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Ya se oyen los claros clarines

lunes 27 de marzo de 2023, 12:54h

Parafraseando en libérrima impostura a Rubén Dario: “Ya se oyen los claros clarines, las agudas cornetas y los vibrantes tambores. La espada se anuncia con vivo reflejo; ¡ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines!”. Dicho en prosa sencilla, empiezan a escucharse las marchas que acompañarán a las procesiones de Semana Santa, un género que consta de tema, desarrollo, trío y reexposición del tema, que en ocasiones cuenta con reintroducción y coda. Resonancias que anuncian la inminencia de los solemnes desfiles de la cristiandad católica pascual, un acontecimiento que en el tiempo cósmico coincide con los días en los que cae la primera luna llena después del equinoccio de primavera.

De tal coincidencia, sabían y mucho los babilonios de entre el dos mil y el quinientos, año arriba, año abajo, de antes de Cristo, que hicieron coincidir esos días con la caída en el Eúfrates y desde el cielo, de un huevo del que salió la diosa Astarté o Ishtar, mito del que bebieron celtas, romanos, chinos, japoneses, y los mismos cristianos. Momento de renovación física y metafórica tras el largo letargo invernal. Pero más allá de las fiestas hueveras, comunes a la casi totalidad del planeta, la singularidad cristiano-católica son las marchas procesionales. Unos desfiles que nacieron como representación teatral de la pasión de Cristo en los pórticos de las iglesias y que luego, tras abandonar el estricto marco de los templos, se extendieron a las calles donde los actores fueron sustituidos por imágenes de madera, cerámica, tela y pedrería. Tales paradas se iniciaron en el siglo XVI, pero su apogeo empezaría una centuria después, con la Contrarreforma, que intentaba salir al paso de los desvaríos doctrinales promovidos por Martín Lutero. Cofradías y hermandades se lanzaron entonces al reto de dotar de pompa y circunstancia los hechos acaecidos entre la Última Cena y la crucifixión y muerte del Mesías en El Calvario o Gólgota, sito extramuros de Jerusalén.

Procesión de disciplinantes, Francisco de GoyaParte sustancial del espectáculo eran los disciplinantes o autoflagelantes, de los que nos dejó memoria gráfica el gran pintor Francisco de Goya, hasta que el déspota ilustrado Carlos III privó a la peña, todo para el pueblo pero sin el pueblo, de tan entretenida práctica, aunque hay que decir que tal ha sobrevivido en Filipinas, durante centurias colonia española y gobernada en sistema de dictadura frailuna, y en un pueblo español y riojano, San Vicente de la Sonsierra que, en la Procesión de los Picaos, el personal y gentío puede seguir pasmándose ante penitentes que se azotan y zurran el espaldar hasta que los hematomas subsiguientes son “picados” con trozos de vidrio por familiares y amigos, para que la sangre no se amontone y fluya como es debido.

Procesión de los Picaos en San Vicente de SonsierraEn este punto conviene aclarar que aunque la mayoría de las procesiones tengan lugar durante el estricto periodo de la Semana Santa -que este año irá desde el 2 de abril, Domingo de Ramos, hasta el 9, Domingo de Gloria o Resurrección- algunas se adelantan a este viernes que viene, llamado de Dolores o de Concilio, que conmemora el desasosiego y sufrimiento de la Virgen María al intuir la que se le viene encima a su santísimo hijo. En Madrid, que con ser Madrid y ser una ciudad tan grande, sale el sol por la mañana y se pone por la tarde, en este próximo viernes 31 procesionarán el Cristo del Perdón y María Santísima de la Misericordia, y el Cristo del Pozo y Nuestra Señora de los Dolores. Caravanas recatadas y austeras que poco tienen que ver con algunas de las festivas y afamadas turbamultas sevillanas como la de la Esperanza de Triana en la que no pocos fieles, desatados en fervor y en la emocionante curva que toma el trono para acometer el puente que lleva a Sevilla cruzando el Guadalquivir, le gritan a su venerada imagen: “¡Te duele el coño de ser bonita!” y piropos similares.

Procesión de Nuestro Padre Genariìn en LeónSíntesis de lo sagrado y profano, que llegará al sursuncorda en León, cuando los miembros de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, recorran el barrio húmedo para honrar a su patrón, el pellejero, despreocupado y dipsómano Genaro, que falleció en 1929 tras ser atropellado, las cosas de la vida, por el primer camión de la basura que tuvo la ciudad, justo cuando evacuada aguas menores a los pies de la muralla. Llegarán los feligreses con el sitial y poltrona del “santo borracho” a ese mismo punto, con la imagen de Genaro flanqueado por dos cubas de orujo y tras haberse desgañitado con soflamas y arengas del tipo: “Genarín, valiente, queremos aguardiente” o “Genaro, si te estrujo sale orujo”.

Llegados a los pies del pétreo cercado, la parroquia se encarama hasta la cima para depositar allí una rosca de pan, un trozo de queso, unas naranjas y una botella de aguardiente, mientras declaman solemnes: “Y siguiendo tus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en tu memoria, una copina de orujo”.

Procesiones laicas de L'Hospitalet de LlobregatMenos irreverentes, pero también laicas son las procesiones de L’Hospitalet de Llobregat, que nacieron desde el fervor de un grupo de emigrantes andaluces que en la Semana Santa de 1977 se hallaban congregados en un sencillo bareto mirando la retransmisión por la tele de las procesiones de Sevilla. Nostalgia, evocación y melancolía se hicieron un todo entre la concurrencia y alguien con maña se ofreció a dibujar la imagen de la Madre del Señor en el delantal de un camarero. Luego montaron una suerte de altar sobre una caja de cervezas, lo colocaron sobre la mesa y se echaron a la calle con el trampantojo procesional. La iniciativa fue mal recibida por las autoridades eclesiásticas, que se negaron a darles amparo estatuario formal, pero ellos siguieron a lo suyo y hoy, con parafernalia comparable a la que cualquier cofradía eclesiástica, cada Semana Santa se celebran cinco procesiones, entre las que sobresale la del Viernes Santo, de Jesús de Nazareno y la Virgen de los Dolores, una de las más multitudinarias de Cataluña.

En el fondo, todo viene a ser patafísica, esa ciencia paródica que pergeñó el disoluto dramaturgo francés Alfred Jarry, dedicada “al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones” y a la que se encomendó el inclasificable melillense Fernando Arrabal cuando, en 2009, subido en andas, cruzó en procesión por el centro de Salamanca, entre el Palacio de Anaya y la Catedral, seguido de unos centenares de fieles a los que se dirigió emocionado diciendo: “Estar entre vosotros es mejor que una felación de frambuesa”.

Pues eso, que se nos llega la patafísica, universo complementario constituido por excepciones. Y que este Viernes de Dolores empiezan las procesiones.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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