Perdedor por camarón

Si Feijoo hubiera mostrado sólo un poquito que de verdad quería ser presidente del gobierno de la nación, tal vez le habría ido mejor.

Contrariamente a lo que muchos en Vox y en el PP creen, la estrategia de atraer votantes de Vox para aglutinar el voto era adecuada y necesaria dada la actual LOREG, pero no suficiente. Además, había que trabajarse las RRSS que el PP ha tenido abandonadas, había que haber cuidado al votante de centro izquierda, había que presentar un candidato que se dejara ver en la calle más allá de los mítines, que aceptara entrevistas hasta con el diablo y, sobre todo, que quisiera ser presidente y lo dijera alto, claro y con convicción. No ha sido el caso.

El PP, cuyos gurúes se guardan en frasquitos de formol y los sacan cada cuatro años para demostrar su absoluto desconocimiento de la realidad, se ha ganado a pulso el fiasco del 23 J. Despreciaron a su rival y no vieron o no quisieron ver que las encuestas son propaganda, que camarón que se duerme se lo lleva la corriente y que enfrente tenían a un hombre con verdaderas ganas de ganar.

Sánchez lo ha hecho muy bien, le ha dado la vuelta a la campaña y ha vencido, si no a los puntos, sí por técnica electoral. Feijoo ha ganado en escaños, lo que significa exactamente nada. Ha perdido por incomparecencia: ha dejado todo el campo electoral a su rival y Sánchez y sus asesores no han desperdiciado la oportunidad. Ambos partidos han crecido, PP ha sido la lista más votada y PSOE ha obtenido más escaños de los que tenía. PP no consigue nada porque nada arriesgó y PSOE está en posición de formar gobierno. Extraño correlato de la parábola de los talentos.

Y, si los dioses tienen a bien que Sánchez no cambie de opinión, tal vez consiga el apoyo de los renegados sin ceder en las peticiones de amnistía y referéndum vinculante. Si no, tal vez veamos la desmembración de España y sea el momento de hablar con Portugal y organizar una república ibérica con los despojos. Suponiendo que los lusos quieran, claro.

Como en todo mercado, el hueco que deja un competidor lo ocupa otro tan pronto como puede. Feijoo, dormido en unos laureles que aún no había conseguido, se quedó plácidamente en “casa” asistiendo solo a mítines de adeptos, azuzando el trasvase de votos desde Vox y descuidando por completo el segmento de centro izquierda. Las pocas veces que se le ha visto fuera de la protección idílica de los mítines, ni ha estado convincente, ni ha mostrado interés por ser presidente, ni ha estado energético con nada.

Puedo entender que no fuera al debate con Yolanda Díaz, Sánchez y Abascal, la imagen que iba a quedar era la de compinche de Vox y se habría reforzado el concepto [bloques] que no habría favorecido al PP. Pero no puedo comprender que se creyeran de verdad que, como ya habían ganado, era mejor un candidato con un perfil tan bajo, tan bajo, tan bajo que ha acabado siendo el de un cadáver.

Ya están pidiendo la cabeza de Feijoo, es lógico en política. Y Feijoo ya no está para estas peleas a sirga tirada. Lo que debería hacer es intentar conformar gobierno, presentarse a la investidura sabiendo que es para fracasar, poner en marcha el cronómetro y ofrecerle a Sánchez los diputados que necesite en su investidura a cambio de su compromiso serio de mantenerse fiel a la Constitución y no pactar bajo ningún concepto nada que afecte a la soberanía. Después debería convocar a su partido y pilotar la transición hacia un nuevo liderazgo, Juanma Moreno o Isabel Díaz Ayuso. Y a disfrutar de su familia y su jubilación porque camarón que se duerme...