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El arma invisible del genocidio

domingo 20 de agosto de 2023, 14:08h

Hoy, domingo 20 de agosto, se celebran manifestaciones populares en medio mundo para exigir el cese inmediato del bloqueo criminal y la limpieza étnica a la que la República de Azerbaiyán somete desde hace bastante más de doscientos días a la República de Artsaj.

Bajo el lema Rally for Life, distintas concentraciones en Nueva York, Londres, Minsk, Viena, Beirut, Camberra o Montevideo reclaman airadamente el fin de esta barbarie que se inició con la invasión del territorio arstají por tropas azeríes, fuertemente apoyadas por el ejército turco y por contingentes de mercenarios procedentes de Siria, en el marco de una operación relámpago, iniciada el 27 de septiembre de 2020 y concluida el 10 de noviembre del mismo año, con un ominoso acuerdo de alto el fuego.

Tras numerosos episodios de ejecuciones sumarias, salvajes torturas y decapitaciones entre la población civil, el pasado 12 de diciembre los invasores ordenaron el cierre total del corredor de Lachin, un puente sobre el río Hakari, que une Artsaj con la República de Armenia, por donde, hasta finales de año les llegaba a los sitiados alguna ayuda de emergencia.

Desde entonces, la crisis humanitaria de alrededor de 120.000 artsajíes, de lengua y cultura armenia, se ha agravado hasta extremos inconcebibles. Escasean dramáticamente los alimentos, el agua, la energía, las telecomunicaciones y toda suerte de provisiones básicas para la supervivencia.

Además, los veinte mil niños en edad escolar que sobreviven en el enclave ya hace tiempo que no pueden acudir a los centros educativos. Ante tal desafuero, la Corte Internacional de Justicia, el principal órgano judicial de Naciones Unidas, conminó a Azerbaiyán a poner todos los medios para: “… garantizar la libre circulación de personas, vehículos y carga a lo largo del Corredor de Lachin en ambas direcciones”, lo que hasta ahora se ha incumplido de manera flagrante, aún a pesar de ser un fallo vinculante.

Llamamiento a la comunidad internacional

Uniéndose a las protestas ciudadanas, el ex fiscal de la Corte Penal Internacional, el argentino Luis Moreno Ocampo, ha hecho un llamamiento desesperado a la comunidad internacional para detener el “genocidio” en curso, mientras que el pasado 15 de agosto el congresista demócrata estadounidense Adan B. Schiff pedía formalmente el Presidente Joe Binden que se pusiera en contacto con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y le conminara a terminar con el bloqueo. En el mismo sentido, las tres principales organizaciones internacionales de derechos humanos, Human Rights Watch, Amnesty International y Freedom House, han emitido firmes declaraciones exigiendo a los invasores la reapertura del corredor y el respeto a los derechos humanos de los artsajíes.

Por su parte, las tropas de paz rusas instaladas sobre el terreno a raíz del alto el fuego, teóricamente garantes del orden y la civilidad en la zona, parece que no saben ni contestan, quizá porque piensan que bastante tienen ya con lo que tienen en Ucrania. Entretanto, y mientras la población que tienen la misión de proteger lucha desesperadamente por su supervivencia, el destacamento sigue recibiendo un puntual y copioso aprovisionamiento en su base de helicópteros.

Origen del conflicto

Pero, llegados a este punto, quizá convenga recapitular sobre este conflicto que permanece en la oscuridad y el olvido para la gran mayoría de medios de comunicación españoles, a pesar de que en este que está ante sus ojos le ha dedicado, en varias ocasiones, la atención que sin duda merece.

Las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán, nunca han estado claras y sus dimes y diretes territoriales y culturales respecto a la demarcación conocida como Alto Karabaj o Nagorno Karabaj comenzaron cuando ambos países se independizaron el imperio ruso en el año 1918. Poco después, ambos países fueron incorporados a la Unión Soviética, y el 5 de julio de 1921 el entonces el responsable de la Comisaría del Pueblo para las Nacionalidades, Iosif Stalin, decidió la creación del Óblast Autónomo (demarcación administrativa o región) de Nagorno Karabaj (NKAO) dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.

Las desavenencias fueron continuas, hasta que, tras estrepitosa y precipitada caída del régimen en el país de los soviets, la población del territorio puso en marcha un referéndum de independencia del que salió la República de Artsaj, autoproclamada el 10 de diciembre de 1991, en la voluntad de reunificarse con la patria armenia. Azerbaiyán negó la validez de la consulta, mientras que Armenia la apoyó sin reservas. Del desacuerdo político se pasó al conflicto bélico del Alto o Nagorno Karabaj, que concluyó con un alto el fuego en 1994 y el reconocimiento de facto del nuevo estado. Del precario acatamiento da idea el hecho de que hasta el presente solo ha sido reconocido como país por Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria, aunque en noviembre de 2002 la República Francesa planteó su aceptación internacional ante la asamblea de Naciones Unidas.

Pero una nueva guerra ya estaba en marcha y esta vez, con el apoyo incondicional del poderoso ejército turco, las pretensiones azeríes se hicieron realidad y derivaron hacia la actual situación de estrangulamiento de la pequeña república artsají.

La barbarie, en gran medida pergeñada por el delirio neoimperialista otomano del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, carece de límites. Baste un ejemplo. El pasado 29 de julio, los invasores autorizaron a la Cruz Roja Internacional para que procediera al traslado de un arstají de 68 años gravemente enfermo a un hospital de la vecina Armenia, pero al llegar al puesto de control azerbaiyano el paciente fue detenido y sometido a un interrogatorio del que nunca regresó. Parece que ha terminado en Bakú, capital de Azerbaiyán, donde se ha iniciado contra él una causa penal por supuestos crímenes de guerra.

Artsaj, la trinchera avanzada del último bastión cristiano en el Cáucaso, Armenia, rodeado y hostigado por los estados islámicos de su frontera, Turquía, Irán y Azerbaiyán, está a punto de caer, a pesar de que la OTAN sigue llamando, aunque con la boca pequeña, a la búsqueda de una solución pacífica.

El ya citado Luis Moreno Ocampo, exfiscal de la Corte Penal Internacional, lo ha dejado meridiana y dramáticamente claro en su informe elaborado a raíz del cierre del corredor de Lachin por parte de Bakú: "El hambre es el arma invisible del genocidio. Sin un cambio radical inmediato, este grupo de armenios será destruido en unas pocas semanas".

Aterrador.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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