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Mi reciente viaje a Kiev

jueves 02 de marzo de 2023, 08:05h

Hay cosas que uno no elige. Lucir palmito, por ejemplo. Si soy guapo, ¿qué le voy a hacer? Si soy valiente, ¿por qué no voy a ir a Kiev, a mostrar allí nuestra solidaridad al presidente Volodimir Zelenski y su pueblo? Y, claro, ya que estoy allí, unas fotitos, unos vídeos para la historia que, me guste o no, son imprescindibles. El pueblo español debe de seguir mostrándose orgulloso de su presidente y de su inglés, que cada día lo hablo mejor. Y a los periodistas, como a los diputados de la oposición, les contesto lo que quiero. Aquí no hay censura. Pueden preguntar lo que quieran. A cambio, es lógico, yo que soy el presidente les contesto también lo que me interesa.

Mi álbum fotográfico, aunque yo no lo quiera, va creciendo y creciendo. Que me llevan a una biblioteca de Fuenlabrada, pues voy. Que quieren fotografiarme y hacerme vídeos montando en bicicleta, me dejo, o jugando a la petanca o en el pisito de esos dos jóvenes recién constituidos en pareja. Con Kiev no voy a ser menos. Los presidentes empáticos y resilientes como yo, somos así.

Y ahora viene la super extrema derecha, los de Vox, y me ponen una moción de censura, pues yo voy y se lo agradezco. Después de esta semana horribilis que acabo de cruzar, ahora me viene la mar de bien sacar mi piquito de oro en el Congreso y enfrentarme a un viejo profesor, Ramón Tamames que, según me dicen, algún día fue también marxista. Voy a darle algunas clases de estructura económica, que para eso yo también soy su colega académico, doctor en Economía. Y hablaremos como colegas porque, al fin y al cabo, eso es lo que somos.

Bueno, bien pensado y después de todo los de Vox no son tan malos como los pongo siempre cuando hablo de ellos en público. Ahora me van a dar un balón de oxígeno, que ya veré cuando utilizo a mi propia conveniencia. Probablemente espere a que se aproxime la fecha del 28 de mayo y unas semanas antes les daré la oportunidad de que ningunéen a Feijóo, a que Abascal–pobrecito mío– recupere un poquito de imagen, que el pobre no levanta cabeza desde que se le fue Macarena Olona. ¡Hay que ver esa abogada del estado como se ha puesto! Ahora, que cuando me interese ya le recordaré yo de quién depende también la Abogacía del Estado. Un toquecito discreto y se me pone firme como se me puso la fiscal general o ahora la presidenta del Congreso o la del Senado. Si es que mando mucho. Pero mando bien, que eso me lo dicen mis cientos de asesores cada día: ¡Muy bien, presidente, muy bien!

Pero, volviendo a Kiev, uno se siente bien sabiéndose portador de unos cuantos Leopard y algún que otro armamento de ese que tenemos ahí, en los almacenes de nuestros cuarteles de Zaragoza, porque están ya un poco anticuados, porque tenían algún defectillo. Pero los hermanos ucranianos sabrán apreciar el gesto español, aunque ya estén acostumbrados a los bombardeos de Putin, a las sirenas que anuncian un próximo ataque aéreo, al desabastecimiento y a los misiles rusos, van a encontrar un motivo de alivio y de esperanza en que el presidente del gobierno español, el gran Pedro Sánchez, les visite nada más y nada menos que después de haberlo hecho Joe Biden. Está claro, primero vamos los de primera división y luego les vamos dejándo un huequecito en las redes y en las primeras páginas de los diarios a Meloni, a Macron y hasta al presidente del his Majesti’s Governemet (¡Oh, my God, qué bien hablo el british …!), Rishi Sunak, el nuevo, que hay que ir dándole alguna cancha porque, si no, luego no les deja a los súbditos británicos que vengan a dejarse las libras a Benidorm y a las Islas Canarias.

Y sí, ya sé que me han afeado muchos que haya aludido allí, en Kiev, a la Guerra Civil Española al recordarles a los periodistas ucranianos que los europeos estamos siendo muy solidarios con Ucrania, mucho más de lo que en 1936 lo fueron con la España republicana, esa que yo me estoy encargando ahora de reivindicar (¡chicos, hay que estar en todo porque, en cuanto me voy a influir en el exterior, mis ministros están siempre a por uvas…!).

Voy a ir preparando ya mi intervención con ese candidato de Vox. Voy a estar brillante. Voy a decirle a Tamames que si quiere incorporarse a mi batallón de asesores seniors, está muy feo que me trate de ridiculizar, de mantener ante sus Señorías que mi gobierno ha sido manifiestamente mejorable. Si fuera así, ya lo habría mejorado yo, pero es que no es así, es que es imposible hacerlo mejor que yo. Feminista, populista, marxista, indigenista, constitucionalista, republicano y antimonárquico. ¿Hay quién dé más?

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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