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Un congreso muy poco búlgaro

viernes 20 de junio de 2008, 14:16h
Ya sé que con ello contradigo otras versiones más en boga, pero debo reconocer que el congreso del Partido Popular que se inició este viernes en Valencia para nada me parece un congreso ‘a la búlgara’. Y sí, Rajoy va a ganarlo por al menos el ochenta por ciento de los votos. Y sí, es cierto que algunos ‘disidentes’ andan como perdidos por los meandros del enorme recinto de la Feria valenciana cual penitentes en busca de perdón, o de ser, al menos, saludados y reconocidos por los triunfadores. Y, desde luego, no menos verdad es que se mantienen las mismas condiciones de escasa democracia interna –ojalá cambien las normas para próximos congresos—que en ocasiones anteriores, durante la ‘era Aznar’. Estas reglas no las ha inventado Rajoy y, de todas maneras, nadie se ha atrevido a desafiarlas proponiendo una candidatura alternativa a la suya.

Ganar un congreso por abrumadora mayoría, sin rivales porque nadie se ha presentado en contra, no me parece síntoma de ‘bulgarización’, por mucho que algún fabricante de opinión, que se ha distinguido por una feroz hostilidad al político gallego, trate de insistir en lo contrario. Asisto, desde la capital del Turia, a los primeros pasos de este congreso y constato que existe un considerable grado de entusiasmo y de confianza en el futuro. No sé si tanto optimismo está del todo justificado, y sí sé, en cambio, que a Rajoy le aguardan duras pruebas en su largo y difícil camino por esta legislatura atroz.

Ocho mil personas en una “fiesta”

Pero eso será a partir del próximo lunes. Me parece a mí que, en este fin de semana, Mariano Rajoy va a encontrar algunas compensaciones a los sinsabores vividos en los últimos tres meses. Así me lo comentaba en un breve aparte que logré hacer con él en medio de las masas de periodistas que lo rodeaban: “si es que todo era una locura”, comentó, refiriéndose a algunas cosas que han sucedido en el interior del PP (y en su periferia) y que, la verdad, aún resultan difíciles de explicar. Incluso, me parece, para el propio Rajoy, que aparecía como presunta víctima de muchas maniobras.

    Por lo demás, la parafernalia del congreso resulta grandiosa, incluso algo faraónica: enormes espacios para que transiten miles de personas, apenas un prólogo de lo que ocurrirá cuando, este domingo, el reelegido presidente Rajoy clausure este decimosexto congreso de su partido, que será más suyo que nunca, ante ocho mil personas en una “fiesta”, tal y como ha sido definido el acto por el propio PP. No esperemos, por lo demás, ni grandes avances en la definición de cómo va a ser este partido, ni sobre cuáles van a ser sus pasos inmediatos. Eso, ya digo, a partir del lunes.
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