El nudo koldiano

Que muchos políticos españoles son algo entre deleznables y delincuentes es sabido. La mayoría de ellos son, simplemente, mediocres en la carrera de la medra, lameculos y pollos de granja que desde pequeñitos, Juventudes Socialistas, Nuevas Generaciones, aprenden la sumisión, la sonrisa vacía y las palabras que suenan como español pero que no tienen sentido ni contenido.

La corrupción, esa que nunca se ha ido desde Flick, Filesa, Maresa, Time Export, Gürtel, Lezo, Púnica, Kitchen, reaparece gracias a la Guardia Civil. No es que haya corruptos en los partidos, es que los partidos propenden a la corrupción con la práctica del "mientras no me vean todo va bien". Y cuando llega la noche de los quebrantos, los líderes de cada partido se revisten de vírgenes ofendidas, se desgarran las vestiduras, despachan malamente al que han pillado y culpan de todo al adversario.

El 'caso Koldo' apunta a un enriquecimiento ilícito de 3 personajes a cual más siniestro: Koldo García, Víctor de Aldama y Juan Carlos Cueto, respectivamente matón de lupanar, tahúr en las turbias tierras de Oaxaca y señorito de la guerra porque a Señor de la cosa no alcanza.

Todos ellos tienen un pasado extraño, uno por matón, el otro por maniobras poco claras con el Cádiz, el Jerez, el Córdoba-conexión Oaxaca y la compra rarita del Zamora, y el último por vendedor de armas a Angola, caso DEFEX.

No queda más remedio que preguntarse cómo un individuo imputado por corrupción en contratos con la administración sigue teniendo tratos comerciales con la administración. La responsabilidad in eligendo está tan abandonada como los controles y filtros de las contratas públicas.

El nudo Koldiano

Víctor de Aldama mete en el nudo koldiano a Globalia, bueno, a su compiyogui Javier Hidalgo y desde ahí se abren contactos rondando Moncloa (reuniones con Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez).

En plena pandemia, con 600 muertos diarios, encerrados en casa, con un presidente que se inventó un comité científico y que se tele reunía semanalmente con todos los presidentes autonómicos menos uno (los plastas de siempre), nos cuelan un rescate a Globalia de 615 millones de euros y al trío calavera le caen, además, varios contratos con la administración de 35, 50 y 90 millones que derraman unas comisiones de 18 millones.

Estas son las caras, pero hay otras jetas que tienen que salir: Ábalos y Santos Jordán, dicen algunos por ahí, y la sorprendida Francina Armengol, yo sólo pasaba por aquí, y el nada claro Ángel Víctor Torres, hoy ministro en este gobierno, que también compró 800.000 mascarillas a 15 pavos cada una (valoradas entonces en 2,5 € c.u.) y alguien se llevó cruditos 12,5 millones de euros. Por supuesto y como en el caso de Armengol, las mascarillas no sirvieron y fueron a la basura. O al sótano. El nudo tiene cada vez más cabos.

Ahora la UCO está tras la pista de lo que los investigadores han denominado el "superjefe" de la trama. ¿Aldama, Cueto? Noooo, alguien más arriba, dicen. ¿Más arriba y en aquel momento con todos confinados? No será difícil descubrirlo. Ni tampoco su contacto en el gobierno.

Saldrá más porquería, caerán unos u otros, se rasgarán las vestiduras hasta los de PACMA, y pasado mañana, cuando las aguas de la opinión pública abandonen los cauces de la histeria, nada habrá pasado y los partidos volverán a lo que mejor saben hacer: marear la perdiz y encabritarnos unos contra otros mientras alguien consigue sacar dinero de cada piedra del estado.

Hasta entonces, ya sabes: si eres del PP, leña al polo sociata; si eres del PSOE, leña al polo pepero que aquí todos tienen mierda que limpiar y la polarización resulta un buen disolvente de culpas, responsabilidades y hasta delitos.

Por cierto, tal vez el partido más corrupto de España haya sido Convergencia Trespercent que, pillada, cambió de nombre a PDCat, que, pillado también, volvió a cambiar su nombre por Junts X Cat y ahora, para evitar un cuarto bautizo, se han hecho una amnistía a medida.

Y como entre pillos anda el juego, esta legislatura, limpia e inmaculada, llena de esperanza y nubes de algodón, progresista, vegana y resilienta, la están pergeñando entre un capo del PDCat y un piernas del PSOE.