El converso Montilla

Hoy mismo se ha estrenado el President catalán en el Senado utilizando su lengua adoptiva para pedir la renovación del Tribunal Constitucional, dando ocasión a que la Cámara Alta haya puesto en marcha un sistema carísimo de traducción simultánea de las lenguas cooficiales, sin duda para echar una manita a las cifras del paro contratando a siete traductores. Y Montilla ha vuelto a desarrollar la teoría del tripartito sobre la falta de legitimidad por caducidad del nombramiento de los cuatro vocales del Constitucional que tienen su mandato más que agotado, aparte de apuntar la teoría tan querida por algunos políticos catalanes y sedicentes constitucionalistas que afirman que tras el referéndum sobre el Estatut, ningún tribunal humano o divino puede invalidar y ni siquiera interpretar lo que aprobaron  un millón ochocientos mil  de los más de cinco millones doscientos mil catalanes, esto es el 28% del electorado. De modo que no solo se saltan la Constitución, sino la práctica universal de establecer tribunales de garantías constitucionales para preservar las líneas aprobadas por cada estado.

Hay que reconocer que Montilla ha estado moderado en su exposición, tratando de no herir más susceptibilidades de las que ya se han adueñado de buena parte de la sociedad española, gracias a la labor impostora e insidiosa del partido popular y de los medios de comunicación más reaccionarios que le dan cobertura. Quedan lejos ya los debates sobre el Estatut liderados a tumba abierta por un Maragall ciertamente maximalista para llegar a un texto que hubo que matizar con CIU y ajustar en el debate ante el Congreso de los Diputados. Después fue lo del referéndum, con los resultados que ya sabemos y que no añadía más legitimidad y autenticidad que la que le confería la aprobación previa.

    Y por causa de una redacción muy extensa y casi reglamentista, y también porque inmediatamente se plantearon varios recursos de inconstitucionalidad sobre casi la mitad de los artículos del texto legal, los trámites ante el Tribunal Constitucional se prolongaron extraordinariamente, dando lugar a que llegara el tiempo de la renovación de cuatro de sus vocales y elección de la presidencia, a la recusación de algunos de sus miembros y a la pérdida popular de credibilidad al quedar bloqueada una sentencia acertada en lo jurídico, ya que en el plano político es imposible que todos la acepten como perfecta.

    La dinámica producida por esta sucesión de hechos ha influido sobremanera en la consideración política del contenido del Estatut. Las fuerzas políticas gobernantes en Cataluña han desarrollado muchos de sus preceptos, incluso de algunos que están recurridos, y no se han producido más distorsiones y desencuentros que los que venían produciéndose en la propia Comunidad y también en otras al desarrollar los respectivos estatutos reformados durante el primer mandato de Aznar que, por cierto, para obtener el apoyo nacionalista, hizo concesiones mucho tan  trascendentales o más que las impugnadas y demonizadas ahora.

    Montilla ha demostrado ser un socialista converso radical al nacionalismo no independista,  especialmente en esta etapa previa a las elecciones autonómicas. Es curioso su empuje por conseguir lo que considera lo mejor para su tierra adoptiva, pero también  ejemplo para muchos otros políticos, como ha ocurrido con la ministra de Defensa para situar un acuartelamiento de tropas de montaña en Barcelona, al margen de reconocerle una excelente gestión en su ministerio. Porque hay otros a los que  produce sonrojo presionar a favor de lo que interesa o es favorable a sus pueblos. La Historia revela la prosperidad de determinadas ciudades y territorios gracias a la influencia y el tesón de oportunos prebostes. La ciudad o territorio que no tenga preboste aunque sea converso, que se tenga  por perdido por más que las leyes y los programas políticos hablen de solidaridad y equilibrio territorial.