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Mohammed VI abre el camino de Marruecos al pleno Estado de Derecho

viernes 11 de marzo de 2011, 13:41h
Meses atrás, pese a las siempre sectarias y mendaces críticas del Frente Polisario, acudí como analista independiente a la Cuarta Comisión de la ONU. Es cierto, el tema que allí me llevaba no era ni siquiera el Frente Polisario, sino la porosidad entre elementos de este conglomerado de intereses y el terrorismo yihadista en la zona sahelo sahariana, en un análisis prospectivo realizado exclusivamente desde la perspectiva de la seguridad internacional…los hechos que se han venido produciendo en los últimos meses han coincidido con los diferentes anuncios realizados por los diferentes analistas. Terminaba mi intervención en la sede de las Naciones Unidas poniendo de manifiesto una verdad empírica, S.M. Mohammed VI en tan sólo diez años, había inducido una serie de transformaciones sociales, culturales, de desarrollo estructural, de reconciliación nacional impensable en cualquier país árabe. Es más dije textualmente que “había iniciado un proceso de profundización democrática que todos deberíamos apoyar, pues Marruecos es la mejor ventana de África al Mundo”. Los críticos de siempre -ya bastante desacreditados- dijeron que era una exageración. No hace ni quince días declaré a medios de comunicación saharauis y en Rabat que el camino de profundización democrática puesto en marcha por S.M. Mohammed VI tenía dos direcciones; la más importante, la transformación interna del país, su modernización y por lo tanto era hora ya que fueran los marroquíes, los ciudadanos, los funcionarios, los políticos quiénes no tenían más excusas, el Rey de Marruecos ha creado -con un magnífico asesoramiento- las condiciones de posibilidad para la ansiada transformación final; por lo tanto -parafraseando a J.F. Kennedy- todos los marroquíes, cada uno desde su responsabilidad, desde el político más alto, al artesano más sencillo, tenían que preguntarse qué podían hacer ellos por el país. Una respuesta general, pero llena de significado era poner lo mejor de sí mismos en ayudar a que las transformaciones impulsadas por Mohammed VI pudieran materializarse, tienen que sentirse TODOS SIN EXCEPCIÓN corresponsables, junto con su Rey, del futuro de Marruecos. Los funcionarios sentir que cuando sirven bien a los ciudadanos, sirven al progreso del país, los políticos igual, los militares, los profesores, los alumnos de las escuelas y universidades. Desde esta perspectiva y atendiendo a la realidad actual del Magreb dije algo más, cuando hoy las superpotencias continentales como Europa o Estados Unidos andan planteándose qué hacer ante los fenómenos cambiantes del Magreb, deberían contar con Mohammed VI, pues es una clara referencia esperanzadora en la zona. Es un referente, pues está llevando las ansiadas transformaciones que en otros países han derivado en violencia y en incertidumbre, por la vía de la política, de la participación ciudadana…algo que no ha pasado ni en Egipto, ni Túnez, ni Libia y, me temo, que tampoco pasará por Argelia. Marruecos es la excepción del Magreb, y debemos volcarnos en ayudar –sin intromisiones ilegítimas- a un proceso pacífico que podría servir más adelante como referente en la zona. Ayer, Mohammed VI anunciaba el camino constituyente de un nuevo constitucionalismo para Marruecos en el que quedara consagrado plenamente lo que conocemos como Estado de Derecho, separación de poderes, legislativo creador de leyes, un ejecutivo con capacidad para gobernar gracias a la decisión del pueblo expresado soberanamente en el Parlamento mediante su participación en las urnas. Observamos a Marruecos en estos momentos como nos podían observar otros países democráticos europeos en nuestra transición, que un día provocaba ilusión y otra incertidumbre, pero que fue modélica y lo conseguimos también mediante la cooperación de todos y el impulso personal de nuestro monarca S.M. Juan Carlos I. Ni todo fue tan improvisado, por parte del Rey español, ni tampoco lo es en el caso de Marruecos; quiero recordar, antes de entrar de lleno en el análisis del discurso de ayer, en otras intervenciones previas del monarca marroquí. En presencia del Secretario General de la ONU, Ban Ki Mohn, recientemente, con motivo de la celebración en Marrakech de la III Edición de la World Policy Conference, el real monarca alauita dijo en su mensaje que “Marruecos, como cualquier país del Sur, particularmente del continente africano, tiene la ambición de asistir a la eclosión de una globalización justa, equitativa y participativa; una globalización que garantice un desarrollo equilibrado, armonioso, sostenible y humano que coloca al ser humano en su centro, preservando su dignidad, rechazando cualquier forma de humillación y discriminación y acabando con los motivos de la pobreza, exclusión y marginación”. “Con el fin de cristalizar esta estrategia –añadió-, adoptamos un enfoque consensuado e integrador, sobre la base de la participación democrática y la gobernanza de proximidad, además de atribuir a los actores concernidos por los proyectos seleccionados en el marco de la Iniciativa, la propiedad de los mismos. El objetivo final que pretendemos alcanzar consiste en corregir aquellos aspectos que acusan un déficit social, disponiendo actividades generadoras de ingresos y capaces de crear puestos de empleo”. Días atrás cuando estuve en Rabat y en otras ciudades del Reino tomé nota, cuando intercambiaba opiniones con ciudadanos, funcionarios, periodistas que todo el mundo estaba muy atento a algo que preveían, en la confianza de que lo que venía de camino era un nuevo impulso real a todo el proceso de profundización democrática…¿por qué esa inteligente intuición?, pues porque son muchos los mensajes clarividentes que el monarca ha venido lanzando. Antes citada el más reciente en la II edición de la World Policy Conference celebrada en Marrakech, pero me gustaría recordar un discurso en los últimos meses de 2010 en los que Mohammed VI habló de un nuevo concepto de Justicia: A este respecto, SM el Rey reafirmó que “el poder judicial, en la medida de su independencia con respecto a los órganos legislativo y ejecutivo, viene a constituir una parte inseparable de la autoridad del Estado. La justicia -agregó el Soberano- debe garantizar la defensa de la supremacía de la constitución del Reino, del imperio de sus leyes y de la protección de los derechos y compromisos de la ciudadanía”. Y recurriré a otras dos intervenciones del monarca, que vienen a confirmar que Mohammed VI ha iniciado un camino que no parece tener vuelta atrás, salvo que ante determinados diferendos Europa y en particular España, siga jugando de manera mediocre con ciertas cuestiones en política exterior. Estas dos últimas intervenciones que quiero citar respecto de los mensajes de Mohammed VI son: En la apertura de la actual legislatura política, cuando puso de manifiesto que “Si bien es justo considerar los positivos resultados legislativos a los que han desembocado vuestros esfuerzos, hemos de decir que Nuestra ambición, al igual que la de nuestro querido pueblo, sigue siendo la de promover a la institución y a los miembros de las Cámaras de Representantes y de Consejeros, a fin de colocarlas en el centro mismo de esta dinámica de reforma”. Por último y avalando la tesis de que cada paso del Monarca en la transformación de su país responde a una dinámica política ausente de improvisaciones, pero con seguridad repleta de consultas. Mohammed VI en la apertura de la 65 Asamblea General de Naciones Unidas señaló: “Desde lo alto de esta tribuna, Marruecos invita a la comunidad internacional a implicarse resueltamente en el arreglo de todos los diferendos, tanto aparentes como ocultos, que perturban las relaciones entre países vecinos y dificultan su ineludible integración económica, particularmente en nuestro continente africano”. “Así pues -continuó el monarca- partiendo de nuestra sincera voluntad de despejar la atmósfera en nuestra región Magrebí, presentamos una iniciativa de autonomía ante la Organización de las Naciones Unidas, en el año 2007, con el fin de hallar una solución definitiva al conflicto artificial en torno a la recuperación por Marruecos de sus provincias del sur. Esta creativa y valiente iniciativa se ha granjeado el apoyo de la comunidad internacional y del Consejo de Seguridad, calificando repetidas veces, los esfuerzos que la motivaron, de serios y dignos de credibilidad; del mismo modo que han puesto de relieve la eficaz contribución de Marruecos, al facilitar la tarea de alcanzar la resolución de este diferendo que hipoteca la integración magrebí y dificulta el camino de lograr la prosperidad de los cinco pueblos magrebíes”. Mohammed VI, menos para los grupúsculos bien pagados desde Venezuela, Irán o Argelia en nuestro país, dedicados al ‘activismo agit-pro’ contra Marruecos utilizando a los saharauis mediante el falaz conglomerados de intereses en que se ha convertido el Frente Polisario, es un referente político para el Magreb y debe ser observado desde Europa como tal. La UE no puede pretender imponerse como modelo, sin observar y coadyuvar al proceso marroquí, en la medida que el Reino magrebí lo solicite. El discurso de ayer es un mandato real, ni más ni menos, que a iniciar desde su Constitución, un nuevo proceso constituyente con un objetivo claramente descrito por Mohammed VI en el bloque central de su mensaje a la nación y que es –ni más ni menos- que la materialización de la hoja de ruta: “Hemos decidido llevar a cabo una revisión global de la Constitución, fundada sobre siete bases fundamentales: Primero: La consagración constitucional del carácter plural de la identidad marroquí unitaria y rica por la variedad de sus afluentes, donde la lengua amazig ocupa un lugar central en tanto que patrimonio de todos los marroquíes.  Segundo: Consolidar el Estado de derecho y de las instituciones, ampliar el ámbito de las libertades individuales y colectivas, y garantizar su ejercicio, además de afianzar el sistema de los derechos humanos en todas sus dimensiones política, económica y social, así como en el dominio del desarrollo, la cultura y el medioambiente, especialmente a través de la constitucionalización de las pertinentes recomendaciones formuladas por la Instancia Equidad y Reconciliación así como de los compromisos internacionales asumidos por Marruecos. Tercero: Hacer de la justicia un poder independiente y reforzar las atribuciones del Consejo constitucional, consolidando de este modo la preeminencia de la Constitución, el imperio de la ley y la igualdad de todos ante la misma. Cuarto: Reforzar el principio de la separación y equilibrio de los poderes, obrando por el arraigo de la democratización, modernización y racionalización de las instituciones a través de: un parlamento surgido de unas elecciones libres e imparciales, en el que la Cámara de diputados ocupa la primacía, ampliando el ámbito legal y otorgándole nuevas atribuciones, que le permiten ejercer sus funciones de representación, legislación y control; un gobierno elegido, como resultado de la voluntad popular expresada en las urnas y que obtiene la confianza de la mayoría de la Cámara de diputados; consagrar el nombramiento del primer ministro presentado por el partido político que ha obtenido los mejores resultados en las elecciones a la Cámara de diputados, y sobre la base de los votos conseguidos; reforzar la posición del primer ministro en tanto que presidente de un poder ejecutivo efectivo, que asume totalmente la responsabilidad del gobierno y de la administración pública, amén de dirigir y aplicar el programa gubernamental;constitucionalizar la institución del Consejo de gobierno, y explicitar sus competencias.Quinto: Consolidar los instrumentos constitucionales del encuadramiento de los ciudadanos, mediante el refuerzo del papel de los partidos políticos, en el marco de una verdadera pluralidad, consagrando el lugar de la oposición parlamentaria y la sociedad civil. Sexto: Reforzar los mecanismos de moralización de la vida pública, vinculando el ejercicio del poder y de la responsabilidad pública al control y rendimiento de cuentas. Séptimo: Constitucionalizar los instrumentos de la buena gobernanza y de los derechos humanos, además de proteger las libertades”. Reconozco que este es un entusiasmado análisis, pero es que como atento observador de Marruecos resulta casi efervescente confirmar que las observaciones prospectivas, los análisis realizados durante los dos últimos años, que nos daban resultados positivos; no eran meros apuntes optimistas; sino que respondían a un conocimiento real de lo que el Palacio tenía preparado. Mohammed VI ha sentado las mejores bases para la plena transformación legislativa de Marruecos y su armonización con las legislaciones europeas. Todo empezó a ponerse de manifiesto en la cumbre de 2010 en Granada, pero en realidad todo comenzó a gestarse cuando él era príncipe heredero. Su formación doctoral europea, su cercanía a europeistas como Jacks Delors y su cercanía afectiva –esto es mera intuición- con nuestro Rey más todo aquello que intuimos en su formación o que sabemos pero no decimos, han ayudado a ir dando pasos difíciles, que en muchos momentos le costó la desconfianza de muchos altos cargos, pero ganó la confianza de los ciudadanos marroquíes, que en más de un noventa por ciento, según todas las estadísticas, confían en la voluntad del monarca. Hoy es día para saludar a los marroquíes, a los que viven en cualquiera de nuestros países (esta edición es leída desde EEUU, pasando por Latinoamérica y España) y felicitarles y en particular a los ciudadanos marroquíes, desde los más sencillos a los más poderosos. Inchalá todo sea posible.
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