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Sobredosis constitucional

viernes 07 de diciembre de 2018, 08:15h

Parece que fue ayer cuando se firmo nuestra Constitución la puesta de largo de la democracia española, y van ya 40 años de libertad, que no son nada comparados con los 231 años que tiene la Carta Magna norteamericana firmada en 1787, con muchas enmiendas, si, pero plenamente vigente y obedecida a día de hoy.

Aquí somos mas amigos de fulminar todo lo que, de manera personal, no nos gusta; sin analizar el gran logro que fue lograr aquel gran pacto, aquella firma de consenso general que se consiguió en un momento en que la deriva de España necesitaba de hombres y mujeres dispuestos a lo que fuera por pacificar y normalizar la convivencia ciudadana.

Los principales partidos políticos actuales, representantes de la mayoría de los españoles en el Congreso, no se ponen de acuerdo ni parecen estar dispuestos a ceder con ninguna generosidad a nuestra vapuleada Constitución del 78.

No seré yo quien imponga mas criterio que el de una opinión, que me dicta que destruir es infinitamente mas fácil que construir; y que criticarlo todo es mas sencillo que alabar las buenas cosas que el pasado español nos ha dejado.

La Constitución es hoy el gran dique de contención contra el desvaríe nacional del populismo y el secesionismo radical . Sin respeto a esta, y en el momento que estamos viviendo, el país podría convertirse en una corrala, y dejaría la puerta abierta a ser un coladero de permisividades que destruirían en poco tiempo cualquier opción de convivencia pacifica.

Son muchos los avisos internacionales que nos advierten del momento especialmente peligroso que vive España, donde uno es constitucional o anticonstitucional en función de lo que opinen los superiores moralistas, y la ideología de “la política es lo que a mi me de la gana”.

Todas las Constituciones admiten enmiendas, que logran poder actualizarse y adaptarse al paso del tiempo. Pero utilizar esta excusa para dinamitarla no es permisible. Respetar la Constitución Española es de obligado cumplimiento y para eso está, para ser cumplida le guste o no le guste a las minorías del PDeCAT, ERC, algunos navarros o a Podemos. Los unos y los otros hacen permanentes desprecios a la celebración de aquel pacto histórico, así como a su contenido en materia legal, como hemos visto en la causa del T. Supremo contra la actuación el 1-O de los políticos catalanes que se saltaron a la torera su contenido; y hoy aprietan al presidente del Gobierno para que les siga en la senda de la desobediencia.

La irrupción del partido VOX en las elecciones andaluzas ha desatado toda una ola vandálica de resistencia impune que intenta arrebatarles la legitimidad que les ha dado las urnas, permitiendo el lamentable hecho de que Susana Díaz se permita verbalizar que “son inconstitucionales”, ella, la misma presidenta socialista que ha visto como sus siglas nacionales han necesitado del apoyo de partidos tan poco constitucionalistas como el secesionismo catalán antimonárquico en pleno; así como el otros ultras como Bildu etc. para lograr alcanzar la presidencia del Gobierno de España. Todos ellos partidos nacionalistas regionales muy críticos con todo lo nacional y por lo tanto muy poquito constitucionalistas…

Dice Lucas16:10 del Nuevo Testamento de Biblia que “El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho”. O dicho de otra manera; el que es desobediente en lo poco lo será en lo mucho; y si lo aplicamos a las cosas de la política y permitimos que, por sistema y de manera cada vez mas frecuente, se desprecie la obediencia a nuestra Constitución en demasiadas pequeñeces, como guiños de cesión ante los malhechores que quieren hacerla saltar por los aires, lo lamentaremos en muy poco tiempo.

La Constitución Española, como el Código Penal están, mientras sigan vigentes, para ser cumplidos por todos los españoles; y dudo que en un tiempo cercano haya ningún consenso para tocarla, retocarla, modernizarla, variarla, actualizarla o como quieran denominar a meter las zarpas en ella.

Se empieza cambiando el lenguaje, camuflando el contenido. Se obliga a la ciudadanía a sumir esos nuevos discursos, y se termina prohibiendo opinar a nadie que disienta.

Mara Colás

Locutora La Jungla Radio

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