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¿Hay espacio para la esperanza?

¿Hay espacio para la esperanza?

domingo 12 de febrero de 2012, 15:06h
La única esperanza que nos queda, para mantener la paz social y para sacar adelante reformas imprescindibles -no me refiero solamente, pero sí ahora de manera especial, a la laboral--, es el pacto social y el pacto político. No lo digo yo (solamente), sino tantas personas, de tantos y tan dispares sectores, con las que he venido hablando en los últimos días, en las últimas horas. Y esta semana que comienza puede poner los cimientos de lo que deberían ser algo así como unos nuevos pactos de La Moncloa... o condenarnos al perpetuo desencuentro. ¿Qué se dirán en las próximas horas los sindicatos y el Gobierno? ¿De qué, y en qué tono, hablarán el miércoles Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba?

Así que estamos, nuevamente, ante jornadas trascendentales. O que deberían serlo.
 
Sería perder claramente una oportunidad renunciar al entendimiento, o al menos al aplazamiento de las hostilidades, entre UGT, Comisiones Obreras y el Ejecutivo representado por Fátima Báñez y por el propio Rajoy; los sindicatos españoles, contra lo que muchos van diciendo, están, a mi juicio, dando una lección de responsabilidad y de sosiego, y así ha quedado patente en sus cautelas a la hora de hablar de huelgas generales, a los que algunos, pienso que irresponsablemente, les incitan. España no es, obviamente, Grecia (ni Italia), y la prudencia está siendo la tónica en todos los estamentos a la hora de enfrentarse a las reformas que impone la nueva era.
 
Cierto es que cabe esperar que el proyecto de la reforma laboral aprobado el pasado viernes por el Consejo de Ministros experimente mejoras sensibles en su tramitación parlamentaria. Y que otra legislación complemente las evidentes carencias de la alumbrada por el Consejo la semana pasada. Y para ello me parece fundamental un entendimiento entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, de la misma manera que me da la impresión de que Convergencia i Unió se ha sumado ya, a falta de 'retoques técnicos', a lo que podríamos calificar como "un espíritu positivo" ante los indiscutibles cambios que requiere el panorama laboral. Sería, en mi opinión, perder una espléndida oportunidad que Rajoy y Rubalcaba se limitasen, por ejemplo, a hablar del consenso necesario para rellenar vacantes institucionales (como la de RTVE) o sustituir a consejeros de Estado cuyo mandato ya ha vencido.
 
Sin duda, ese consenso en la provisión o sustitución de tales puestos debe darse, pero ese es casi un tema menor. Las reformas laboral, financiera, la constitucional que tiene que venir, la electoral, tantas cosas que aguardan para completar la modernización de España, su integración en Europa como locomotora y no como vagón de cola, los cambios que se necesitan para convertir a tantos 'indignados' en 'ilusionados', pasan por el inevitable Gran Pacto, que sigue ahí, pendiente, incompleto. Ni Rajoy con su mayoría absoluta; ni Rubalcaba con sus deseos de desquite; ni Méndez y Toxo con sus comprensibles reservas; ni Rosell con sus también comprensibles aspiraciones; ni Lara, ni Rosa Díez, ni Mas, ni Urkullu, ni usted, ni yo; ninguno tenemos derecho a frustrar la gran esperanza que aún tenemos ante nosotros.


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