Aznar pide, por fin, el apoyo a Rajoy, pero quiere que integre a San Gil y Ortega Lara

Si un día antes el ‘presidente de honor’ del PP, José María Aznar, tuvo la actuación más fría que se recuerda con el presidente nacional, Mariano Rajoy, en la sesión plenaria de este sábado ha rectificado: ambos líderes se han fundido entre risas desbocadas en un ‘abrazo del oso’ que ha levantado una ovación interminable entre los compromisario que asisten al XVI Congreso del PP. Aznar, por fin, ha dicho la palabra más deseada: pedir explícitamente el apoyo para Rajoy y el equipo que el presidente conforme. Pero, ojo, sin olvidarse sin olvidarse de los principios fundaciones del PP que se ‘refundó’ en 1989.
    
Aznar, que fue presentado por la presidenta del Congreso y alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como “el mejor presidente que ha tenido España”, dispensó a los suyos un discurso agridulce, deliberadamente ambivalente. Ha llegado a decir que “me han criticado por mis silencios y por mis palabras. Y quiero que sepáis que tanto mis silencios como mis palabras están guiados por el sentido de la responsabilidad y de la lealtad a mi partido y a España”. Pero ahora era el momento de exponer sus ‘reflexiones’, que Aznar ha divido en cuatro categorías.

La primera se ha centrado en su reconocimiento al equipo que ha dirigido el PP desde 2004, pero con expresa mención a dos ‘críticos’ que ya no seguirán en la primera línea política: Eduardo Zaplana –ausente en este Congreso- y Ángel Acebes. La segunda era quizá la más esperada: “Mi respaldo responsable a quien va a continuar en los próximos años con esa tarea de dirigir nuestro partido: Mariano Rajoy, si le dais vuestra confianza, tiene ante sí una gran responsabilidad. Requiere la ayuda de todos y que todos sean convocados a ese objetivo, un objetivo que ha de contar con todos y con los mejores”.


Un mensaje: incorporar a San Gil y Ortega Lara

Apoyo explícito sí, pero con lo que parecen condiciones incluidas en sus ‘reflexiones’ consiguientes. “Somos un partido muy joven, pero de sólidas referencias morales que no debemos perder nunca. Sin ellas no habríamos llegado hasta aquí y no seríamos lo que somos. Perderlas nos impediría alcanzar nuestros objetivos y, sobre todo, explicarnos a nosotros mismos”. La primera, acaso, en la frente, con una referencia explícita a Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez, pero también a María San Gil y a José Antonio Ortega Lara.

“Si no lo hiciera así”, dijo Aznar, “traicionaría toda mi vida política y no sería fiel a mí mismo. Además, no sería leal con mi profunda convicción de que sin personas como ellos el PP ni habría sobrevivido ni sería lo que es”. Y añadió: “Yo personalmente tengo una deuda de afecto con ellos, pero tenemos una deuda impagable de agradecimiento en este partido del que deben seguir formando parte”.


Su idea del PP y de España

Tras las peticiones sobre personas, sus ideas sobre el partido, una organización que reivindica –según él- el juego limpio, sin exclusiones de otros con ‘cordones sanitarios, abierto a la gente, en el que no sobra nadie, orgulloso de sus principios y valores, que defiende la democracia como garantía de los derechos y libertades individuales, que lucha contra la arbitrariedad y la corrupción y, en suma, “que levanta muy alta la bandera de la libertad y la bandera de España, nuestra Nación”.

Y, así, “debemos trabajar para todos” que “siempre he creído que un gran partido como el nuestro, que está al servicio de España no puede ser nunca el proyecto personal de nadie”. La segunda en el pecho. ¿O no?

Y la tercera pedrada, a la cabeza, donde duele: “Nunca he comprendido y sigo sin comprender esa idea del centro como el final imposible de un viaje interminable”, porque “no vamos al centro, estamos en el centro desde hace muchos años”, desde 1989, “cuando refundamos nuestro partido”. Fue gracias a ese ‘centro’ –según la politología aznarista- como “primero ganamos las elecciones y, después, gobernamos con diálogo y acuerdos: por ese orden, que no se nos olvide”. Es decir, que ya entonces se dialogó y se consiguieron “acuerdos sensatos, públicos y transparentes porque eran buenos para España”. 

Renovación sin etiqueta y personalismos

La tercera reflexión fue sobre el “sentido de la renovación” que el PP emprende ahora. Aznar ha pedido que sea “integradora frente a las etiquetas y los personalismos” y que “nadie debe quedar en el camino”, porque “sin integración y sin unidad difícilmente tendremos futuro como partido de Gobierno”.

La cuarta reflexión fue su “compromiso inequívoco” con un proyecto político con objetivos comunes y ambición nacional: compromiso con la unidad de la Nación española, igualdad de derechos, cohesionado, solidario y responsable. “Tenemos un grave problema cuando la cuestión no es el derecho a estudiar en euskera o en catalán, sino que se niegue el derecho a estudiar en castellano”. En definitiva, que “no hay nada más antiguo y más rancio que poner los territorios por delante de las personas”.


El “cordón sanitario” socialista

Para Aznar resulta evidente que han intentado desde fuera una  “vergonzosa política antidemocrática de exclusión”, buscando el silencio y la “adhesión domesticada”, pero la sociedad habría sido lo suficiente madura y el PP lo suficientemente fuerte como para “frustrar la estrategia de la exclusión, del cordón sanitario, de pactos de todos contra el PP”. Algo que ya intentaron en 1993 y 1996.

Pero ahora todo es diferente, porque “tenemos las mejores ideas, las que funcionan” y la renovación del PP tiene que pasar por enriquecerlo con inteligencia, incorporando nuevas perspectivas: “¿Qué sentido tendría renunciar a un proyecto de éxito y solvente como el nuestro? Nuestro objetivo no es heredar a la izquierda, sino ganarla en las urnas y sustituirla democráticamente”. 

Contra la ‘izquierda arrogante’

En esa línea, Aznar enfatizó en que hay una “izquierda arrogante” que niega la legitimidad que le han dado las urnas al PP “y nuestra impecable trayectoria al servicio de la democracia”. Una izquierda que, según él, ha querido que los populares se avergonzarán de “promover soluciones solidarias, justas y vertebradotas” para problemas como la escasez del agua en España, o de proponer una “inmigración legal y ordenada” e integradora, o de defender los intereses de España en Europa, o de que “España fuera respetada e influyente en el mundo”, o de que “el terrorismo y sus cómplices recibieran la respuesta firme y legal que merecían”.

Y en ese punto, un grito –ovacionado, claro- al plenario: “No tenemos que avergonzarnos de nada; al contrario, si nos hubiéramos avergonzado, hoy estaríamos echando el cierre al Partido Popular”. Porque el PP no estuvo equivocado –en su particular visión de la jugada política- cuando se opusieron a las negociaciones con ETA –a la que no nombró ni una sola vez por sus siglas-, o cuando pidieron al Gobierno de Zapatero –al que tampoco nombró por su nombre ni una sola vez- que actuaran ante la inminencia de la crisis económica.

Es decir, que el PSOE y ‘satélites’ “pretenden seguir vendiéndonos la misma mercancía averiada de propaganda: mala compra haríamos si nos dejásemos convencer”. Su mensaje es que hay que fortalecer el PP incorporando a muchos y formando un equipo con los mejores.

Lea íntegro el discurso de Aznar (pdf)