura, así como de un correcto empleo y reparto del tiempo.

Hay quien convierte su existencia en una concatenación de aventuras. Los hay que eligen sus estudios y proyectos por dinero. Otros son de una promiscuidad incontable. Otros como los gases nobles, no ligan con nadie. Algunos muestran una confianza ciega en sí mismos, propia de los auténticos ignorantes. Y no son pocos los que desde una preocupante inestabilidad se relacionan de manera peligrosa, imprevisible. Claro que otros son un puro envase de drogas recetadas y de las denominadas de ocio. Y hay gente que se arrepiente de tantas cosas en su vida que ya no admiten más fracasos.

Entiendo que hemos de basarnos en nuestro propio criterio, sin desperdiciar el tiempo en criticas estúpidas, o debates banales, que solo buscan relanzar el ego del discutidor.

¿Cómo clasificar a los seres humanos? Según Woody Allen, por sus propinas.

Vivimos una etapa histórica, ¡cómo algunas otras! donde el nivel de ansiedad, dispara los sistemas de alarma.

Siendo que hemos de transmitir alegría, entusiasmo, simpatía, sentido del humor, pasión.

Si el que esto escribe tiene un reconocido prestigio profesional, como doctor, como clínico, como asesor psicológico para la Justicia, y profesor universitario, y si es cierto que en las sociedades modernas, la psicología clínica ocupa el lugar que en su día ostentó el médico de cabecera, entonces créanme cuando les digo que la vida exige corazón y cabeza, que es el desempeño de un arte, y admítanme algún consejo, como juzgue por usted mismo, eso sí, escuchando a los otros, y busque un trabajo con el que disfrutar, no hay excusas, hay muchos, y por cierto no mezcle su desempeño laboral con su vida social, ni las copas con los amores, ni los amores con el trabajo, es un error garrafal, y garantizado.

No abdique de sus posicionamientos esenciales y creencias, y menos por ser reconocidos, por ser populares.

Propicie el momento y lugar oportuno donde estar, predisponga la preparación y suerte.

Innegable, somos parte de una población carente de cultura y liderazgo, donde no son pocos los que estúpidamente entienden preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares.

Es preocupante el despropósito de querer aplicar la democracia a la ciencia, donde se da el altavoz al más docto académico y al analfabeto con derecho (o así lo cree) a opinar, y se hace desde una equívoca igualdad. Recordemos que hay mucho imbécil con curriculum, al igual que hay quien gusta de la cultura como estética de la inteligencia, como desarrollo de la libertad, personalidades fascinantes, de trato cercano, que desarrollan la curiosidad, que se cultivan con la educación, que gustan de seguir aprendiendo a pensar, a vivir, que dedican tiempo, cariño, cuidado, a la amistad. Esas personalidades que irradian fuerza, que comparten ideas, proyectos, ilusión, pues les rebosan.

Seguimos entre tanto, en plena pandemia, siendo que las preocupaciones lo son por este orden: a contagiarse, enfermedad, muerte. Aislamiento social. Problemas de trabajo e ingresos económicos.

Y recordemos, que la intolerancia a la incertidumbre es un factor de vulnerabilidad, que además se incrementa de forma negativa con la exposición excesiva a información sobre el coronavirus a través de los diferentes medios de comunicación. Estos dos aspectos impactan psicológicamente, influyen en la etiopatogenia de los trastornos emocionales y específicamente en los de ansiedad, angustia y trastornos de sueño.

Javier Urra

Primer Defensor del Menor

Javier Urra fue el primer Defensor del Menor. Es doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud. Es Académico de Número de la Academia de Psicología de España y Director clínico de Recurra Ginso. Además, es experto Psicólogo Forense y trabajó para el Tribunal Superior de Justicia de Madrid

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