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Estos son mis principios, y si no le gustan tengo otros

martes 12 de julio de 2022, 09:52h

Son tantas, tan intensas y tan rápidas las ocasiones que el gobierno Sánchez nos brinda cada día que, incluso hablando de asuntos que aún no han cumplido ni la semana, nos parece que ya huelen a viejos. El soñado viaje de la señora Montero a EEUU, sin ir más lejos.

Nos sorprendía su silencio cuando, tras un Consejo de Ministros, admitía que la portavoz del gobierno cortase las preguntas de los periodistas dirigidas personalmente a la ministra de Igualdad sobre su postura en torno a la OTAN y al asalto a la valla de Melilla con las consecuencias que todos conocemos. Ahora lo vemos claro, era el precio que Montero tenía que pagar para poder acudir en Falcon a la meca del capitalismo yanqui acompañada, además, por tres de sus amigas, compañeras y colaboradoras más íntimas.

Una de ellas, Isa Serra, la exdiputada madrileña que fue juzgada y condenada y cuyos antecedentes seguro que obran también en las fichas de los agentes de aduana del aeropuerto JFK de New York. Algún día nos explicará la señora Montero cómo se hace eso. Lo digo para poder aplicarlo nosotros también si es que un día viajamos con un amigo juzgado y condenado, aunque sea solo por delitos de opinión porque al paso que vamos, todo llegará.

En los hechos se aprecia más contradicción que ecologismo, para empezar. Un solo avión para cuatro personas es cien veces más caro que otro en el que viajan 400. Y, por favor, que se deje de sandeces con afirmaciones como esa de que “las mujeres contaminan menos”. Y aquello de que venían a regenerar la vieja política es para morirse de risa.

En apenas dos años han pasado a hacer propias todas las prácticas que condenaban en la “casta” cuando, desde la oposición, aspiraban a ser modelo de virtudes públicas y de transparencia informativa. ¡Ya…! Se han dicho “vamos a aprovechar, que lo mismo en la legislatura que viene ya no vamos a poder disfrutar de bicocas de 80 o 100.000 euros anuales en nuestro chiringuito de la igualdad, los estudios de género y de las políticas ultrafeministas que nadie domina como nosotras.

Y, además, cayendo en todos los modos horteras de quien no para de abrir la boca mirando hacia los rascacielos y edificios míticos (ONU, Rockefeller Center, Empire State Building, Central Park Tower…), que pueblan la ciudad del Hudson. Y, por supuesto, selfis incluidos desde Times Square difundidos al mundo mundial y feminista a través de Instagram y Twitter.

Y, ¡chicas, ya que estamos aquí todas juntitas…!, vamos de tiendas a la Quinta Avenida. Se diría que es como materializar un viejo sueño que, probablemente, les despertaron las mil y una películas filmadas en la Gran Manzana. Y, seguro que se han dicho que para una vez que vamos a EEUU, pelillos a la mar por ir en uno de esos aviones militares que dependen del ministerio de Defensa, los Falcon, que menos mal que hemos podido utilizar antes de que hayamos sido capaces de imponerle a Pedro Sánchez que hay que salirse de la OTAN y cerrar ese ministerio tan belicista y todo eso, que no nos mola nada.

Y, por si fuéramos pocas, y siguiendo la vieja máxima leninista, (“ni un paso atrás…”), la compañera de partido y de mesa del Consejo de Ministros, la líder de Unidas Podemos Ione Belarra, ha mostrado su “indignación” ante la “violencia política” que se ejerce contra la ministra y su equipo, a colación de las ácidas críticas recibidas por su viaje a la Gran Manzana para tejer alianzas feministas.

Lo que no me explico es como estas chicas tan lideresas y tan guays, no han puesto rumbo a Moscú. Su Plaza Roja está allí, impertérrita, ansiosa, expectante, deseando recibir a portavoces de políticas feministas y de igualdad, que tanta falta le hacen a Putin. Estoy seguro de que el cadáver momificado de Vladimir Ilich Lenin está nervioso y esperando a esas cuatro jinetes –perdón, jinetas…- del apocalipsis feminista, a esas prohembras del feminismo patrio que, en muy poco tiempo, va a ser el modelo a seguir por todos los países del mundo mundial.

Y es que, ya les gustaría tener a Francia, a Rusia, a Brasil o a Sudáfrica a mujeres como las nuestras patrocinando un feminismo público y fetén que dispara contra todo lo que huela a heteropatriarcado y que no admite ni un quítame allá esas pajas ante cualquier iniciativa que surja del caletre de su ministra guay, chupi y jovencísima. ¡Chicas, estamos de suerte!

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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