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El otro 155

jueves 14 de noviembre de 2019, 14:52h

A mí personalmente, los refranes no me gustan, me recuerdan a la España en blanco y negro y sobre todo a una señora llamada Mercedes, muy pesada ella, por cierto, que soltaba alguno siempre que podía. Lo peor era contemplar su cara de suficiencia después de elevar su cita, como si hubiera hablado por su boca el mismísimo Ramon y Cajal. Pero en este caso no he podido evitar la tentación y me ha venido a la cabeza aquel que dice que “los amores reñidos, son los más queridos”. Viene esto al caso de la versión a lo Pimpinela que han protagonizado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias meses e incluso años atrás, donde se pasaba del amor al odio con tanta facilidad, que parecían una pareja de quinceañeros enamorados.

El recurso fácil ahora es decir “y para esto… ¿no podían haberlo hecho en abril, en julio…o en septiembre?” frase favorita en las tertulias de bar de politólogos de tres al cuarto. Esta frase junto con “¡ya lo sabía yo…!” son las favoritas de muchos tertulianos resabiados.

Era un clamor de la militancia socialista expresado la misma noche del 28-A cuando ante la sede de Ferraz gritaban “¡con Rivera no!” en clara alusión al ex líder de Ciudadanos, pues no querían ningún tipo de cuentas con los naranjitos amigos de Vox. Fue el eco tardío de aquel 24 de febrero de 2016 cuando el líder socialista, de forma sorpresiva, firmó un documento con 200 medidas de aplicación en un pacto de investidura con el apoyo de la formación naranja. Aquello empezó mal……y terminó peor. El PP había ganado las elecciones del 20-D de 2015 con 123 diputados (curiosa coincidencia ¿verdad?) mientras el PSOE sumaba 90 y los de Rivera 40. Sumado así, el acuerdo iba camino del éxito, pero faltaba una pieza clave para llevar a Sánchez a la Moncloa: los votos de Podemos. Los de Iglesias tenían 42 diputados y si votaban en contra, al igual que los de Rajoy, aquello no tenía futuro y así fue. La militancia no entendió bien porqué tantas prisas en echarse en manos de naranjito, sin haber hablado antes con Podemos, pero las razones de aquel acuerdo estaban mas cerca del IBEX 35 que de Ferraz. El fracaso derivó en una estrategia del PP que a la vista del “No” de Rajoy a aceptar el encargo del Rey de formar Gobierno, decidió no presentarse a la investidura y apostarlo todo a unas nuevas elecciones.

Los populares al no tener a un Tezanos al frente del CIS, consiguieron un mejor resultado, pasando de los 123 escaños a 137. Rivera (oportunista cum laude), aprovechó para apoyar a Rajoy demostrando su bisexualidad política, pues tanto le van las derechas, como las izquierdas. Sánchez rebajó su grupo parlamentario, pasando de los 90 diputados a los exiguos 85 y así siguió hasta abril de este año, moción de censura de por medio. Aquel fue el peor resultado político de los socialistas desde la transición y sirvió entre otras cosas para hacer astillas a Pedro Sánchez con aquel bochornoso Comité Federal del 1 de octubre de 2016.

Fueron aquellas elecciones de 2016, el segundo desencuentro importante del hoy presidente en funciones con Pablo Iglesias. El líder morado no entendió nunca las prisas de Pedro en pactar con Rivera y no haber tenido una conversación previa con su aliado de la izquierda. En 2015 tanto Podemos como Ciudadanos estrenaban su virginidad en el Congreso de los Diputados y tal y como se decía en los medios de comunicación, eran la nueva política, los regeneradores de la democracia. Iglesias pensaba que era imperdonable que antes de pactar con Rivera, no hubiera habido acercamiento de los socialistas y que posteriormente, si las condiciones se daban, ambos intentasen sumar a Rivera a su proyecto común en un pacto donde todos cedieran y dejasen al partido de la Gürtel en la oposición.

Tras este episodio llegaron los celos y las diferencias abismales entre Unidas Podemos y el PSOE, con Cataluña como escenario y el famoso Articulo 155 de la Constitución de fondo. Rivera empieza con la bromita de su pacto de constitucionalistas, en un intento más de cobrar notoriedad a costa del independentismo. En las elecciones de Andalucía, Ciudadanos se alía con el PP, haciendo un ejercicio de escapismo ridículo, diciendo que ellos no pactan con Vox, cuando resulta que los neofranquistas tienen la llave para que el PP y Ciudadanos gobiernen en San Telmo. Pero estas cosas crean adicción y tras las municipales, los naranjitos hacen mas de lo mismo y aquel partido que nació con vocación de ser partido bisagra, se desenmascara y abraza a los de Abascal repitiendo sin parar la canción de Amaral “Sin ti no soy nada”, algo que tal vez a Malú, no le guste mucho……

Y llegamos al reciente 12 de noviembre, y en una recreación del famoso Abrazo de Vergara, se produce el más inesperado de ellos entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tras rubricar el pacto de gobierno de coalición entre sus formaciones. Asistimos por tanto a otro hecho histórico (¡uno más!) en la vida política española, pues es la primera vez que tendremos un gobierno de coalición desde 1977. Ahora queda ver como concilian el sueño algunos políticos que se rasgan las vestiduras al contemplar un horizonte roji-morado, que tachan de filocomunista y chavista en palabras de lideres de Vox, o de calificarlo de radical y extremista según el PP y Ciudadanos.

Se demuestra que la jugada de Pedro y Pablo ha sido estratégicamente exitosa. Ya no se oye a Casado o a Arrimadas decir que Sánchez es incapaz de llegar a acuerdos. Ya se callaron los que decían que el líder socialista era el gran bloqueador. Han tenido que cambiar el discurso hacia los viejos argumentos de siempre, rancios y casposos, del apoyo de los proetarras y los del golpe de estado, aun cuando nada de eso se vaya a producir.

Pero algo si hay que reconocerles a populares y naranjitos: se han salido con la suya y se aplicará el 155. Es cierto, ¡han ganado los del trifachito! Y el pacto de PSOE y Podemos esta soportado exactamente por 155 diputados, los mismos que suman las dos formaciones.

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