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De orgullos, amenazas y Ocaña

martes 04 de julio de 2023, 16:14h

Las manifestaciones del Día Mundial del Orgullo, que han tenido lugar a lo largo del pasado fin de semana, se han convertido en las más políticas y combativas de los últimos años, ante la amenaza de que los progresos legislativos y sociales conseguidos a lo largo de décadas puedan volatilizarse en plazo récord. El avance del tsunami reaccionario que hace tiempo ha empezado a asolar distintos países pretendidamente avanzados y en su momento locomotoras del cambio, parece que está llegando a las costas españolas.

Las recientes y repetidas entradas triunfales de la bandería ultraderechista Vox en las instituciones, de la mano del Partido Popular (PP), nada tienen que ver con la que hizo Jesús en Jerusalén, porque si aquella tuvo lugar tras el entusiasmo popular provocado por la resurrección de Lázaro, esta apunta al entierro en una sima de logros legales y sociales, con la pompa y circunstancia fúnebres de un discurso de odio escenificado en la inmensa lona desplegada por Vox en la fachada de un edificio en el cruce de las madrileñas calle de Goya y Alcalá, en la que una mano con la pulsera de España tira a la papelera logos del movimiento feminista, de la Agenda 2030, de partidos comunistas e independentistas, y de la bandera LGTBI y trans, bajo el lema "decide lo que importa".

La lona del odio entre las calles Goya y Alcalá

Aunque la "lona del odio" se ha retirado por orden de la Junta Electoral Central, atendiendo a la normativa que prohíbe a los partidos realizar cualquier tipo de propaganda relacionada con las próximas elecciones generales del 23 de julio, antes del inicio oficial de la campaña electoral, cabe la posibilidad de que vuelva a la misma fachada a partir del 7, fecha en la que, según la misma norma ya será lícito y legal hacer campaña.

Entretanto, la bandera arcoíris y las libertades sexuales que se creían definitivamente asentadas, se han situado en el ojo del huracán del ticket PP-Vox. Francisco Piñol, concejal de Vox en el municipio pacense de Mérida ha llegado a equiparar la enseña LGTBI con el estandarte y pabellón de los pederastas; José Luis Rodríguez Almeida y otros ediles PPeros se han sacado de la manga una sentencia del Tribunal Supremo sobre banderas oficiales en edificios públicos, para evitar su colocación, a pesar de la que sentencia está recurrida y algunos Tribunales Superiores, como el de Aragón, ya han considerado que la bandera LGTBI no vulnera la ley; en el municipio madrileño de Valdemorillo, gobernado por PP y Vox, han prohibido la representación de la pieza teatral Orlando de Virginia Wolf, porque el protagonista cambia de sexo en distintos contextos históricos; y, por no extendernos, el grupo municipal de Vox en la villa madrileña de Getafe ha exigido la retirada inmediata de la obra La villana de Getafe, salida de la pluma del "Monstruo de naturaleza" y "Fénix de los Ingenios" Félix Lope de Vega, por sus "insinuaciones sexuales".

Cartel sevillano del Orgullo 2023

El errático discurso del candidato del PP a la presidencia en los próximos comicios, Alberto Núñez Felijoó, permanentemente enfangado en un errático "sí, pero no, según dependa, ya se irá viendo, aunque esta ley trans, no", tampoco ha ayudado a tranquilizar los ánimos del colectivo LGTBI.

De la alarma entre estos grupos da idea lo declarado por Óscar Rodríguez, vocal de Relaciones Exteriores de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales y más (FELGTBI+), al diario Público que: "Si en España ganara una coalición de la derecha con la extrema derecha, sería alarmante no sólo para nuestro país, sino para el conjunto de la Unión Europea donde somos un referente en estos derechos". No menos agoreros ni politizados han sido los discursos de los pregoneros y pregoneras del Orgullo en Madrid. La actriz Alba Flores, vino a decir que el Orgullo es un movimiento que se "subleva contra el fascismo" porque "los peligrosos son otros que pueden venir a arrebatar derechos"; mientras que el presidente de COGAM, Ronny de la Cruz clamaba que: "Este 23 de julio nos jugamos que nos tiren a la basura. Ni un paso atrás"; y la cantante Blanca Paloma, representante de España en Eurovisión, llamaba desde el escenario a votar "con orgullo", además de señalar que las movilizaciones de este año son “especialmente importantes” por el contexto de retroceso en que se producen.

En todo ese sombrío contexto de miedo y espanto de volver al pasado, llama la atención a quien esto escribe el escaso eco que en las fiestas del Orgullo 2023 ha tenido el cuarenta aniversario de la muerte de José Pérez Ocaña, más conocido como Ocaña, una de las más grandes y míticas figuras que ha dado la lucha por los derechos que ahora corren el riesgo de ser conculcados.

José Pérez Ocaña

Ocaña, artista, pintor, performer y por encima de todo activista de los derechos LGTBI, es un icono de la lucha de resistencia contra la barbarie franquista y sus leyes homófobas. Sevillano de Cantillana, donde el Viar vierte al Guadalquivir, hizo su vida en Barcelona, donde convirtió Las Ramblas en su escenario de contienda.

Allí estaba, el domingo 26 de julio de 1977, a pocos días de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, con los militantes del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), tomando las calles por primera vez en la historia para reivindicar los derechos de gais y lesbianas. Todavía estaba vigente e incluso reciente la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970, que había sustituido a la Ley de Vagos y Maleantes de 1954, pero que aún incluía penas de hasta cinco años de internamiento en cárceles o manicomios para los homosexuales y demás individuos considerados peligrosos sociales para que se "rehabilitaran". Estremece pensar que su total derogación no se logró hasta 1995.

Primera manifestación del Orgullo en 1977, Barcelona

Pepe Rivas, escritor, periodista y fundador de la revista alternativa Ajoblanco, nos dejó memoria en sus páginas de aquel acontecimiento: "… en cabeza Armand de Fluvià y Jordi Petit, los veteranos luchadores por los derechos de los homosexuales. Junto a ellos iban Camilo (Cordero), Ocaña, y Nazario (Luque), vestidos de sevillanas entre un revuelo de abanicos y volantes. En plena actuación de un cantautor, los tres reyes de la Ramblas coparon el escenario. Nazario llevaba una red en vez de camiseta, Ocaña iba con un traje negro de mujer y Camilo sólo vestía unos pantalones blancos. Allí plantados improvisaron un estriptis. A partir de aquello, toda convención se vino abajo".

Cartel del artista sevillano Daniel Dalopo

Pues que sepamos, en este Orgullo 2023, de aquel brillante agitador, artista singularísimo, y batallador incansable por los derechos LGTBI, solo se ha acordado el Ayuntamiento de Sevilla, que encargó el diseño del cartel al artista local Daniel Dalopo recordando la figura de Ocaña. Pero héteme aquí que el pasquín incluye la imagen de las hermanas y santas hispalenses Justa y Rufina. Tal ha indignado al grupo municipal de Vox, que ha exigido al nuevo alcalde, José Luis Sanz, del PP, que corrija la ofensa del PSOE y del anterior alcalde, Antonio Muñoz, a los sentimientos de, según ellos, una amplia mayoría de los sevillanos, por la utilización y manipulación de las imágenes de las patronas de la ciudad. Quizá ignoren los ediles, que Ocaña, en su modesta buhardilla de la Plaza Real barcelonesa, siempre mantuvo un primorosísimo altar dedicado a la Virgen de la Asunción, patrona de Cantillana, y que de la profundidad de sus sentimientos religiosos cabe poca o ninguna duda. Tal vez ignoren eso y todo. A lo peor, confunden religiosidad con machismo, homofobia, xenofobia y franquismo. Acaso sea eso.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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