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El reparto de la victoria

El reparto de la victoria

lunes 28 de mayo de 2007, 01:59h

De momento, y por si alguien se había olvidado de las reacciones de los portavoces de los partidos apenas se conocen los datos de las primeras encuestas postelectorales, de momento todos ganan, creen haber ganado y hasta empiezan a repartirse la victoria. José Blanco, también esta vez, ha querido anticiparse a los colegas, y apenas conocidos los sondeos a pie de urna de las elecciones municipales y autonómicas ha indicado su impresión según la cual, el Partido Socialista prevé mantener sus gobiernos autonómicos y los ayuntamientos de las capitales de provincia, e incluso podría ganar tres CCAA y varias capitales más, por lo que el primer análisis "tiene muy buena pinta".

Naturalmente, Blanco está pensando en lo que ya indicaron las encuestas elaboradas durante las elecciones: la actual mayoría de coalición Navarra, así como el voto de los dos archipiélagos, pueden dar malas noticias al PP de Rajoy. Cabe elogiar de Blanco que no se retrasara más allá de cinco minutos en efectuar su primera valoración. Incluso sin detenerse en enjuiciar los datos de participación, escasos e insuficientes, señaló su optimismo: si se confirman los datos de que dispone el PSOE, resulta indudable el avance socialista.

Gabriel Cisneros resultó mucho menos concreto y más discursivo, en su primera comparecencia pública, y de hecho, algún informador televisivo prescindió de verbosidad sin datos. Tenía muy poco, o prácticamente nada que decir, o prefería estar más prudente que su colega socialista. Eso sí, a esas horas, las primeras encuestas televisivas ya nos habían dado un primer recuentote posibilidades, insistiendo en que los feudos del PP, en particular Madrid, Valencia, Murcia, Castilla y León, Ceuta y Melilla, habían mantenido su fortaleza.

Particularmente estimable resultaba la victoria del PP en Madrid, donde Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón incrementan sus diputados y concejales, respectivamente. Más discutible estaba siendo el resultado final, ya desde el primer momento de los recuentos, que pudiera producirse en las tres comunidades autónomas en las que ya se habían puesto toda suerte de reticencias y recelos: Navarra y los archipiélagos balear y canario. La eventualidad de que los socialistas lograran alguna clase de nueva coalición gobernante situaba al PP posición delicada.

Tampoco Cantabria, ni Asturias o Aragón, según los primeros indicios, resultaba fácil que proporcionaran alguna clase de consuelo y satisfacción al PP. Ni mucho menos Cataluña, en cuyas capitales de provincia el PP sigue siendo tercera o cuarta fuerza política. Ni Galicia, donde también sufre deterioro por virtud del bipartito de socialistas y "bloqueros".

En resumidas cuentas: Blanco quiso remarcar, antes que nadie, que el PP podría perder varios gobiernos locales y de ciudades y, además, el gobierno de comunidades autónomas, y subrayó, por el contrario, que los socialistas se afianzan en sus propios gobiernos locales y mantendrán todo el poder autonómico, con apoyo y escaños de mayorías holgadas. Según Blanco, el gran resultado -la victoria global en votos, concejales, alcaldes y Comunidades con la que soñaban Rajoy y sus colaboradores- no habrá podido ser. Y lo decía con evidente satisfacción.

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