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El bucle de los confinamientos

lunes 26 de octubre de 2020, 08:35h

Tras el primer confinamiento de marzo llegaron las fases de la 'desescalada' y el espejismo de los datos epidemiológicos de junio nos engañó a todos. Tanto el presidente del Gobierno como todos los presidentes autonómicos y nuestras autoridades sanitarias estaban seguros, como casi todos nosotros, de que la pandemia estaba prácticamente controlada, lo que hizo que relajáramos de un modo u otro las esenciales medidas de prevención durante las fases de la 'desescalada'.

Pero los nuevos brotes o rebrotes no se hicieron esperar y comenzamos a sufrir de nuevo el duro castigo del SRAS-CoV-2, con nuevos fallecimientos en las Residencias Geriátricas y el incremento de los nuevos casos de contagios, un indicador que aunque se pudiera entender en un principio como positivo, porque se hacían los test que todos pedíamos y que no se hicieron en la primera parte, la verdad es que también aumentaban y cada día más, los casos clínicos que necesitaban un ingreso hospitalario, incluso empezando a colapsar las UCI. El resultado, es que ahora la situación en toda España es realmente grave, con cifras superiores a los 350 casos por cada 100.000 habitantes.

Hoy hemos superado ya la mítica cifra del millón de casos en España y aunque parezca mentira, seguimos sin un “pacto de mínimos”, al menos entre los dos grandes partidos políticos, el PSOE y el PP. Es cierto que en el último Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud se ha aprobado el documento de “Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de COVID-19 que todos esperábamos, y que parece que debería servir para regular las decisiones políticas de nuestros gobernantes. Pero para sorpresa de todos, continuamos sin contar con un Consejo Nacional de Expertos en COVID-19.

Nadie discute que los confinamientos sirvan para disminuir el número de personas contagiadas y el número de personas que necesitan de un ingreso hospitalario, así como del número de muertes. Desde junio asistimos a diversos tipos de confinamientos: selectivos, autonómicos, perimetrales por distritos o zonas básicas de salud, locales, quirúrgicos y otros tipos de restricciones específicas.

Ahora, varios presidentes autonómicos han solicitado al Gobierno un nuevo “decreto de alarma”, que es la base jurídica para que cada autonomía pueda decretar el “toque de queda nocturno” si lo entiende necesario y los indicadores epidemiológicos y sanitarios así lo aconsejan. Otras, como la Comunidad de Madrid, se adelantan y decretan un “confinamiento domiciliario nocturno” desde las 12 de noche a las 6 de la mañana, pero no ha solicitado el estado de alarma, como tampoco lo han hecho el resto de las autonomías gobernadas por el PP. Una denominación distinta, pero que en la práctica es exactamente igual que un toque de queda que se decrete en ese mismo horario.

El confinamiento es el indicador del fracaso de las medidas de prevención por parte de todos: por los ciudadanos que no respetan las normas, los bares, discotecas y restaurantes que tampoco las respetan, pero también los gobernantes que hasta ahora no han sabido aprovechar los periodos de los confinamientos para restituir y mejorar nuestro sistema sanitario: la Atención Primaria de Salud y la Salud Pública fundamentalmente.

Cualquier confinamiento es una medida positiva, si realmente cuando termina el periodo de cuarentena de los ciudadanos, la Sanidad está mejor preparada para poder controlar la transmisión comunitaria del virus y de este modo disminuir el número de personas que necesitan de un ingreso hospitalario. Así, se necesita contratar nuevos médicos, profesionales de enfermería, rastreadores, técnicos auxiliares de enfermería y de laboratorio, y administrativos y personal de atención telefónica, además de las pruebas necesarias para mejorar el diagnóstico precoz y el seguimiento. Por otra parte, es esencial mejorar el transporte público, reduciendo los aforos en el metro y autobuses a un número de personas que permita viajar con total seguridad.

Necesitamos recuperar una atención telefónica personalizada y no solo a través de una grabación que no nos entiende y que en innumerables ocasiones no funciona; y necesitamos con urgencia recuperar la atención a las personas que sufren otras muchas enfermedades diferentes de la COVID-19 y potenciar de nuevo el diagnóstico precoz del cáncer de mama y de colon que han sufrido un importante retraso, como sucede también con una gran mayoría de las intervenciones quirúrgicas programadas y nuestros excelentes programas de salud mental y de crónicos. Y por supuesto que se debe sancionar y de forma ejemplar a quienes no cumplan con la cuarentena o aislamiento indicado por su médico, algo que debería ser una realidad desde hace mucho tiempo.

Y para conseguir estos objetivos es imprescindible que nuestros gobernantes entiendan que todo el dinero que ahora inviertan en aumentar los recursos necesarios, será un verdadero ahorro de nuestra tan castigada economía. Está claro que la salud y la economía deben ir siempre de la mano, pero en la peligrosa situación en la que nos encontramos, debe primar la salud que será la que proteja y garantice nuestra economía, y si no se hace, volveremos a la “casilla de salida” y así al “bucle de los confinamientos”.

Nos acaba de confirmar el presidente del gobierno que se decretará un estado de alarma, con una duración de 6 meses, hasta el día 9 de mayo, aunque nos asegura que si las cifras mejoran, no tendrá ningún reparo para levantar este nuevo estado de alarma, que no viene acompañado de un confinamiento general para toda España. El nuevo decreto obliga a toda España, con la excepción de Canarias, a poner en marcha un “confinamiento domiciliario nocturno”, que comienza hoy mismo, entre las 23:00 y las 6:00 horas, aunque cada comunidad autónoma tendrá la potestad de adelantar o retrasar una hora, tanto el inicio como el final, dentro de esta franja horaria; así, algunas comunidades podrán empezar el confinamiento a las 22:00 horas o a media noche y terminarlo a las 5.00 o a las 7:00 horas.

Si los confinamientos son consecuencia de una mala gestión de la prevención, el “toque de queda” o el “confinamiento domiciliario nocturno”, es el claro fracaso del control y el seguimiento del cumplimiento de las diferentes medidas restrictivas con las llevamos viviendo desde el comienzo de la desescalada en junio. Estas medidas que nos prohíben salir de casa por la noche para que no se organicen botellones y fiestas ilegales y clandestinas, ya están prohibidas desde hace mucho tiempo y sin necesidad de estos “toques de queda o confinamientos nocturnos”.

Si las autoridades policiales no han sido capaces de controlar estos cumplimientos, ¿lo serán ahora? Lo serán si contamos con los “efectivos” necesarios de la policía municipal, policía nacional y guardia civil, y también, ¿por qué no?, con los militares que el Gobierno ha ofrecido desde hace tiempo a todas las comunidades autónomas.

Y si al final tampoco funcionan estas medidas, no tendremos más remedio que confinarnos de nuevo en casa como ya hicimos en marzo. Pero si llegamos a esta situación que nadie deseamos, y que cada vez es más necesaria y urgente, tendremos que “exigir” a todos los gobernantes que pongan todos los remedios necesarios, para que cuando podamos volver a salir de casa, nuestro sistema sanitario esté perfectamente preparado. ¡No podemos volver a llegar tarde una vez más!

Jesús Sánchez Martos

Catedrático de Educación para la Salud; Universidad Complutense de Madrid.

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