Y la culpa es de...

   Aznar tiene la culpa de que la guerra fría haya vuelto a España por haber tenido a un doble espía ruso en nómina de los servicios españoles de inteligencia, según acusación vertida por Alberto Saiz, el director del CNI y un hombre que ya se ha forjado un lugar en el Guiness de los Records por doble motivo: dar una rueda de prensa para explicar qué hace con un espía y culpar de la existencia del espía al anterior presidente del Gobierno.

   La realidad es que cuando Aznar estaba en La Moncloa el CNI expulsó al espía de su servicio, así que, en todo caso Saiz debería explicar por qué ha seguido manteniendo a ese hombre, de nombre Roberto Flórez, en disposición de continuar espiando, pero es seguro que el director del centro de inteligencia no lo hará porque entonces no podría culpar a Aznar de la guerra fría, que es de lo que se trataba.

   Conforme se acerca la fecha de las Elecciones Generales, respecto a la cual hay otra vez mucho run run de que podrían celebrarse este otoño en lugar de en marzo del 2008, que es el mes en el que caduca el Gobierno actual, se le hace más imperioso al PSOE sacar a Aznar a la palestra en vídeos, noticias...lo que sea. Los socialistas mantienen la esperanza de que sus votantes del 2004, aquellos que se movilizaron contra Aznar por lo de la guerra de Irak y los atentados del 11-M, vuelvan a indignarse contra el PP lo suficiente para acudir de nuevo masivamente a las urnas.

   No importa que no exista precedentes de un Gobierno que acude a unas elecciones con mucho más interés en recordar los fallos del Ejecutivo anterior que sus logros en los últimos cuatro años; el caso para el PSOE es volver a disputar con el PP las elecciones del 2004, en lugar de las de 2008, por más que de esa forma Zapatero reconozca implícitamente lo poquito que tiene para presumir de lo que ha hecho esta Legislatura.

   Con esas premisas y como el tiempo apremia, nos queda una temporada de verano-otoño de constantes noticias de socialistas culpando al PP en general y a Aznar en particular de lo que sea. El PSC, que anda acusando a Pizarro del apagón de Barcelona para vengarse de la OPA contra Endesa, ya se ha puesto a la labor. Pero aún le quedan muchas más oportunidades: buscando y rebuscando ¿no habría manera de achacarle la expulsión de Rasmussen, lo que se ha tardado en detener a El Solitario, la plaga de los topillos en Castilla y León o el decreto de la alcaldesa popular de Lepe para prohibir el ruido a la hora de la siesta?