Tenemos debates

La única referencia de debates electorales cara a cara en televisión entre los dos candidatos de los dos grandes partidos es la de 1993 en que Felipe González y José María Aznar tuvieron un debate en Antena 3 y otro posterior en Tele 5. Era otro tiempo y otras eran las circunstancias y con seguridad puede predecirse que los dos enfrentamientos de Rajoy y Zapatero no van a tener la misma significación ni la misma influencia en los resultados.

No cabe duda de que los debates serán uno de los elementos, ni siquiera el más importante, que influirán en los votantes y en el resultado. Pueden ser decisivos si no se engaña el macrosondeo del CIS que ha dado un pronóstico de empate casi matemático.

Por primera vez podemos decir que la característica principal de las elecciones es en esta ocasión la incertidumbre. Personalmente considero por eso esta campaña como la más hermosa de las vividas en España ya que, como dice Claude Lefort, "la trama de la sociedad democrática se teje sobre la incertidumbre".

Cuesta entender que no hayan habido debates electorales en España cuando vemos como referencia paradigmática de democracia el largo proceso de primarias en Estados Unidos durante el cual la incertidumbre se da en tres dimensiones: no se dan por seguros el candidato demócrata y tampoco el candidato republicano durante meses y, por lo tanto, ni siquiera puede plantearse cuál será el enfrentamiento definitivo, aunque las empresas de sondeos jueguen a hacer pronósticos sobre los posibles cruces.

En esta ocasión en España se parte de un supuesto empate técnico entre Zapatero y Rajoy, es decir, de sus respectivos partidos, por lo que los debates, pueden ser decisivos por dos motivos: porque su influencia en sólo un uno por ciento del electorado puede ser decisiva para inclinar un poco el fiel de la balanza a uno de los lados otorgando la victoria al PP o al PSOE aunque sea por un solo escaño o un solo voto. Esa es la belleza de la incertidumbre democrática que hace del marketing electoral una de las especialidades más trascendentales para la marcha del mundo.

Yo me inicié en el marketing electoral con Joe Cerrell en Estados Unidos y mi maestro había trabajado para John Kennedy por lo que valoro desde siempre la interdependencia de la democracia y el marketing electoral a la vez que la importancia de los debates en televisión ya que Nixon y Kennedy abrieron la nueva era del marketing electoral y de la democracia con su enfrentamiento en televisión en la campaña presidencial de 1960.

Como la abrieron en Francia los enfrentamientos de gran nivel entre Valéry Giscard d'Estaign y François Mitterrand en 1974 y 1981. Giscard d'Estaign ganó la primera vez y Mitterrand en la segunda ocasión. La última campaña francesa a la Presidencia sería difícil de comprender sin la referencia esencial del debate en televisión cara a cara entre Sègolén Royal y Nicolás Sarkozy.

Yo he participado en campañas electorales en las que los debates han sido pieza fundamentales para el marketing electoral y para la orientación del voto, mientras en España ni Suárez ni González (con la sóla excepción de 1993) ni Aznar incorporaban los debates en los procesos españoles a pesar de su necesidad lógica y a pesar del derecho fundamental del electorado a conocer a los candidatos antes de darles su voto. Yo tuve una participación directa en debates televisivos desde 1985 cuando mi candidato Cavaco Silva se enfrentó con Antonio Almeida Santos, al que venció en el debate y en las urnas, hasta las primarias chilenas en el 2000 cuando mi candidato Adolfo Zaldívar se enfrentó a Ricardo Lagos que venció a Zaldívar en el debate y en la elección final del candidato de la Concertación.

En esta ocasión José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se han preparado mucho y bien en una larga precampaña, han sido entrevistados profusamente en periódicos, en la radio y en la televisión y ambos van a hacerlo muy bien en los debates tras los que es muy posible que obtengan como nota el equivalente a un empate técnico, aunque habrá medios que den ganador a uno y medios que den ganador al otro.

Creo que en los debates Zapatero y Rajoy van a exponer de forma brillante sus argumentos, sus promesas y su demagogia. Y cada uno procurará fidelizar al máximo a su electorado y atraer al mayor número de indecisos. Por supuesto que ambos buscarán mantener o conquistar la mejor imagen y valoración de los medios ya que la opinión publicada influye en una buena parte de la opinión pública. José Luis Rodríguez Zapatero tendrá que buscar un objetivo añadido, el de movilizar al máximo a su electorado.

Puede darse un nuevo efecto electoral, los votantes de los debates, un probablemente pequeño número de electores que decidan apoyar el día nueve al que, según ellos o según los medios o según la opinión pública de su entorno, haya ganado los debates. Es más que seguro que las noticias sobre la celebración de los debates, su posible suspensión y su confirmación ha generado ese grupito de “votantes de debate” y un número mucho más alto de electores que “también” tendrán en cuenta los debates a la hora de elegir la papeleta. En ese sentido los debates pueden no ser decisivos si se desarrollan con normalidad pero de enorme influencia en el resultado si cualquiera de los candidatos cometiera u error garrafal en el transcurso de uno u otro debate.

En televisión es muy importante la asertividad, la capacidad de expresar las ideas y los sentimientos de manera clara y sencilla y es tan fundamental la actuación gestual como el lenguaje verbal. Rajoy deberá convencer sobre sí mismo a la vez que convencer de sus argumentos. Va en desventaja frente a Zapatero que le gana en valoración y simpatía. Pero Zapatero puede ir en desventaja en la argumentación para la que Rajoy ha demostrado una gran habilidad.