Todo sobre el ‘caso Zaplana’

A Zaplana, harto de su situación en el grupo parlamentario, resistente a la idea de obedecer a Soraya Sáenz de Santamaría, su sucesora, le buscó una salida Aznar en un puestazo en Telefónica. Siempre tuvieron buena conexión el ex portavoz parlamentario y ex ministro de Trabajo (y ex presidente de la Generalitat valenciana) y el ex presidente del Gobierno, que tiene bastante ‘vara alta’ con el presidente de Telefónica, César Alierta (ya ‘colocó’ en Nueva York a Alfredo Timmerman). Además, no olvidemos que Zaplana, entre sus muchas relaciones profesionales, ha mantenido alguna con el poderoso yerno de Aznar, Alejandro Agag.

En los pasillos informados no descartan tampoco la ‘longa manus’ de Rodrigo Rato en todo esto. Qué pueda estar preparando el ex vicepresidente económico y ex director del Fondo Monetario Internacional en realción con su ‘aterrizaje’ de nuevo en política, es un secreto que posiblemente ni el propio Rato es capaz de desvelar ahora. Pero no cabe duda de que, por si acaso, guarda sus bazas.

Yo pienso que la retirada de Zaplana, hombre polémico sobre todo entre sus propias filas, es definitiva en lo que a la política se refiere. Y que tendrá una traducción también entre sus amigos mediáticos. Se pierde para la tensión un alfil importante. Se va a los negocios y Rajoy no ha intentado retenerlo: “que tengas mucho éxito”, le dijo, sin más. No le quedaba otro remedio que marcharse: ha generado demasiados enemigos políticos…en el PP.

 Otra cosa es cómo deja el grupo parlamentario: una parte de él no quiere estar al mando de la portavoz actual, a la que conceden poco peso político.  Manuel Pizarro, Juan Costa y otros de menor fuste, como Martínez Pujalte, estan en el grupo de los máximos descontentos.

Veremos en qué para todo ello. Por cierto que Aznar no le ha procurado una salida a Acebes, quien considera que el secretario general del PP ha ‘colaborado demasiado’ (dicen los cercanos al ex presidente del gobierno) en estos nuevos tiempos del partido. Nuevos tiempos que a Aznar no le gustan. Pero la fractura en el PP, con o sin Zaplana, es inevitable. Al fin y al cabo, las desgracias comenzaron para UCD cuando empezó a cuartearse el grupo parlamentario.