www.diariocritico.com

No vivimos acá, nos trajeron las ondas

No vivimos acá, nos trajeron las ondas
Ampliar
martes 20 de junio de 2023, 10:02h

Desde mediados de este mes la organización cívica Dignidad Democrática Madrileña viene organizando, en el madrileñísimo restaurante Casa María, unos paneles de debate que, con el título de Madrid, ¿se puede o no se puede?, pretenden servir de marco para el análisis y la reflexión en torno a la próxima convocatoria electoral. En el primero, del pasado miércoles, día 13 del corriente, sentaron plaza la jueza emérita y exalcaldesa de Madrid, Manuela Carmena; el poeta y Presidente del Instituto Cervantes, Luis García Montero; la directora de Demos Lab, María Caso; y Félix Santos, el que fuera director de la mítica revista Cuadernos para el diálogo. Tanto en sus intervenciones como en las que fueron desgranándose en el debate posterior, se fue deslizando un cierto pesimismo derivado del cada vez mayor grado de manipulación de la opinión pública por parte de unos medios férreamente controlados por el gran poder económico y las ideologías más conservadoras. En general, de acuerdo con el diagnóstico en grueso, aunque a mi juicio, que someto a otros mejor fundados, creo que habría que distinguir entre información, que el sujeto puede recibir más o menos cocinada, y percepción, que, aunque también puede verse lastrada por algún grado de subjetividad, no está mediada por el artificioso tratamiento que haya podido darle un profesional del periodismo o la propaganda.

Poniendo que hablo de Madrid, habida cuenta de que ese es el objetivo de los paneles antedichos, produce vértigo, por ejemplo, constatar el ninguneo y a veces prudente silencio que los grandes medios le han dedicado al reciente informe de la revista científica Epidemiology sobre las muertes de ancianos en las residencias públicas de la Comunidad de Madrid durante la primera ola de la Covid-19. Un informe que, además, ha venido a coincidir con protestas de familiares de las víctimas ante los juzgados de Plaza de Castilla, donde se sustancia una querella para que se investigue a fondo y se depuren responsabilidades, si las hubiere. En esa misma línea, los damnificados han decidido crear una “Comisión de la Verdad” que estará presidida por el magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Luis Martín Pallín, prestigioso jurista que no duda en calificar aquellos siniestros protocolos como próximos a las leyes de eugenesia nazi, que se llevaron por delante a individuos que llevaban una “vida indigna de ser vivida” (Lebensunwertes Leben). Ante todas estas informaciones, se diría que el lobby mediático más conservador ha construido una suerte de sarcófago, similar, en lo ideológico, al que cubre y contiene el reactor nuclear de Chernóbil.

Sobresaturación del Metro de Madrid Pero dejemos atrás la posible manipulación y entremos de lleno en la percepción con otro ejemplo madrileño. Hablemos del transporte público incluido en el llamado Consorcio Regional de Transportes de Madrid, que en su conjunto viene sufriendo un deterioro de extraordinarias proporciones desde la penúltima y última convocatorias electorales que han venido dando los gobiernos de la Comunidad y el Ayuntamiento al Partido Popular. El bus urbano, reducido drásticamente en el número de unidades y por ende en su frecuencia de paso, ha convertido el servicio en algo que a los más viejos del lugar nos recuerda a los coches del línea del cine berlanguiano; el Cercanías ha declarado el Estado de Avería Permanente; y el Metro ha entrado en situación de distopía amenizada por trompetería apocalíptica, reduciendo su servicio como a la mitad del de hace dos o tres años, lo que lleva a una hora punta cotidiana de entre dieciséis a diecisiete horas. Las expresiones coloquiales “como sardinas en lata” o “como piojos en costura” serían hoy una forma amable y edulcorada de describir lo que a cualquier hora se ve en los vagones atestados hasta extremos que, sin extendernos en la minimización del sufrimiento, evitación de lesiones y prevención de enfermedades infecto-contagiosas, muy difícilmente cumplirían las más elementales normas de la UE sobre la protección de los animales durante el transporte.

Pues eso, al aproximado millón y medio de usuarios diarios de la “prestación” no se lo cuenta medio de comunicación alguno, sino que lo percibe directa y personalmente. En este punto, pasma y maravilla contemplar la docilidad y mansedumbre con la que el personal damnificado acata la situación. De tan magnífico grado que se dirían sucesores de aquel Job profeta de las Escrituras, que, llagado de pies a cabeza y tendido sobre ceniza, hacía gala de su mejor humor mientras se rascaba las úlceras con una tejuela.

Asambleas callejeras del 15-MNo obstante, hasta aquí seguimos con el dichoso diagnóstico, porque por mucho que los grandes medios de comunicación adulteren o mangoneen la información, carece de explicación aparente que una ciudadanía que hace doce años se echó a la calle para discutir en asambleas vecinales y profesionales temas de educación, sanidad, vivienda, participación política, protección a mujeres maltratadas o lucha contra los recortes en lo público, se haya convertido hoy en una masa de individuos que aceptan resignados y hasta jubilosos sus tristes sinos.

En mi condición de sociólogo chisgarabís e historiador chiquilicuatro del pensamiento, me veo en la obligación de acometer la tarea de afinar alguna hipótesis, al menos en la línea de los “Estudios superficiales” de mi admirado pintor, historiador del arte, escritor y sobre todo poeta José Moreno Villa, que él describía como “estudios de percepción directa, sin gran dosis de preparación libresca, intuitivos y sugerentes”. Desde esos presupuestos me aventuraría a conjeturar que dos son las razones que han llevado a este estado de postración colectiva: la activación de una peculiaridad genética hispana que había permanecido en estado de vida latente, y la generosa provisión de mensajeros neuroquímicos que el teléfono móvil garantiza.

José Moreno Villa

En cuando a la primera, para cualquiera, es evidente que algo debió ocurrir en el genoma hispano y durante los Siglos de Oro, para que la sociedad aceptara con toda naturalidad que los mendigos tuvieran criado o sirviente, como se encarga de explicar Lázaro de Tormes y el grueso de personajes que transitan por la novela picaresca. La activación contemporánea de ese gen durmiente, se ha producido cuando hemos dado el salto desde un sistema económico neoliberal a otro neofeudal, en el que las emergentes relaciones feudo-vasalláticas han dado lugar a una gran variedad de castas semi esclavas; de manera que, por baja que sea la categoría social del individuo, siempre contará con la posibilidad de que un “intocable” le lleve cualquier fruslería a su casa en día feriado. Que las fuerzas políticas progresistas puedan acabar con tal situación produce un horror vacui en el personal y orienta claramente la dirección de su voto.

Por lo que a la segunda se refiere, multitud de estudios corroboran el papel protagonista del teléfono móvil a la hora de nutrir el sistema de recompensa cerebral, suministrándole rumbosas dosis de dopamina, serotonina y ácido gamma-aminobutírico, mensajeros neuroquímicos que otrora entrenaban y actuaban con la lectura, el deporte o el debate. No importa lo que tarde el transporte público si tenemos el telefonín a mano.

Y si alguien me pregunta que cómo hemos llegado a esto, le contestaré, como no podría ser menos, con un verso de Moreno Villa: “No vinimos acá, nos trajeron las ondas. / Confusa marejada, con un sentido arcano,/ impuso el derrotero a nuestros pies sumisos”.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios