Compre ZP

Salvo que la S de Socialista se haya convertido en Z, al PSOE en esta campaña sólo le queda la P.

Ni el puño y la rosa, ni los eslóganes que hablaban de cien años de honradez -¡quien lo diría¡ - ni la referencia a los trabajadores o a los españoles, ni a Pablo Iglesias, ni a las señas de identidad de un partido que siempre mostró orgullo por su pasado y su historia, aparecen en esta campaña en la que solo se vende la Z de Zapatero.

No sé qué pensarán algunos viejos socialistas de cómo se ha sustituido la ideología de partido por el marketing personalizado, pero ni a esto se atrevió Felipe González, que era un líder de primera división y no como Rodríguez Zapatero que se esfuerza en conseguirlo pero no lo consigue.

El actual candidato del PSOE ha cambiado los símbolos históricos de su partido por un gesto con el dedo que simula una ceja, con lo que no se sabe si uno va a votar un programa socialista o si va a premiar a un ciudadano que se ha presentado al concurso de “Pasa Palabra”.

Hasta hace unos años la gente votaba por ideología, por convicción, por tradición o simplemente porque le daba la gana de hacerlo a favor de un líder político, pero pensaba en el programa que defendía y en la organización que estaba detrás. Hoy, en el PSOE – siglas que no se citan ni aparecen en esta campaña-  se ofrece un producto leve, sin mucha sustancia, pero con gran carga de frases hechas. Hay quienes están convencidos de que los expertos en imagen que ayudan a ZP, después de haber leído el libro de Milan Kundera “La insoportable levedad del ser”, decidieron que la única solución para superar esa insalvable dificultad era vender sus gestos que ahí es más agraciado que su oponente.

Unas horas después del primer debate entre Zapatero y Rajoy, la duda del 30% de ciudadanos que en las encuestas dicen que “no saben o no contestan”, está en decidir si quieren comprar un producto de serie que viste y sonríe bien, o si apuestan por alguien que se preocupa menos de cómo le queda la barba pero que es más de fiar.

No sé – ni el resto de la gente tampoco, aunque presuma de ello – qué influencia va a tener en el voto el pasado debate y el que está a punto de llegar, pero debemos de felicitarnos de que se estén produciendo, porque de no ser así sólo sabríamos lo que quieren que sepamos los amigos o enemigos de cada uno de ellos.