Dicen que Sánchez Dragó se excedió e incluso que se equivocó en sus comentarios sobre la suciedad de los madrileños. Vayamos por partes.
Este señor, escritor y ahora presentador de la tele de Esperanza Aguirre, ni se ha merecido nunca mi admiración ni creo que le importe, asó como tampoco genera en mí un sentimiento de rechazo hacia su persona. Le conocí de chico en Soria, la ciudad que él amaba para vivir pero que hasta se le ha quedado grande, dice, porque hay muchos coches y tránsito en la actualidad. Estaba sentado en un banco, leyendo, a las afueras de la bella ciudad, y mis padres le saludaron en cuanto le reconocieron. Era (lo digo en pasado porque desconozco su actual talante) una persona sencilla y cercana, nada presuntuosa ni de mirada altiva. Ahora me parece, en ocasiones, un fantoche 'anti-progresista', dice él mismo, cuando aún no sé qué tiene de malo ser progresista. ¿Es mejor ser ‘regresista’? Es decir, reaccionario, señor diccionario.
Me parece un pelele de la derecha más rancia -sus palabras siempre duras para el socialismo me parecen de la guerra fría- le han hecho ganarse inmerecidamente un espacio en Telemadrid, presentando ‘Diario de la noche’. No lo veo ‘intrusista’, pues sus devaneos en la profesión los ha tenido. Pero una cadena pública y de prestigio siempre debe mirar el currículum. Y presentadores y periodistas los hay mejores que él a patadas en el mundo de la televisión.
Pero a pesar de todo, incluso de todos estos argumentos esgrimidos en su contra, creo que es de una altura intelectual más que loable. No me encantan sus libros, pero me parecen muy interesantes algunos de los que he leído. Y lo más importante, estoy totalmente de acuerdo con lo que dijo en una entrevista reciente sobre la suciedad de los madrileños.
Literalmente dijo: “Los españoles son uno de los pueblos más sucios de la Tierra y los madrileños ni te digo. Y los emigrantes, aún peor”. Por esta frase se ha ganado dos ‘enemistades’: por criticar a los madrileños, que ‘le dan de comer’, y por criticar a los emigrantes. Aunque debería haber usado la palabra “inmigrante”, por evidentes razones.
La cuestión es que Miguel Sebastián, el candidato a la Alcaldía por el PSOE, le exigió disculpas por las referencias a la comunidad inmigrante, y el presentador lo hizo la noche del miércoles en su programa.
Acertada rectificación, y llueve sobre aciertos. Porque no dijo nada que sea mentira. Pero ya se sabe. La verdad duele. Y tener que escuchar que “la verdad sí, pero no se puede decir así”, me suena a hipocresía. Lo siento. Pero es así. Las verdades no tienen que ser tapadas, disfrazadas ni revestidas. Son como son. Todo es cierto e indiscutible, pese a la generalización, que siempre genera la crítica por la falta de seriedad argumental.
¿Los españoles somos sucios? Sí. ¿Y los madrileños? Sí. Que se lo pregunten a los operarios de limpieza. ¿Y los inmigrantes? Actualmente, y en su mayoría, no presentan comportamientos cívicos ejemplares. ¿Es entendible? Sí. Vienen de otra cultura y otra sociedad. ¿Es disculpable? Sí, pero con vocación de rectificarse en un futuro. ¿Es racismo o xenofobia decirlo? No. Xenofobia o racismo supone presentar argumentos, pensamientos y sentimientos basados en un el rechazo instintivo, irracional, en el temor y el odio a otras razas y culturas. Decir lo que pasa en la calle señalando con el dedo no supone ser un xenófobo.
¿Se ha pasado Dragó? Bueno. Los hay más correctos, y los hay más directos. A mí lo que más me molesta de lo que dijo en esa entrevista es que dijo que “nunca ama Madrid”. Me duele más que todo eso. Le pago el sueldo con mis impuestos. Y todo para que diga que le “da asco” Madrid. Váyase a Oriente, ése que tanto ama. A ver si le dejan presentar un telediario en una tele pública. Ahí, y no en otro punto, radica su errática postura prepotente.
Si (
No(
