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Putin el bolchevique ZAR

jueves 03 de marzo de 2022, 08:21h

Sólo desde la mala fe o la ignorancia puede atribuirse a Vladimir Putin la condición de comunista. ¡¡¡Putin bolchevique!!! Muchos piensan, y quizá no les falte razón, que el nuevo Zar de todas las Rusias está más cerca de Hitler que de Stalin. Y que maneja conceptos similares a los que guiaron la voluntad expansiva de Hitler. Necesidad de espacio vital, por ejemplo. O derecho de conquista. Le ha fallado materializar, creo yo, la idea de la blibkrieg, la guerra relámpago, que tampoco pudo materializar Hitler porque los aliados le cortaron el paso. Ante su guerra relámpago, Putin se ha encontrado con la resistencia de Ucrania, que ha frenado su avance, y el zar ha amenazado con el uso de las armas nucleares que posee. Sin embargo, la absoluta capacidad de desinformación de su aparato de propaganda no ha podido tapar del todo, cierto malestar de algunos de sus generales que naturalmente no rechistan por miedo a la histeria bélica de Putin. La razón de la fuerza frecuentemente anula la fuerza de la razón.

El mundo ‘civilizado’ ha impuesto al zar unas sanciones descomunales para ahogarle económicamente que Putin se pasará por el forro pues sabe que las repercusiones, a la corta y a la larga, serán igualmente perniciosas para ambas partes. Rusia bloqueada, supone el bloqueo de una amplísima red comercial y política, de un sistema sólidamente arraigado. Ni Putin ni la Rusia actual son comunistas. Los rusos, amarrados a su país, sin posibilidad de viajar, contribuirán al colapso del Sistema, circunstancia prevista por el diabólicamente inteligente Vladimir Putin. El putinismo, si se me permite el palabro, no es una ideología, es un sentimiento nacionalista exacerbado. Puede que Putin sea un monstruo, pero no se puede infravalorar la profunda mente de un monstruo que lo es, precisamente, por ser inteligente.

Putín, presidente de la confederación rusa varias veces reelegido, fue agente del KGB y, como anticomunista y mandamás absoluto de Rusia, es seguro que sigue siéndolo. ¿Para qué andar con desdoblamientos? Mucho e importante me queda por conocer de Rusia. Mas, por esos raros privilegios con que la vida nos sorprende a veces, vi cumplido hace años el sueño romántico de visitar el Palacio de Invierno, y recorrer sus salas por donde pasó la revolución desenfrenada y feroz. También vi cumplido otro sueño, ver bailar a María Pliseskaya el burgués Lago de los cisnes en el Bolsoy. La guía del Palacio de Invierno, bella y militante, no había pisado el Bolsoy y la invité gracias a mi doble pase de periodista invitado. ´No podré ir’, me dijo llorando, ‘no me lo permitirán´. Pero se lo permitieron y su gratitud fue infinita. También obtuve permiso para visitar Samarkanda acompañado de la bellísima guía, pero en el último momento revocaron el permiso sin ningún tipo de explicación. Y me quedé sin ver en persona la ruta de la seda y los bordados, los lugares míticos de Marco Polo.

Vladimir Putin tiene la astucia del agente secreto y la crueldad del sicario. De sus actos los ciudadanos rusos no tienen culpa. Es uno de esos casos meridianos, en los que hasta la Iglesia Católica justifica el magnicidio. No sé lo que una izquierda española desorientada puede haber visto en él en la cuestión de Ucrania.
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