UN RAJOY DISTINTO
A saber cómo lo habrá visto El Criticón del vecino On The Record, pero el Rajoy de ayer, en la copa de presentación de las renovadas instalaciones de prensa del PP en la sede de Génova, formalmente investido ya como candidato a la presidencia del Gobierno para las elecciones generales de marzo (o antes), era muy distinto al político de liderazgo vapuleado de los últimos meses.
Ayer era un hombre seguro de sí mismo, sereno pero con autoridad, incluso con mando, convencido, no sólo para la obvia conveniencia de decirlo, de que va a ganar las elecciones. Tiene hecho hasta el cálculo: no menos de cinco escaños de ventaja sobre el PSOE. Derramaba humor gallego, como cuando definió a Rodríguez Zapatero con “José Luis, el del bombo”, en referencia irónica al llamativo giro españolista y anti-ETA de los últimos días.
MANOS LIBRES PARA LAS LISTAS
El tema de Rodrigo Rato está resuelto y desde luego a disgusto de Rajoy, que hubiera querido llevarle en la lista. “Él no quiere”. Rodrigo es un hombre serio y dijo exactamente la verdad cuando anunció su regreso a España. Es por temas familiares y personales. La política puede esperar, porque el hombre del “milagro económico” español seguirá estando en edad dentro de unos años.
La relación personal entre Rato y Rajoy era y es excelente, sin fisuras, y Rato apoyará en la campaña cuanto Rajoy le pida, pero su decisión de no estar en las listas es irrevocable. Rajoy decidirá personalmente la composición de los puestos estelares de las listas y ha recibido para ello manos libres del partido. ¿Habrá sorpresas? Sólo para quienes no entiendan que la voluntad de Rajoy es integradora, de sumas y no de exclusiones.
LA CAMPAÑA DE LAS TRES “E”
También tiene ya claros y por orden, los ejes de campaña, las tres “E”, no en vano la letra más frecuente en los textos en castellano: España, ETA y la Economía. España significa recuperar el espíritu de la transición y la lealtad constitucional. ETA significa la identificación nítida del enemigo que debe ser derrotado por los instrumentos judiciales y policiales del Estado y con el que nada hay que hablar, menos aún de política. Economía significa volver de la frivolidad y las costosas compras de votos a la seriedad y el esfuerzo modernizador que caracterizaron la década prodigiosa entre 1994 y 2004. En definitiva, el reverso de los cuatro años de Rodríguez Zapatero.
El nuevo Rajoy sorprende, porque no ha cambiado su tono amable, suave, las buenas formas en definitiva, pero se ha endurecido, se le ve realmente convencido de que es mucho lo que está en juego en estas elecciones, quiere ganarlas y gobernar. Es algo así, con perdón por las comparaciones, siempre odiosas, como si Pedro Solbes diera el puñetazo en la mesa que su inteligencia y sus conocimientos le piden, pero que sus lealtades y su buen carácter no le permiten.
PRESUPUESTOS VENDIDOS POR PIEZAS
En lugar del puñetazo en la mesa, Solbes tiene que sacar adelante el respaldo parlamentario a los Presupuestos Generales y hacerlo, mal que le pese, mediante cesiones a los intereses de distintas minorías.
La minoría catalana ya está en el saco, más por voluntad de Durán i Lleida que por gusto de la dirección y las bases de CiU y no se puede descartar que sea la chispa de la escisión entre CDC y UDC. Artur Más no está por la labor de hacer favores a Rodríguez Zapatero por unas migajas presupuestarias, cuando sabe que el descontento crece en Catalunya y teme que la actitud de Durán deslice votos nacionalistas hacia ERC.
Los grupos de IU y el BNG están entregados y nada que temer por esos flancos. Menos claro es el respaldo de los diputados, ya sin grupo, de CC, aunque –no se sabe por qué, o bajo qué promesa– López Garrido da por seguros sus votos, con los que cuenta completar los adicionales a los propios del PSOE que necesita.
Un antiguo dirigente del PSOE, con experiencia en estos temas, reconoce que el espectáculo de unos Presupuestos así negociados es “de patio de monipodio”, pero asegura que saldrán adelante. Solbes también está convencido de ello y no ve posibilidades a la estrategia de devolución del PP.
FIN DE LEGISLATURA EN ALMONEDA
El último periodo de sesiones de la Legislatura va a ser movido, y no sólo por los Presupuestos, ni siquiera por la pretensión “raca-raca” de Ibarretxe de seguir impulsando el referéndum, constitucionalmente imposible, sobre “el derecho de los vascos a decidir” su soberanía para la creación de un Estado independiente, algo que pone de los nervios a Rodríguez Zapatero en estos meses pre-electorales.
Es que además el Gobierno tiene atascada toda su legislación financiera, no en cualquier cosa, sino en los temas críticos del momento, como la Ley del mercado hipotecario, o la que traspone la directiva de mercados e instrumentos financieros de la Unión Europea, o la reforma del Código Penal en materia de delitos urbanísticos, fiscales y societarios, o la Ley de contratos del sector público, por no hablar del famoso y cabe esperar frustrado proyecto de Ley para entregar al clan Intermoney el manejo del fondo de reserva de la Seguridad Social.
Destacados expertos jurídicos hablan irónicamente de “diarrea” legislativa, traducida en un torrente de leyes defectuosa o francamente mal elaboradas. El PP va a tener materia sobrada para hacer del hemiciclo del Congreso un escenario de la contienda pre-electoral, y las pequeñas minorías disfrutarán de posibilidades de negociación con el Gobierno adicionales a las de los Presupuestos.
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