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La victoria socialista en Cataluña sitúa al partido de Montilla junto a CiU en el centro de la política española

lunes 10 de marzo de 2008, 13:02h

 La sede del PSC en la calle Nicaragua de Barcelona estaba pletórica el domingo por la noche. El socialismo catalán ha contribuido decisivamente a la victoria del PSOE en España. Esta certeza podrá tener consecuencias o no si se entiende el resultado como fruto de un planteamiento político especifico o si se lee como fruto de la política de una federación socialista.

El PSC ha vencido en Cataluña y nadie lo niega. Con 25 diputados ha superado los 21 que tenia en 2004 y ha llegado al límite máximo obtenido el año 1982 cuando el socialismo en España sacó en conjunto 202 diputados.

Montilla, en su alocución a los simpatizantes lo dijo claro: “El PSC es la minoría catalana más importante en el Congreso”. El dato tiene los oídos de sus compañeros del PSOE como destino: los socialistas han de tener en cuenta que Cataluña tiene algunas demandas por conseguir: las balanzas autonómicas, la nueva financiación y el despliegue del estatuto esperaran que el PSOE “cumpla” con sus compañeros catalanes.

Los votos del PSC se han conseguido con muchos elementos en contra y sólo uno a favor. En contra está la crisis de las comunicaciones, con Cercanías como elemento clave, o los desplantes de la ministra de Fomento o la falta de respuesta a muchas demandas del catalanismo.

Los votos al PSC han tenido, según muchos observadores una motivación mucho más primaria. Los votos al PSC han llegado por la banda del “miedo al lobo” en forma de PP. Y se debe decir que el “loco” ha cumplido bien su papel en esta campaña. Este miedo ha hecho que incluso muchos votos de origen republicano se refugiasen el las siglas socialistas como la garantía de mejor afrontar a los populares.

CiU aguantó bien el tiró de la bipolarización global entre PSOE y PP. Los nacionalistas moderados se limitaron a movilizar hábilmente su electorado con una consigna fácilmente entendible por sus seguidores: “El voto de CiU servirá para hacer que Cataluña sea respetada”. No sólo consiguió CiU revalidar los 10 votos que obtuvo si no que incluso ganó uno.

La posición de CiU es ahora muy cómoda según sus dirigentes más preclaros. Los resultados del PSOE le permiten pactar con otras fuerzas políticas pero si lo hace con los nacionalistas moderados de Cataluña se puede conseguir un acuerdo estable para toda la legislatura. ¿El precio? difícil de conocer porqué como todos los grupos minoritarios CiU ha hecho públicas demandas variopintas como condición para un posible acuerdo. La última posición de Josep Antoni Duran i Lleida era dar apoyo al gobierno desde fuera del ejecutivo para así no ser afectados por los inconvenientes de una crisis económica que el democristiano cree que será contundente.

El PP catalán aguantó también el tirón. La idea de ser alternativa en el conjunto de España hizo que mucho del voto oculto a esta fuerza política en Cataluña aflorara. A pesar de la imagen floja de su candidata, Dolors Nadal. A pesar de aspectos de difícil defensa en este territorio, como el mantenimiento de los recursos al Estatuto o la propuesta de educación por separado en función de la lengua materna, el partido conservador ha mantenido e incluso mejorado el nivel que tenia, pasando de 6 diputados a 7. A pesar de ello se ha de tener en cuenta que el PP catalán partía del suelo más bajo de los últimos años. Aunque en estos momentos hay un diputado que baila entre CiU y PP.

La víctima de esta campaña ha sido ERC. Las cifras cantan. Ha perdido 5 de los ocho diputados que tenía y ha visto como desaparecía su presencia en Tarragona i Lleida. Los votantes republicanos han sido los más promiscuos. No han ido a CiU, por lo que se ve. Si han ido al algún lugar ha sido al grupo mayoritario de la izquierda: el PSC o a la abstención con un planteamiento purista.

Carod ha dicho que analizaran lo que ha pasado en clave autocrítica. Ello tiene que ver con las tensiones que conviven en el partido republicano. Se verá si la derrota produce una implosión que pone en crisis su equipo dirigente, tanto a Carod como a Puigcercós. Los socialistas temen que la víctima propiciatoria sea el acuerdo de gobierno en Cataluña, ya que la base de los republicanos entiende que el partido está demasiado preso de los acuerdos con PSC y ICV, lo que le permite tocar poder pero le deja sin espacio para hacer su política de forma independiente del resto de la coalición.

ICV también ha visto como su utilidad quedaba en entredicho por el llamado voto útil. Joan Herrera soñaba con tres diputados y con reeditar el acuerdo con Izquierda Unida, con fuerza decisiva desde Cataluña. Pero esa percepción no la han compartido los votantes. El voto joven y rompedor no se ha podido sustraer a la llamada del voto útil para “parar el PP”. Por poco ICV no ha conseguido su segundo diputado en Barcelona. Esta fuerza política deberá pensar si se distancia del PSC que le siega la hierba a sus pies o si formaliza su presencia en los acuerdos catalanes como “segunda marca” del socialismo. También tendrá que plantearse su política estatal. El papel que juegue respecto a Izquierda Unida será clave.

Finalmente, en Cataluña el voto en blanco ha superado los 50.000 votos, el 1,5% sin posibilidad de influir pero más importante de lo que es habitual.

En los aspectos finales, los 45.000 votos de Ciutadans en Barcelona no han llevado al Congreso a Albert Rivera, que ha perdido comba respecto a Rosa Díez que si triunfó en Madrid.
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