Estupefacción en Génova ante la negativa del edil de Boadilla a dimitir

A la una del mediodía Mariano Rajoy aparecía en la sala de prensa de la sede de Génova flanqueado por Ana Mato, Esteban González Pons, Javier Arenas y Federico Trillo – María Dolores de Cospedal no se encuentra en Madrid-, todos con expresiones serias y circunspectas.

    Aunque lo primero que hizo fue condenar el atentado ocurrido esta mañana en Madrid, en seguida fue al grano y reconoció que su interés se centraba en puntualizar y anunciar las medidas que su partido va a poner en marcha para iniciar una contraofensiva dirigida a “investigar los hechos” y “limpiar el buen nombre del PP” y de los dirigentes que aparecen citados en las publicaciones de algunos medios de comunicación.

    Mientras anunciaba con solemnidad que el alcalde de Boadilla había puesto su cargo a disposición de la dirección del PP de Madrid  y que ésta había decidido su dimisión, los rumores de que Arturo González se había echado atrás comenzaron a circular por la sala.


De dimisión, nada

Acaba la rueda de prensa, en la que se admitieron seis preguntas muy concretas sobre la trama de supuesta corrupción de Madrid, ni Rajoy ni el resto de los dirigentes del PP presentes en la sala hicieron alusión alguna a la posibilidad de que el edil de Boadilla se hubiera retractado de su – supuesta- decisión, pero a esas alturas ya era un hecho.

Hubo un corrillo informal en el que el propio líder de los populares se quejó ante un grupo de periodistas de la “indefensión” en la que se sienten al no tener información directa sobre el caso, de cuyos pormenores y supuestos implicados se están enterando por las informaciones publicadas por la prensa. La indignación es patente, además, por el hecho de que se esté filtrando a ciertos periódicos datos sobre el sumario pese a haber sido decretado secreto por el juez Garzón. 

    Por si fuera poco, los dirigentes del PP confesaban que saben que hay mucha más ‘munición’ que va a seguir saliendo en las próximas horas. Informaciones muy comprometidas que, en esta ocasión, según ha podido saber este diario, afectaría más directamente a la Generalitat valenciana 

     Pero las cosas se le ponían en contra a Rajoy. Según la reconstrucción de los hechos, a las diez de la mañana Arturo González llegaba a la sede de Génova convocado por Francisco Granados, secretario general del PP madrileño. La conversación finalizó con la creencia de que el edil de Boadilla aceptaba la presentación de dimisión que le exigía la cúpula del PP madrileño, con Aguirre a la cabeza. Pero no. Gonzáles salía de Génova para irse directamente a la Audiencia Nacional con intención de prestar declaración voluntaria ante el juez Garzón para defender su ‘inocencia’, objetivo que logró. 

Si no es por las ‘buenas’, será por las ‘malas’

Aunque la conversación entre ambos solo duró unos minutos, fueron suficientes para que el edil diera marcha atrás al escuchar del juez afirmar que “de momento no hay nada contra ti. Si lo hubiera ya te llamaré”. Esta frase fue el detonante para que decidiera plantar cara a la dirección regional y nacional de su partido. 

    En Génova la noticia cayó como una bomba. Granados se apresuraba a llamar por teléfono al edil para decirle con contundencia que no había “vuelta atrás”. Le insiste en que “recapacite” y que deje el cargo ‘por las buenas’. Ante su resistencia le anuncia que esta misma tarde, el Grupo Popular en el Ayuntamiento de Boadilla estudiará la presentación de una moción de censura. Incluso le da un nombre para sustituirle.

    La dirección nacional respalda esta decisión. Pero el desconcierto, la indignación y el estupor siguen instalados en la sede del PP nacional en donde no saben con qué se van a desayunar mañana o los sucesivos días. Lo curioso es que este lunes ni Rajoy ni ningún otro dirigente del PP echaba las culpas al PSOE ni al ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como lo han venido haciendo hasta ahora, porque creen que esta estrategia no va a favorecerles. Lo único cierto hoy por hoy es que el PP es una olla a presión y nadie sabe como va a acabar esta rocambolesca historia que salpica de lleno, para su pesar, al propio Rajoy.