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El mensajero que no se deja matar

El mensajero que no se deja matar

lunes 19 de marzo de 2007, 20:32h

Los hay más expertos que otros en matar (o, al menos, amenazar con hacerlo) al mensajero. Y los hay de tipo florentino (el puñal, el veneno) o, francamente, carpetovetónicos, con pedrusco de camino rural (en este caso, la rústica y albaceteña navaja cabritera sería casi de educación versallesca y sutileza florentina). Bueno, pues tal que así –a cantazo limpio-- han querido matar a colega Jordi Barbeta, jefe de Política de La Vanguardia.

El apedreador, Antonio Bolaño, director de comunicación de la Presidencia de la Generalitat de Catalunya. El motivo, el scoop que Barbeta publicó –en el uso de su obligación profesional—sobre el recurso contra el Estatut(o) catalán del Partido Popular en el Tribunal Constitucional. ¿Tema sensible?, hombre, para los periodistas bregados, no, de ninguna manera. Y para los lectores avisados, aquellos inasequibles a los textos judiciales plúmbeos, una materia ampliamente conocida, porque el PP se encargó de distribuirla a diestro y siniestro. Otra cosa es que Bolaños considerase delito de lesa patria y levantamiento de arcano la habilidad informativa del periodista. Si la intención de Bolaño era la de evitar la posible escandalera que la brigada radiofónica y mitrada de la Acorazada Mediática pepera,  iba a montar urbi et orbi (la radio del berrido de opinión vampiriza cosa mala la prensa escrita y la digital), no ha estado muy hábil, precisamente, con sus pétreos lanzamientos verbales sobre la cabeza de Barbeta.  De momento, a cuenta del expolio, la previsible intensidad de la escandalera se ha visto elevada al cubo.

Porque Jordi Barbeta –y hace bien en ello—es un mensajero que ni se deja matar ni, siquiera descalabrar, y ha hecho público el lanzamiento de pedruscos del nada sutil Bolaño. Hasta el punto que José Montilla, el presidente de la Generalitat, ha tenido que correr (cabe suponer que dándose a todos los diablos) en socorro institucional de su acólito y se supone, que por aquello del reparto del trabajo, encargado no sólo de suavizar las cuestiones con la Prensa, sino de apagar algún que otro incendio informativo.

Hasta aquí, la anécdota a punto de ser elevada a categoría por Convergència i Unió y el Partido Popular de Cataluña, que ya han pedido la cabeza del híspido bombero pirómano. Que CiU (recuérdese a David Madí) y el PP (todos sus trituraperiodistas de cuando retozaban en La Moncloa) vean la paja en el ojo socialista catalán y hagan como que no notan la viga en el suyo propio, no es óbice para que ahora, interesadamente, nos salgan en defensa de la libertad e independencia de Jordi Barbeta y de todo cuanto periodista ande de rueda de prensa en rueda de prensa.

No sé lo que pensara Barbeta, ocasional protagonista del incidente, pero, desde la experiencia del propio columnista, la sugerencia es que sea la Comisión de Defensa del Col.legi de Periodistes de Catalunya. Sin dramatismos, sí, pero no se puede consentir que un funcionario temporal como Bolaño amenace con hundir la carrera de un profesional. Si a Bolaño no le gusta el artículo de Barbeta, que no lo lea. Si no está de acuerdo con él, que recurra al derecho de réplica. Es lo propio, lo normal. Lo de las amenazas, mejor que se lo guarde. Porque con su actitud, el director de Comunicación de la presidencia de la Generalitat, nos está amenazando a todos, incluyendo a quienes, como este columnista, estamos muchísimo más cerca del proyecto político del tripartito hoy gobernante en la plaza de Sant Jaume

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