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Barracas

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jueves 07 de abril de 2011, 23:50h
Ámbito Financiero reprodujo el lunes pasado una declaración del Director Gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, dando por “muerto” al llamado “Consenso de Washington”. “Ya es historia”, dijo en un discurso pronunciado en la Universidad George Washington. Sin embargo, más allá que sea la moda actual todo discurso contra las ideas predominantes en los 90, ante el supuesto “fracaso” de su instrumentación, la realidad es bien distinta, dado que se  esconde, por la necesidad política-burocrática de conservar sus puestos en los organismos internacionales, por la “culpa”,  por la deformación de la ideología, o por la grave “enfermedad argentina”: el anacronismo,  la gran influencia de las políticas sugeridas por dicho consenso,  en los casos exitosos más importantes  de la región, como Chile, Perú, o Brasil. Resulta oportuno, entonces, repasar los puntos centrales de dicho consenso y contrastarlos con lo que sucede hoy, en la práctica. El paper central en torno al consenso de Washington lo produjo John Willamson allá por noviembre de 1989, “Lo que Washington quiere decir cuando habla de Reformas”  (“What Washigton means by Policy Reform”) y enumeraba un decálogo de tópicos en dónde se aconsejaban, desde la capital del Imperio, cambios profundos. Los repaso: 1. Disciplina fiscal: Terminar con los abultados déficits fiscales que habían dado lugar al endeudamiento insostenible de América Latina. Hoy la mayoría de los países de la región tiene superávits operativos o déficits muy modestos y ha reducido fuertemente la relación deuda/PBI. En el caso argentino, el supéravit fiscal se ha perdido en la práctica y se ha vuelto a introducir el financiamiento inflacionario. Y el llamado “desendeudamiento” es, en realidad,  el vaciamiento del Banco Central. Pero, en el discurso oficial,  el Gobierno se enorgullece de tener superávit fiscal y haberse desendeudado y no podría estar en contra de este punto del Consenso. 2. Reordenamiento de las prioridades del Gasto Público: Pasar de los subsidios indiscriminados y los déficits de las empresas públicas, a prioridades en el gasto en educación y salud. Los países más exitosos de la región han instrumentado planes de ayuda social contra la pobreza, e incrementado el financiamiento educativo y de salud, con muy buenos resultados. Y han eliminado o reducido, sustancialmente, subsidios inconsistentes e insostenibles en combustibles y energía y en empresas públicas ineficientes. Obviamente, no es el caso argentino de hoy que ha realizado, simultáneamente, incrementos en el gasto social y educativo y ha introducido subsidios irracionales y financiado nuevas y viejas empresas públicas –en dónde fuera del caso AYSA, que tiene un gran componente de gasto social- en el resto de los casos, resulta difícil justificar el gasto. Pero, esta no es la regla en los países exitosos de la zona. 3. Reforma impositiva para aumentar los ingresos. En este punto, más allá de lo distorsivos que resultan algunos impuestos, y la brutal presión impositiva a los formales, el gobierno se vanagloria de sus récords de recaudación todos los meses. 4. Tasas de interés. Tender a tasas de interés reales positivas, en el marco del desarrollo del ahorro en moneda local. Obviamente no es el caso argentino, pero sí el de toda la región exitosa latinoamericana, incluyendo Brasil, que tiene la tasa de interés real más alta del mundo, en este momento. 5. Un tipo de cambio “competitivo”. Para alentar exportaciones y el crecimiento “hacia fuera”. En este punto, la región en general, y la Argentina en particular, han tenido serias dificultades por evitar la apreciación cambiaria –sea por caída del tipo de cambio nominal, sea por inflación- dados la nueva realidad de los términos del intercambio y los flujos de capitales. Pero en el discurso argentino sigue primando la idea de que tenemos un tipo de cambio competitivo y que ésa es la política 6. Apertura comercial externa. Claramente, toda la región ha seguido un proceso de apertura, reducción de dispersiones arancelarias y eliminación de restricciones a las importaciones, salvo casos específicos de comercio administrado. La Argentina está introduciendo medidas a contramano de lo que hace la región exitosa, pero aún así, las importaciones son récord y crecen a tasas espectaculares y las normas que limitan o prohíben exportaciones, han sido dañinas y contra el crecimiento. Nada de lo que podamos enorgullecernos. 7. Favorecer la inversión extranjera directa. Aquí la región ha tenido un boom espectacular en los últimos años. La Argentina ha sido la excepción, ha caído del cómodo tercer lugar que poseía como receptor de inversiones al quinto/sexto, desplazado por Chile, Perú y hasta Uruguay. Pero esto no se ha dado, en general, por la introducción de restricciones formales a la inversión, si no por el particular sesgo del capitalismo de amigos. 8. Privatización. Ninguno de los países de la región ha revertido el proceso privatizador de los 90. Al contrario, en la mayoría de los casos lo está ampliando o consolidando. La Argentina ha sido la excepción a la regla, pero sólo en algunos casos. Sí, ha cambiado, en nuestro país, para mal, el paradigma de los noventa de contratos e inversión privada, por discrecionalidad e inversión pública, pero éste, dados los problemas evidentes en energía e infraestructura, no ha sido un cambio exitoso. En la región, por el contrario, se han modificado y corregido los problemas surgidos en algunas privatizaciones de los 90, pero sin abandonar el marco central de las asociaciones público-privadas, ni el paradigma general de mantener los riesgos de inversión en el sector privado, con control regulatorio profesional. 9. Desregulación. Es aquí, seguramente, dónde las políticas se han alejado más del Consenso de Washington, aunque en la región predomina, claramente, la idea de permitir al sector privado y al mercado fijar la mayor cantidad de precios y condiciones posibles, con mayor control e intervención estatal, es cierto, pero dentro de un marco general de reglas estables. La Argentina, en cambio, ha reemplazado la desregulación, por autoritarismo,  discrecionalidad, órdenes telefónicas, etc. El resultado no ha sido claramente positivo, y contrasta el éxito regional. 10. Finalmente, el último punto del Consenso, se vincula con la garantía a los Derechos de Propiedad. Aquí, gran parte de la región ha avanzado exitosamente. La Argentina es, en ese sentido, una clara excepción. Sin embargo no lo es en el discurso. Como puede apreciarse, pese a tener muy mala prensa, el Washington Consensus sigue vigente, no sólo en las experiencias exitosas de América Latina, sino, inclusive, en nuestro país. Por supuesto, será mejor, no aceptarlo y seguir condenándolo.  La verdad, es que el nombre es lo de menos. Si preferimos llamarlo el Consenso de Brasilia-Santiago- Lima-Bogotá-Montevideo, Barracas,  mejor.
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