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Habilidad, el all-in de toda actividad: ¿Cuestión de actitud o aptitud?

Habilidad, el all-in de toda actividad: ¿Cuestión de actitud o aptitud?
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martes 01 de septiembre de 2020, 20:11h

Durante las últimas décadas, algunas actividades que solían encontrarse en la vida cotidiana han pasado a formar parte también de las actividades destinadas al tiempo libre. Un ejemplo de ello son la cocina, el deporte o los juegos. Seguramente recuerdes alguna imagen de tu infancia donde los más mayores de la casa estén reunidos haciendo alguna de estas tres actividades. Quien más y quien menos habrá visto a su abuela cientos de veces preparar la comida para una multitud de gente, bien en Navidad, Pascua o cualquier día de comida familiar. Con toda seguridad no se planteaba ponerse a cocinar por el simple hecho de experimentar o porque tenía un rato libre, sino más bien porque había que hacerlo.

De la misma manera, ¿quién no ha presenciado en alguna ocasión la imagen de un grupo de personas mayores reunidas en la calle mientras echan una partida de cartas? Si eres de algún pueblo del interior, o has visitado alguno, con toda certeza te habrán venido imágenes del pasado a la cabeza al leer esto.

Antiguamente, no se realizaba deporte como lo conocemos en la actualidad. De hecho, solamente los que se dedicaban profesionalmente a ello lo practicaban de forma regular. No obstante, el hecho de no practicar deporte de forma profesional o tomarse un tiempo extra para dedicarlo de forma consciente como se hace actualmente (ir al gimnasio, asistir a clases de yoga, etc.), no quiere decir que no se hiciera ejercicio. Y es que en la mayoría de oficios antiguos se requería de fuerza física continuada para llevarlos a cabo. La gente que trabajaba en el campo, por ejemplo, pasaba el día realizando ejercicio físico y probablemente no se paraba ni a pensarlo. A ellos no les faltaba ni actitud ni aptitud, porque sabían que había que sacar a la familia adelante.

Las situaciones y los tiempos cambian, y con ello las personas y sus costumbres. Hoy en día, en los países desarrollados existen tantas posibilidades y se ha llegado a tal estado de bienestar, que muchas personas tienen tiempo libre y no saben qué hacer con él. De ahí surgen las aficiones y los gustos por unas actividades determinadas u otras. Si bien es cierto que no todo el mundo es apto para cualquier actividad, ya que personalidades como Mozart o Picasso no se dan todos los días, hay actividades que son más fáciles de lograr con éxito si el que la realiza pone de su parte, es decir, si presenta la actitud correcta.

En el caso de la cocina se daría una situación parecida. Hay quien dice que para cocinar es necesario tener buenas manos, y es que puede que en algunos casos nos sirva esta expresión como puede serlo en un juego donde saber las jugadas no significa que tengas la habilidad para llevarlas a cabo, es decir: conocer las manos de poker, a diferencia de tener manos para el poker. Tanto el juego como la cocina o cualquier actividad que requiera una habilidad puede estar al alcance de todos en su sentido más básico, pero saber qué hacer con esa habilidad en concreto parece ser algo menos común y más dado al tipo de persona. Si lo has intentado en varias ocasiones y se te siguen quemando los bizcochos, pegando el arroz o las verduras se te quedan crudas, tal vez es mejor que pruebes con otro hobby.

No pasa nada por no ser el mejor chef de la familia o el que más corre, ya que no todo el mundo es apto de la misma manera para según qué tipo de actividades. Y está bien así, porque no ser el mejor no significa en ningún caso que no se pueda disfrutar de ello o mejorar con el tiempo, ya que en muchos casos lo más importante es la actitud con la que se afronta esa actividad.

Poco se enseña en las escuelas acerca de la importancia de la actitud a la hora de realizar cualquier actividad, desde la más sencilla y rutinaria, como hacer la cama o terminar los deberes, hasta algunas más complicadas, como resolver problemas matemáticos o cambiar la rueda de un coche. Por supuesto, tener ciertas aptitudes es fundamental para poder realizar algunas tareas con éxito, y siendo realistas, alguien que no sepa nada de matemáticas y física no va a poder ser astronauta por muy buena que sea su actitud. De la misma forma, un deportista de élite que tenga una condición física envidiable, probablemente no llegue a lo más alto si en vez de ir a los entrenamientos prefiere disfrutar de su tiempo de ocio en los momentos en los que debería prestar más atención y cuidado hacia su profesión, es decir, si tiene una mala actitud.

El truco en este caso sería buscar qué habilidades tiene cada uno y explotarlas al máximo. Una de las cosas buenas del ser humano es la diversidad que presenta cada individuo, lo cual hace que todos sean un poco especiales, ya que no hay dos iguales.

Por supuesto, no hay que cerrarse en banda y pensar que uno jamás será capaz de realizar una actividad determinada, por muy complicada que esta sea. Si uno ve que tiene potencial y podría ser apto para hacerlo, con una buena actitud y constancia se puede conseguir la habilidad. Si no, toma como ejemplo a muchos deportistas paralímpicos, quienes tras sufrir algún accidente no dejaron de practicar su deporte favorito y decidieron incluso competir a nivel profesional.

Si tus condiciones físicas y mentales lo posibilitan, ten por seguro que con una buena actitud y dedicación vas a terminar siendo hábil en esa tarea. Seguro que conoces la “regla de las 10.000 horas”, según la cual solamente necesitas 10.000 horas para ser experto en algo. Así que no todo está perdido: invierte el tiempo que sea necesario y conseguirás lo que te propongas. Y si no, tampoco es el fin del mundo, porque por suerte, la lista de posibilidades es infinita y seguro que te faltan días de la semana para poder dedicarle tiempo a ello.

Habilidad y aptitud van de la mano, pero sin la actitud no irán a ningún lado.