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El elocuente grito del silencio

El elocuente grito del silencio

lunes 28 de mayo de 2007, 02:58h
Ante las urnas, la abstención es el más elocuente grito del silencio. Asumidas finalmente por todos, más o menos a disgusto, como unas “primarias” de las generales, los resultados de estas elecciones locales y autonómicas merecen sin duda un análisis detallado y preciso de sus poliédricas facetas. Sin embargo, es posible anticipar algunas reflexiones a pie de recuento y antes que nada subrayar algunos datos que son expresión del malestar ciudadano. El primero de ellos, que el primer partido de España es ya, a gran distancia, el partido de la abstención. Esto no es impune, ni casual, ni pasivo.

El segundo dato es que, aún ganador el PP en número total de votos, es tan pequeña la distancia que se consagra esa lamentable “España partida en dos” que es fruto de la estrategia de crispación y confrontación con la que Rodríguez Zapatero llegó al poder y no deja de alimentar. Tercer dato, nada irrelevante, es que los ciudadanos han rechazado de forma abrumadora la apuesta personal que Rodríguez Zapatero hizo para Madrid y que paradójicamente ha engrandecido las mayorías absolutas de Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Vaya por delante que el inequívoco rechazo a Miguel Sebastián es una reconfortante señal de salud pública.

Dato menor, no trascendente, pero que sin duda contribuirá a agudizar la división radicalizada de la opinión pública, es que, porque el Gobierno del Estado lo ha querido, ETA vuelve a infectar las instituciones democráticas. Y deja de ser menor cuando un escaño así infectado se convierte en decisorio nada menos que para la Comunidad foral de Navarra. Se acaba de tocar el trigémino de la dignidad nacional.

Un país en el que, en unas elecciones municipales y autonómicas, la abstención es, de largo, la primera opción de los electores, sufre una grave enfermedad social. Esto no puede liquidarse con esa simpleza demagógica de que sólo cuentan los votos que se emiten, como anoche se apresuró a hacer un alto dirigente socialista. Millones de ciudadanos españoles han manifestado, con esta abstención, su orfandad política, y si queremos ser más precisos, la orfandad política de los ciudadanos que no quieren un país crispado, dividido y confrontado, y que no quieren que la corrupción se siga enseñoreando de la vida política.
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