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Ciudadanos escamados ¿y cabreados?

Ciudadanos escamados ¿y cabreados?

jueves 05 de marzo de 2009, 22:11h
La ‘trama’ que se va desvelando del sumario que Baltasar Garzón ha instruído hasta ahora –y ya no a partir de ahora—produce, por su extensión, preocupación. Pero también, hemos de decirlo, alguna extrañeza. En el caso valenciano, donde el PP queda seriamente tocado por lo que vamos conociendo del sumario, la verdad es que, si realmente hubo financiación ilegal del partido, se registró en los tiempos en los que Eduardo Zaplana era el president de la Generalitat, y no su sucesor, Francisco Camps. Contra este último, y contra el actual secretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, todo lo que parece contenerse en el sumario es la acusación de haber recibido un pago en especies consistente en trajes por valor de doce mil euros (siete mil quinientos en el caso de Costa); ¿se ha implicado realmente alguien como Camps en la ‘trama Gurtel’ por apenas dos millones de las antiguas pesetas ‘en especies’, cuando incluso la persona que presuntamente lo implicó lo ha negado?

En el caso de Madrid, la cosa es aún más enrevesada. Ya destituído el consejero López Viejo y ‘dimitido’ el alcalde de Boadilla, las implicaciones presuntas se centran en ‘segundas filas’. Sin que los rumores que tanto afectaron al ‘número dos’ de la Comunidad, Ignacio González, sujeto pasivo de tantos dossieres, y al ‘número tres’, Francisco Granados, a quien se acusó también de haber propiciado los ‘espionajes’ incluso a miembros del PP madrileño, se concreten en algo tangible.  

¿Justifica lo que hay en la instrucción hasta ahora llevada a cabo por Garzón tanto ruido? Puede que sí. O puede que todo, como dijo la ‘lideresa’ Esperanza Aguirre, quede en nada. O en poco. O en no tanto. Nosotros pedimos la máxima transparencia, hasta las últimas consecuencias, en las indagaciones que afectan a la presunta corrupción, en Madrid  –no como lo que estamos viendo en esa fantasmagórica comisión de investigación de la asamblea madrileña, torpedeada por el PP aguirrista—y en Valencia. O donde usted quiera. Pero lo que no podemos amparar es la persecución sistemática contra nadie, y conste que jamás hemos creído, y más bien siempre hemos negado, que las instrucciones de Garzón formasen parte de complot alguno para hacer perder las elecciones al PP: aseverar tal cosa es demasiado burdo, excesivamente simple, conspiratorio en grado sumo.  

No obstante, sí es cierto que las instrucciones de Garzón siempre son lo que una investigación judicial jamás debe ser: escandalosas, incompletas. Esparcen la basura hacia todos lados y luego, la cosa queda en eso: en doce mil euros de trajes –y eso, cuando se demuestre que los trajes no fueron pagados--. ¿Suficiente para provocar una hecatombe política, en el caso de que Camps, herido en su dignidad, decidiese –porque conste que lo ha pensado—tirar la toalla? Este culebrón, sin duda, continuará. En medio del pasmo, el escándalo, la extrañeza, la preocupación y el deseo de que todo quede muy, muy claro, por parte de los ciudadanos, a los que, entre unos y otros, se está escamando cada vez más.
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