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Perdedores y perdidos tras el falso referéndum

martes 03 de octubre de 2017, 22:04h

Las tristes imágenes tras el simulacro de referéndum del 1-O serán difíciles de olvidar. La farsa de la votación, la violencia y la mentira, configuraron el trío del esperpento independentista, que no se apartó ni un solo momento del guión preestablecido.

Una parte importante de los Mossos antidisturbios, recibió permiso para tener el día libre, con lo cual se calcula que un tercio no trabajó el 1-O. El resto de mossos, fueron dedicados a labores “administrativas”. Iban a los colegios y una vez allí, se limitaban a preguntar si les dejaban pasar. La respuesta obviamente era negativa, con lo cual “administrativamente hablando”, cumplían con su cometido, que no con su deber, que era impedir que se abrieran los colegios.

La estrategia estaba perfectamente diseñada por el major de los Mossos Jose Luis Trapero, el cual desobedecía órdenes judiciales para a cambio, recibir consignas políticas del Govern. Es evidente que la profesionalidad de este cuerpo y sobre todo de su jefe supremo, quedó en entredicho la triste jornada del atentado de las Ramblas. La víspera del 17-A cuando se había producido la explosión del chalet de Alcanar donde se almacenaban los explosivos, los mossos desoyeron a la jueza de guardia, que alertada por la gran presencia de bombonas de butano, insinuó que aquello no era una simple explosión. La jueza fue ninguneada y a los equipos de los TEDAX de la Guardia Civil, ni siquiera se les permitió investigar, a pesar de la gran experiencia que dicha unidad tiene en analizar explosivos. También sorprende que ante una alerta de grado 4 como era la activada en toda España, en las Ramblas no existiesen varios vehículos subidos a las aceras que hubiesen sido un obstáculo para la furgoneta asesina, a la vez que hubiera facilitado una rápida intervención tras el atentado. En aquellos momentos, desde el gobierno de la nación, se hizo un arropamiento de los Mossos, pues no era momento de echar culpas a nadie, cuando la atención mundial estaba pendiente de España. Trapero ha traicionado a sus compañeros de los otros cuerpos de seguridad, olvidándose del más que sagrado deber de lealtad, solidaridad y reciprocidad entre fuerzas del orden, aunque solo fuera por devolver con la misma moneda, lo que policías y guardias civiles hicieron con los Mossos días posteriores al atentado, evitando dejar en evidencia cualquier negligencia.

Pero ahora que todo son críticas por la actuación policial el 1-O que está bajo investigación actualmente, es menester recordar la actuación contundente de las unidades antidisturbios de los Mossos cuando desalojaron a los concentrados del 15-M, que pacíficamente acampaban en Plaza de Cataluña. Los Mossos acumularon varios escándalos por el uso de la fuerza, además del mencionado desalojo. Cabe recordar como Esther Quintana perdió un ojo a causa de un pelotazo de goma lanzado por la policía catalana durante la jornada de huelga general del 14 de noviembre 2012, o como ese mismo día también fue herido en la cabeza un menor de edad en Tarragona, curiosamente el mismo cuya imagen se difundió de nuevo el pasado 1-O, tratando de atribuir sus heridas a la intervención policial española ese día, casi cinco años después…...

Sobre cargas policiales puedo dar testimonio, pues yo vivía en un barrio madrileño cercano a la Ciudad Universitaria y raro era el día que no había que correr porque venían “los grises” dando con las porras, huíamos de los polis a caballo o del “botijo” del agua a presión. Las cargas policiales de los antidisturbios, sean del cuerpo que sean, siempre han sido de una violencia similar. En manifestaciones contra la Ley Mordaza, la Marcha por la Dignidad y en algunos desahucios a familias tan indefensas y pacíficas, como muchas de las personas (otras no) que tenían la intención de votar en el simulacro de referéndum, la policía no ha ido regalando flores, pero entonces no vi la solidaridad de la Generalitat con los apaleados, ¿quizás porque eran “españolistas”? A mí no me gusta la violencia, entre otras cosas, porque sé lo que duelen en el cuerpo y en la dignidad los porrazos, cuando de joven me enfrentaba por defender la democracia, aun sabiendo perfectamente la que me podía caer. Aquel régimen si era opresor, no hace falta dar muchas pistas, pero entonces luchábamos por traer la democracia. Llamar represión, como dicen los independentistas, cuando estos han vulnerado repetitivamente el estado de derecho, es simple y burda demagogia de quienes no saben cuál es el significado de dicha palabra.

Todos hemos sido perdedores el 1-O, perdedores de la convivencia y la fraternidad, virtudes que ennoblecen a las personas en su conjunto. Se ha abierto una brecha en la sociedad civil que es importante restañar cuanto antes, si bien los culpables, tanto Puigdemont como Rajoy, quedan inhabilitados para esta tarea. El primero por desafiar y actuar en contra del estado de derecho, y por engañar al lanzar a la gente a votar sin garantías –pucherazo y censo incluido- enviándolos a un acto ilegal siendo conocedor de los peligros que esto acarreaba, escudos humanos incluidos con niños y ancianos. El segundo por su trayectoria desde 2010 por jugar a patriotero de pacotilla recurriendo el estatut ante el Tribunal Constitucional, y por crear el mejor caldo de cultivo y vivero de independentistas jamás pensado, que les ha llevado a ganar la batalla de las movilizaciones ciudadanas. Rajoy incumple con su trabajo, dejando la solución al desafío en manos de los jueces y los antidisturbios, demostrando ser permanentemente, un presidente en funciones. Con la velocidad que le caracteriza, pide comparecer en el Congreso, pero lo deja para la semana que viene………..cuando quizás, ya han hecho los puigdemones la declaración unilateral de independencia ¡En manos de quien estamos!

Cuando escribí este artículo, situaba entre los perdidos, al Rey Felipe VI y su inquietante silencio. Su papel como destaca la Constitución, le atribuye ser "el Jefe del Estado", y, además, "símbolo de su unidad y permanencia" y entre sus atribuciones el artículo 56 enumera “que le corresponden: moderar, arbitrar, representar al Estado…etc.” Pues según consta, debería ejercer sin más dilación, esa función de árbitro y garante de la unidad territorial en este momento tan delicado para España ante la amenaza secesionista. En el intento de golpe de estado del 23-F, la intervención televisada del Rey fue crucial, pero sobre todo, llenó de tranquilidad a los españoles. En aquel tiempo, el actual Rey Emérito tenía a su lado una figura de la talla de Sabino Fernández Campo quien le aconsejó tomar las riendas de la situación. Reeditando aquel episodio, era necesario que Felipe VI se dirigiera a los españoles, reforzando el valor del estado de derecho y los valores democráticos, pidiendo tranquilidad y llamando al dialogo. El Rey está preparado de sobra para asumir su papel constitucional, con lo cual además, reforzaría su figura y la institución que representa, tal y como ocurrió en su día con su padre.

Son días difíciles y como dice uno de mis primos: “¡que se puede esperar del Dúo Sacapuntas (Rajoy y Zoido) o de Harry Potter, Shrek y Mr. Proper (Puigdemont, Junqueras y Romeva) si cada vez que hablan sube el pan, la gasolina y la mala leche!”. Tiene razón, todos ellos sobran y otros muchos pirómanos. El papelón de Soraya Sáez de Santamaría declarando que “aquí no se ha celebrado ningún referéndum”, es una torpeza inversamente proporcional a su estatura. Lo que buscaban los independentistas, era la foto de la gente votando……y eso lo consiguieron.

Me duele todo lo que está pasando y me duele Cataluña, pues parte de mi niñez se identifica con Barcelona. Mi padre vivió allí hasta su juventud primero en la calle Caspe y luego en la calle Bruch, hablaba catalán y amaba la ciudad. Me transmitió las tradiciones y el seny. Los domingos, me llevaba a la Plaza de Sant Jaume a ver a las collas de personas que se reunían a bailar la sardana. A mí me fascinaba ver como la gente dejaba su chaqueta o su bolso en el centro y se cogía de la mano de una persona que no conocía de nada, pero que en ese momento se convertía en su cómplice de baile. Me llenaba de curiosidad ver esos mismos domingos en la puerta del Palau de la Generalitat a los Mossos d` Escuadra con su uniforme de gala y un porte insuperable, con sombrero de copa y espardeñas (alpargatas) de color blanco. El sombrero representaba a los burgueses y las alpargatas a los campesinos o pagesos. También fue mi padre quien el día que volvió del exilio Josep Tarradellas como president de la Generalitat, me regaló un trozo de cinta con la senyera, que durante años llevé en mi cartera. Nadie me va a dar lecciones de catalanismo, ni de españolismo, pero si alguien intenta darme de independentismo, por favor abstenerse. No me interesa en absoluto.
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