Un muerto, uno o varios culpables y diversos responsables

Repetición de la jugada, pero con consecuencias trágicas. Quién duda que los únicos culpables de la muerte del seguidor ultra del Depor, miembros de los Riazor Blues, en una pelea con seguidores ultras rojiblancos, del Frente Atlético, son ambos grupos, que habían quedado a través de las redes sociales para pegarse. Y dentro de esta culpabilidad, el de mayor carga es el agresor o agresores que tras herirlo todo indica que lo tiraron al río Manzanares, aunque los hechos son confusos, de donde fue rescatado por fuerzas policiales. Pero. más allá de esta indudable culpabilidad judicial, hay una serie de factores que si no pueden,ni deben calificarse de cómplices, sí tienen un cierto grado de responsabilidad moral y quizás más.
En primer lugar la Policía y la Delegación del Gobierno en Madrid, que tanto se jactan de controlar las redes sociales para prevenir problemas, que tanto se movilizan en las marchas y manifestaciones antigubernamentales, con enorme y debida vigilancia e incluso con excesos de violencia física en ocasiones. Parece mentira que tras varios intercambios de mensajes y retos entre los Riazor Blues y el Frente Atlético, dando lugar y hora de la cita, no estuviesen allí esperándoles en una obligada labor preventiva. Un fallo garrafal de consecuencias trágicas para el fallecido, enorme peligro para los residentes y personas que paseaban por el lugar del suceso, el frecuentadísimo Madrid Río, así como por los destrozos de enseres del propio parque y de establecimientos de la zona.

En segundo lugar para los clubes, y en esto da igual que sean los implicados, ya que salvo rarísimas excepciones, todos caen en idéntico apoyo a sus seguidores ultras: que si regalo o venta de entradas del propio estadio y de los foráneos cuando el club juega de visitante, que si ayuda directa o indirecta para estos desplazamientos, que si lugares del propio estadio donde guardan sus enseres, algunos armas peligrosas, que si permisividad a la hora de no sancionarlos ni expulsarlos cuando profieren gritos racistas o insultantes, que si... El único dirigente que se atrevió con ellos fue Joan Laporta en sus tiempos de máxima autoridad del Barça, un ejemplo que nadie siguió y que casi le cuesta la vida tras los preparativos de algunos miembros de sus ultras para agredirle o algo más, que -ahí sí- la policía descubrió a tiempo,.

En tercer lugar, aunque en menor medida, para Liga de Fútbol Profesional (LFP) y la Federación Española de Fútbol (RFEF), que en sus declaraciones hablan continuamente de no admitir violencia alguna, pero en la práctica poco hacen en general ni vigilan ni sancionan a los clubes miembros que no cumplen. Eso sí, en este caso, la LFP intentó que se suspendiera el partido entre Atlético y Depor, lo que, aunque ya no arreglara nada, habría sido lógico. Pero en la Federación no había ningún responsable y no se pudo contactar con su presidente, Ángel María Villar, que tampoco dio la cara. Claro, era un domingo, que no es jornada laborable, a pesar de que siempre es, junto al sábado el día en que más partidos se juegan. 

Viene a la memoria una genialidad de Cantinflas cuando en una de sus películas habla así de los funcionarios y dirigentes de un ministerio mexicano: "No, es verdad, por las tardes no vienen; por la mañana es cuando no trabajan". Pues, eso. Otro autogol por la escuadra del eterno y desprestigiado Villar.

En definitiva que, sin olvidar la a veces cierta complacencia con algunos medios de comunicación a la hora de tratar con los respectivos ultras, algo menor pero que no debería acontecer, llegamos al cierre del círculo vicioso e insistimos en la conclusión final: culpables, los respectivos ultras, en este caso del Depor y del Atleti, aunque podrían haber sido de cualquier otro club. Pero hay más responsables, morales y quizás más, que deberían tomar nota para que no vuelva a ocurrir.