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Nabohermoso del Brexit

jueves 02 de marzo de 2023, 10:18h

Los mentores entusiastas del Brexit, augures en su promulgación de que en poco tiempo se llenarían las arcas del Estado, contemplan, con cierto estupor, que, de un lado, se desinflan los optimistas presagios antedichos, y de otro se vacían de verduras los lineales de los supermercados. Más allá de razones derivadas del incremento de precios provocado por la guerra de Ucrania y las malas cosechas en los países mediterráneos tradicionales suministradores, parece que la salida de la Unión Europea está resultando un mal negocio para el Reino Unido.

Thérèse CoffeyPero tratando de hacer de la necesidad virtud, y ante la práctica desaparición en sus mercados de tomates, acelgas, espinacas, brócolis, pimientos y lechugas, la británica Secretaria de Estado de Medio Ambiente, Alimentación y Medio Rural, Thérèse Coffey, ha recomendado a sus compatriotas que vuelvan su vista a los nabos, recordándoles que estos fueron durante siglos la base de su sustento, hasta que progresivamente fueron desplazados de la olla por las patatas americanas. Apoyando la idea y al grito, más o menos, de: “Volved al nabo, coterráneos”, el prestigioso diario The Times ha llevado a sus páginas cantos y loas sobre las bondades nutricionales del tubérculo en raíz pivotante, blanca, dulzona y carnosa, al tiempo que ofrecía a su lectores recetas que lo acompañan con salsa de curry, lo añaden al cordero o lo convierten en ingrediente de caldos escoceses.

Poniendo nuestro granito de arena en el serón de la señá Thérèse, diremos aquí que el nabo es fuente de betacarotenos, con propiedades antioxidantes que favorecen la eliminación de los tan temidos radicales libres; generoso en potasio, metal alcalino que participa en distintas reacciones metabólicas, esencial en la transmisión del impulso eléctrico en el sistema nervioso y reductor de la tensión arterial, tanto sistólica como diastólica, por lo que resulta de singular interés para personas hipertensas; abundante en magnesio, que participa en el desarrollo óseo, la producción de proteínas, la contracción muscular, la salud dental y el buen funcionamiento del sistema inmunológico; y estimable en vitamina C, antioxidante que contribuye a la salud de huesos, cartílagos, dientes y encías, además de proteger frente a infecciones y favorecer la correcta absorción de hierro. Además, tiene un interesante potencial antiinflamatorio, y su alto contenido en fibra mejora el tránsito intestinal, alejando riesgos de estreñimiento y reduciendo las tasas de colesterol en sangre, lo que le convierte en aliado de la prevención y tratamiento de la diabetes de cualquier tipo. A más a más, su bajísima aportación calórica le hace ideal en dietas de control de peso o adelgazamiento.

Y hechos los honores nutricionales, forzoso es abrir el capítulo coquinario. Los nabos se pueden encurtir, lo que les dotará de un nuevo valor probiótico que contribuya a la buena salud de la microbiota, otrora flora, intestinal, nuestro segundo cerebro; incluirlos en guisos de cordero y verduras; acompañar una pechuga de pollo o gallina al cava; trocearlos Arròs amb fesols i napsmenudos y cocidos al dente en platos de pasta; picarlos como base de hamburguesas veganas; asarlos con puerros y calabaza, lo que los italianos llaman rape in teglia con porri e zucca; cortarlos en juliana para confeccionar la sopa del mismo nombre; convertirlos en coprotagonistas del arròs amb fesols i naps, mientras se canturrea aquello de: “Per a ofrenar noves glòries a Espanya, tots a una veu, germans vingau” o acompañarlos de manitas de cerdo, como los que cocinó el sabio pisano Galileo Galilei la noche en la que, con su artesanal telescopio de refracción, mostró por vez primera a su buen amigo fray Paolo Sarpi, las cuatro lunas que parecían girar en torno a Júpiter.

Fiestas de los Nabos en San Martín del Rey AurelioNi qué decir tiene que el recetario es mucho más amplio y para conocerlo en mayor profundidad, conviene dejarse caer en noviembre por la Fiesta de Los Nabos que se celebra en San Martín del Rey Aurelio, Valle del Nalón, Principado de Asturias, o pasarse a “besar el nabo” el día de San Antón en La Foz, Concejo también asturiano de Morcín, dentro del anual Gran Capítulo de la Cofradía de los Nabos. Tampoco está de más, que nunca es mal año por demasiado nabo, releer La vida del Buscón quevediano e imaginar al dómine Cabra exclamando: “¿Nabos hay? No hay para mí perdiz que se le iguale”.

Para quien esto escribe, el recuerdo del nabo en la memoria del paladar remite, a estas fiestas de las que disfruté cuanto me plugo en la edad adulta, y mucho antes a la infancia, porque siempre estuvo presente en el cocido que era condumio cotidiano de casa en más de dos tercios del año, y a la juventud adolescente a través de una anécdota que permanece viva en mis nostálgicas reminiscencias. Andaba yo vagando por la Escuela de Maestría Industrial de Delineantes de Madrid, allá por 1967, lapso en el que el Tribunal Supremo ilegalizó al sindicato Comisiones Obreras y en las playas españolas se empezaron a ver los primeros bikinis, gracias a la declaración de Naciones Unidas Naboscomo Año Internacional del Turismo y a la permisividad del alcalde de Benidorm, cuando a mi curso le correspondió realizar un examen final dibujando una estación de ferrocarril que había de situarse en un municipio imaginario. Un compañero tuvo la humorada de llamar al pueblo ficticio Nabohermoso del Caudillo y el chiste no le hizo maldita la gracia al profesorado evaluador, de resultas que el alumno fue severamente castigado, no se sí con la expulsión del centro educativo o con la degollina en la Plaza Mayor, aunque creo que en lo segundo me lío con don Rodrigo Calderón de Aranda, valido del duque de Lerma. El caso es que el topónimo se quedó danzando, y hasta hoy, en las neuronas que pululan entre el hipocampo, la corteza prefrontal y la amígdala, para rebautizar ahora la reciente iniciativa de Ms. Coffey como Nabohermoso del Brexit. Nombre, ya sé, de comicidad dudosa, pero se hace lo que se puede, o, lo que es lo mismo y al caso viene, you do what you can.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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