Invasión y hornos crematorios

Ha comenzado la invasión terrestre de Gaza. Israel queda desnudo ante el mundo y solo el integrismo proisraelí apoyará ciegamente tal disparate. Ya no quedan palabras. Las usamos, se desgastan, se convierten en lugares comunes y resultan débiles, casi inútiles frente al horror. Ignoro lo que pensará, estimado lector, al ver y conocer la muerte de Nizar Rayyan y toda su familia tras el lanzamiento de una bomba de una tonelada sobre su vivienda. Nueve mujeres, cuatro de ellas esposas del dirigente de Hamás, y once de sus hijos asesinados bestialmente, brutalmente. La primera imagen que me asaltó en segundos fue la un horno crematorio. La imagen terrible de cientos de miles de familias judías asesinadas en el holocausto se cruzó en mi mente como un rayo. ¿Es imaginable el nuevo horror de la explosión y muerte de toda una familia despedazados por decisión del gobierno de Israel? ¿Pero, que os pasa? ¿Os habéis convertidos en seres deseosos de sangre, muerte y venganza al precio que sea? ¿Por qué os comportáis así? ¿No comprendéis que el mundo, aunque con autoridades cínicamente silenciosas, os mira con asombro, incredulidad, y se pregunta como es posible que un pueblo que sufrió tanto se permita asesinar sin ningún sentimiento de culpa? ¿No comprendéis que cada día que pasa perdéis la batalla política ante la opinión pública mundial? ¿Y deseáis que os aceptemos como si no ocurriera nada? ¿De verdad que os dedicáis durante la semana a ver como evolucionan lo sondeos y vuestras candidaturas? Reconoced que no queréis ninguna paz. Queréis expulsar a los palestinos de su tierra y construir el ”Gran Israel” que figura entre las ideas escritas y defendidas por David Ben Gurion, primer ministro y fundador del nuevo Estado.

No olvidaremos vuestros nombres. Ehud Olmert, (obligado a dimitir o cesado por corrupción),  Ehud Barak y Tzipi Livni. La gélida ministra de asuntos exteriores, y su mirada tranquila mientras visitaba París, me causan una sensación de pánico frío. ¿Hasta donde llegarán?

Se arrastra ante nosotros una funesta semana repleta de dolor, sangre, muerte, impotencia diplomática de Europa, cinismo de Washington, ambigüedades calculadas y miedo a la presión de Tel Aviv. ¿Por qué les teméis tanto? Confieso que me atenaza una insoportable impotencia y tristeza. Que nadie busque en estas líneas el análisis político, las referencias históricas a la ocupación, a los dramas de la partición, o al tan denostado muro de una segregación moderna.

Sólo he encontrado algo para calmar la indignación. Y, como no, a través de un magnífico artículo de uno de mis poetas preferidos: Juan Gelman. Todo un símbolo humano, Premio Cervantes y resistente frente al mundo encanallado que nos toca vivir. El artículo se titula, “Einstein, Israel, Gaza”. Tajante, claro y rotundo. Como es él. Pero además, cosa que yo desconocía, relata el contenido de la carta abierta que Albert Einstein, Hannah Arendt y otros 27 destacados intelectuales judíos estadounidenses publicaron en el “New York Times” el 4 de diciembre de 1948. El motivo de la carta lo constituía la visita de Menahen Begin a EEUU, a siete meses de la declaración de independencia de Israel.

En ella denuncian “la aparición, en el recién creado Estado de Israel, del “Partido de la Libertad” (Tnuat Herut), un partido político estrechamente emparentado con los partidos nazifascistas por su organización, sus métodos, su filosofía política y su demanda social. Fue creado por los miembros y partidarios de la ex Irgun Zvai Lemi, una organización terrorista de extrema derecha y chauvinista Palestina”. Y continúan mas adelante los autores: “Muchos norteamericanos de reputación nacional han prestado su nombre para acoger esta visita. Es inconcebible que quienes se oponen al fascismo en el mundo entero….puedan sumar sus nombres y apoyar al movimiento que él representa”. Y, por no reproducir todo el artículo, terminan los firmantes, recordando el ataque del 9 de abril de 1948 por parte de “bandas terroristas (israelíes) a la aldea árabe de Der Yassin” asesinando a la mayoría de sus habitantes, 240 hombres, mujeres y niños “y dejaron algunos con vida para hacerlos desfilar por la calles de Jerusalén”. Acusan al partido Herut, del que desciende el actual Likud, de preconizar en el seno de la comunidad judía una “mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial….signo indudable de un partido fascista para el cual el terrorismo…. es un medio para alcanzar su meta de “Estado líder”.