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Volveremos a tu huerto y a tu higuera

viernes 05 de mayo de 2023, 10:22h

'El poeta necessari' en las AtarazanasDecíamos ayer, en sustantivo y referido a la semana pasada, que daríamos cuenta de la exposición que tiene lugar en las valencianas Atarazanas del Grao/Drassanes del Grau y que se dedica a la memoria de Miguel Hernández. Y como lo prometido es deuda, venimos en manifestar que, con el título de El poeta necessari, la muestra brinda un ameno y didáctico recorrido por la vida y obra hernandiana, básicamente en fotos y paneles de texto que cuelgan de las paredes de las naves, otrora guardería de remos y otros aparejos, vigiladas desde siglos por los elegantes arcos diafragmáticos y ojivales del gótico valenciano. Muestra hermosa y necesaria, como el personaje al que se dedica, que, más allá de las novedosas instantáneas tomadas por el alemán Walter Reuter, de las que ya se habló en extenso y en la anterior entrega, ofrece al visitante la original y novedosa contemplación de unas tiernas ramas y hojas de higuera que son a la vez hijas y clones de la que crecía y asombraba en el huerto y patio trasero de la casa del poeta en Orihuela. La higuera de Miguel en Orihuela Aquella higuera a la que Miguel se refería cuando conminaba a su amigo Ramón Sijé, con quien tanto había querido, a desamordazarse y regresarse de la muerte para poder hablar con él de muchas cosas: "Volverás a mi huerto y a mi higuera:/ por los altos andamios de mis flores/ pajareará tu alma colmenera".

La idea de reproducir en piezas genéticamente idénticas la higuera de Hernández, para conferirle la misma eternidad que al que fuera su amito, empezó a gestarse con motivo del centenario de su nacimiento en 2010. Por aquel entonces, la situación de la bucólica planta era más que preocupante. En enero de 2011, César-Javier Palacios, periodista ambiental, geógrafo y doctor en Historia del Arte, visitaba la mágica huerta oriolana y escribía esto en el diario 20 Minutos: "Pobre higuera. Es preciosa, robusta, pero la tienen machacada (.) Mutilada más que podada. Y a la que un jardinero ignorante ha rellenado los huecos de su vejez con injustificables pegotes de cemento. Abandonada a su suerte, nada ni nadie impide a los turistas hacer lo que quieran con ella, y por eso todo el suelo aparece dynamicado por el pisoteo de las visitas que, sin saberlo, ahogan sus raíces".

Ese mismo año, a los responsables del diario murciano La Verdad se les ocurrió hacer acopio de un par de centenares de esquejes, procedentes de las salvajes podas realizadas a la higuera madre, que fueron repartidos por toda España, palacios de la Zarzuela y la Moncloa incluidos. Tal iniciativa se acompañó de la peregrina ocurrencia de brindar a sus lectores de Orihuela un "trocito" de la higuera hernandiana junto a un certificado municipal que acreditaba su origen, como si fueran, reseña Palacios: ". trozos del muro de Berlín, vulgares piedras o huesos de santo".

Trocitos de higuera Seis años después, en 2017, el voluntarismo y la improvisación, en todo caso meritorios y dignos de encomio, empezaron a sustituirse por acciones con mayor fuste y apoyadas en criterios científicos. La ilicitana Universidad Miguel Hernández (UMH) y el Ayuntamiento de Orihuela firmaron un convenio de colaboración para brindar protección a ese vegetal patrimonio, poniendo al frente del proyecto a los profesores Juan Martínez Tomé y Adrián Grau, especialistas en producción vegetal y microbiología. El tándem inició un proceso de recuperación urgente del árbol, tras saber, por boca del arqueólogo municipal, que a la higuera le podrían quedar unos diez años, a lo sumo quince, de vida, tras ciento diez de "enhiesto surtidor de sombra y sueño", en imagen del poeta montañés Gerardo Diego. Empezaron tapando las oquedades para que no entraran por ellas insectos o plagas; continuaron colocando un pilar para apoyar una gruesa rama que amenazaba desmoronamiento inminente; siguieron, labrando y plantando el terreno adyacente para que la tierra dejara de estar apisonada y pudiera respirar; y concluyeron el tratamiento de choque dotando al espacio de algo tan básico como un sistema de riego automático. Era el momento de pasar a la siguiente fase, para, como dice el periodista de La Verdad Jesús Nicolás: ". dar descendencia a este fruto bendecido por la poesía", y actualmente ya son más de cien los hijos y clones de la higuera que crecen y se desarrollan confortablemente en el invernadero de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO).

La idea, aunque ahora revestida con un manto de I+D, es antiquísima y se les ocurrió a los monjes coptos que custodiaban la higuera donde la tradición asegura que la Virgen María lavó al Niño Jesús, tras entrar en La higuera de la Virgen en El CairoEgipto huyendo del edicto infanticida de Herodes I el Grande. En 1645, el árbol mítico se encontraba en tan lamentable estado que los frailes decidieron esquejar en lo más sano y sembrar una planta sucesoria que creció y se desarrolló sin contratiempos, hasta que fue necesario recurrir a una tercera generación de clones que hoy sigue dando generosos frutos en el sagrado recinto del distrito cairota de Al-Matariyah, en el extremo norte de la capital egipcia. Curiosamente, hasta allí llegó un venturoso día Montserrat Pons i Boscada, farmacéutico del municipio mallorquín de Llucmajor, y consiguió convencer a los celosos coptos para que le donaran un esqueje de su venerada planta. Aquel vástago agarró con fuerza en la tierra balear y hoy, convertido en árbol, crece pimpante en la Finca Son Mut Nou de la Marina de Llucmajor, junto a otras tres mil hermanas de más de mil trescientas variedades procedentes de sesenta y cuatro países, que en su conjunto forman la más importante colección de higueras del mundo.

Sobrecoge pensar que es la misma higuera que, bajo su benéfica sombra, acogió a Jesucristo en su infancia y a la vez pasma el poco afecto que el Hijo de Dios manifestó por la planta en su edad adulta. Así, uno de sus milagros, referido en los evangelios de Marcos y Mateo, consistió en maldecir una higuera y convertirla en estéril tras constatar que la misma carecía de frutos. Y ello sin tener para nada en cuenta que aquel momento bien podría no haber sido temporada de brevas, que suele caer en junio, o de los higos que se dan entre agosto y septiembre. Personalmente, y aunque me esté feo el decirlo, nunca he entendido y me irrita ese prodigio cristiano. La exégesis tradicional dice que Jesús muestra en el acto su Divinidad, imponiendo su autoridad a la naturaleza, mientras que la teología protestante lo considera como eje de la Teoría del Reemplazo o Supercesionismo, en el que la higuera representaría al pueblo de Israel cuya relación con Dios han subvertido los cristianos. No me convencen ninguna de las dos explicaciones. Y de antemano pido disculpas a los creyentes a los que tal cosa ofenda, pero me pasa lo mismo que a Charles Darwin, que no puedo persuadirme de que un ser benévolo y omnipotente creara intencionadamente a las icneumónidas, esas diminutas avispas que inyectan sus huevos en las orugas para que, al eclosionar, se alimenten de sus entrañas. Y algo similar podría decir del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida y su decisión, hace ahora tres años, de intentar escamotearnos los versos de Miguel en una de las tres placas previstas en el Memorial del Este o Almudena, pero eso, como diría Rudyard Kipling, ya es otra historia y a peor no viene ni a cuento.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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