De nuevo poder versus democracia

Hablan de regeneración cuando, en realidad, lo que están llevando a cabo es un claro proceso de degeneración democrática, de ataque permanente y por la puerta de atrás contra el régimen del 78, el que marca la Constitución que nos dimos en esa fecha todos los españoles.

Una Constitución contra la que ya están luchando también y a brazo partido sus compañeros de viaje, los llamados sindicatos de clase, CCOO y UGT, cuyos secretarios generales al unísono -Unai Sordo y Pepe Álvarez Suárez, respectivamente-, como en las orquestas de referencia, han alzado este 1 de mayo una vez más sus voces conjuntadas, agradecidas, sumisas, armónicas y ensambladas con hasta 11 ministros de la gran orquesta de Moncloa, a fin de proclamar tras esas raquíticas y cada año menos concurridas manifestaciones, que el poder judicial debe emanar del Congreso de los Diputados, es decir, que quieren remar en la misma dirección y en el mismo sentido que el enamorado y melodramático señor presidente, para cargarse a renglón seguido lo poco que va quedando fuera de control en el complejo entramado institucional, el poder judicial, el CGPJ, el Supremo y alguna instancia adicional que queda por controlar por ahí. Por ejemplo, los medios que no se cansan de recordar al ciudadano esa peligrosa circunstancia.

Cierto, esos medios de comunicación desafectos al nuevo régimen no están colaborando mucho en llevar a cabo la voluntad presidencial, así es que desde Moncloa piensan ahora que habrá que darles un toquecito para que reconsideren su conducta. Menos mal que las asociaciones de la prensa españolas, reunidas en torno a la FAPE, han reaccionado al fin tras permanecer algunos días más calladas que un muerto tras ver pasar por delante de su casa la posibilidad de censura previa y un más férreo control gubernamental de los medios a base de darles o quitarles subvenciones y publicidad institucional, según sean afines o críticos. Así no hará falta cerrarlos directamente y con orden judicial por medio, no vaya a ser que despierten por una vez las autoridades de la UE. Bastará con ahogar económicamente a esos medios y que, por sí mismos, se vean abocados a cerrar.

Al fin, digo, la FAPE, ante las acusaciones de bulos por parte de ciertos políticos, entre los que se incluye Pedro Sánchez, ha instado también en un manifiesto a cumplir los principios éticos y profesionales de los periodistas: defender el libre ejercicio del periodismo, la libertad de expresión y el derecho a la información veraz de los ciudadanos.

El panorama que se nos presenta hasta la nueva convocatoria de elecciones y tras esos cinco días de reflexión y extrañísimo descanso del supremo líder, no es precisamente pacífico, paradisíaco y tranquilo, sino todo lo contrario, inquietante, inseguro, nada favorecedor para la salud de nuestra democracia que, casi por días, va pareciéndose más a un enfermo que no sabemos si dejar en planta o llevarlo a la UCI.

O reacciona en la calle el común de los ciudadanos con manifestaciones multitudinarias en defensa de estos principios constitucionales básicos, o quizás un día va a ser ya demasiado tarde, como le pasa a la UE con todo lo referido a nuestro país.

¿Por qué dicen democracia cuando quieren decir poder? La izquierda sanchista, no nos engañemos, a fuer de amasar ambiciones de poder sin medida, está secuestrando el término democracia cuando, en realidad, lo que quiere es decir poder. A mí no me critiques -vienen a decirnos-, porque soy intocable y te las vas a ver, tarde o temprano, conmigo.