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Obama, en la Casa Blanca: ¿se acaba la división racial?. (I Parte)

Obama, en la Casa Blanca: ¿se acaba la división racial?. (I Parte)

sábado 10 de enero de 2009, 11:42h
Se ha escrito hasta la saciedad y más se ha dicho. Barack Obama ya se ha convertido en un personaje histórico: el primer negro en alcanzar la presidencia de Estados Unidos. Pero más que un exotismo histórico, como le gusta decir al ex presidente José María Aznar, se trata de un paso adelante en el curso de la Historia; el que demuestra que, en la tierra en la que los sueños se hacen realidad, puede ser que la división racial haya llegado a su fin.
El próximo 20 de enero, Obama, ese joven senador que se ha labrado fama mundial a velocidad de rayo, tomará posesión como presidente de Estados Unidos, un país en el que hace cincuenta años aún se discutía si los negros podían ir en los mismos autobuses que los blancos, asistir a los mismos colegios o comer en los mismos restaurantes. Había una división racial que partía el país en dos y que ahora muchos ven que se cierra gracias a la elección del demócrata como sustituto de George W. Bush.

Son muchos los que ven en Obama la culminación de muchos sueños, entre ellos el de Martin Luther King -cuyo día se celebra precisamente el 19 de enero-, y son también muchos los que han depositado grandes esperanzas en el gobierno que Obama forme. Para la gran mayoría, el día en que el demócrata, ya instalado en Washington con su familia desde hace días, se convierta en Presidente marcará un hito en los libros de Historia como el nacimiento de una nueva era de tolerancia racial en Estados Unidos.

Pase lo que pase con el Gobierno Obama -consiga o no capear la recesión económica y cumplir con sus vastas promesas electorales-, lo cierto es que su elección es lo que debe importar en Estados Unidos, donde se ha demostrado que, al menos para la mayoría, el color de un candidato no es algo a tener en cuenta. Lo cierto es que muchos de los votantes blancos de Obama han crecido aceptando con normalidad a los afroamericanos en aspectos que antes no hubieran acontecido: como su presencia en la televisión, la vida pública y, así, en política.

¿Pero será normal para el norteamericano común ver a un presidente negro? ¿Será normal ver a una familia negra en la Casa Blanca? Lo políticamente correcto en Estados Unidos lleva a decir que sí, que ahora, ya en el siglo XXI, a nadie le va a chocar ver a una primera dama afroamericana jugando con sus hijas negras en los jardines de la residencia presidencial.

Los Obama son una familia convencional y que, de momento, despierta simpatía gracias a las apariciones desenfadadas que han realizado juntos, aunque el tiempo deberá decir si la vasta mayoría del país -también el 46 por ciento que votó al republicano John McCain- abraza como familia oficial a Barack, Michelle y a sus hijas Malia y Sasha, algo que sería inverosímil para personas de apenas dos generaciones atrás.

De momento, el valor de Obama como Presidente es que todos acepten su presencia con normalidad. El primer presidente negro de Estados Unidos puede demostrar ahora que la era racial ha llegado a su fin y, más adelante, más bien pronto que tarde, se deberá observar cómo es Obama como líder de la primera potencia mundial y si merece un puesto de Presidente que, según algunas voces, cualquier otro demócrata hubiera ganado ante la pésima herencia republicana.

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