Zapatero hace frente a la crisis … del PSOE

Zapatero, por fin, ha visto la crisis. El problema es que la que él percibe no es la misma que sufrimos a diario, y desde ya hace demasiado tiempo, el conjunto de los españoles.

Casi cuatro millones de parados, la recesión de la economía o el déficit público casi en el 4% no han hecho cambiar el providencial modo de contemplar el mundo de Zapatero. Pero en cuanto se ha visto solo en el Parlamento, solo en su Gobierno y cada vez más solo en su partido, ha decidido mover pieza.

El problema es que mientras los españoles esperaban un cambio de rumbo de la política económica o del gobierno que devolviera la esperanza al maltrecho estado de ánimo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, Zapatero ha decidido poner un parche en su partido para tratar de aguantar –como sea- el mayor tiempo posible al frente del gobierno. Y ha utilizado para ello una remodelación de su ejecutivo.

Ha sido una remodelación por sorpresa pero con anuncio previo. Un cambio de ministros al estilo de Zapatero. Mal gestionada -como tantas otras cosas-, llena de personalismo –retira a los que discrepan para rodearse de un grupo cada vez más sumiso- y con una descarada utilización del gobierno para tapar los problemas de partido.

Estamos, por tanto, ante una remodelación para tratar de remontar una crisis del PSOE y no la crisis económica y social que estamos sufriendo la mayoría de los españoles.

Zapatero no lleva a Chaves al Gobierno de España, sino que le aparta de Andalucía con un premio de consolación para tratar de evitar perder el gobierno de la Junta en las próximas elecciones.  El presidente del PSOE, después de 19 años al frente del Gobierno andaluz, vuelve a Madrid para coordinar la política territorial, a pesar de que son sobradamente conocidos sus enfrentamientos con otros presidentes autonómicos.


También se incorpora al ejecutivo el vicesecretario general del PSOE, Pepe Blanco y lo hace como ministro de Fomento, sin que a nadie le conste experiencia alguna en la gestión de obras públicas, salvo que alguien considere como tal la reciente remodelación de la sede socialista de Ferraz.

El cambio de ministros también ha servido para que Zapatero pague, por fin, la deuda que tenía con Trinidad Jiménez a la que empujó a una derrota sonada como candidata a la alcaldía de Madrid en el año 2003.

Una directora de cine para Cultura, un rector de apellido Gabilondo para gestionar el fracaso de la educación y el ascenso de Elena Salgado son las otras tres apuestas de Zapatero para los próximos meses -¿cuántos se preguntarán muchos-.

Posiblemente, la incorporación de Salgado a la vicepresidencia económica es la peor noticia de la remodelación porque poner al frente de la crisis económica a una persona sin nombre en la economía española demuestra el espíritu de cambio que ilumina al presidente del gobierno en estos momentos de zozobra para la gran mayoría.

Esta es la remodelación para afrontar el futuro. Un gobierno a la imagen y semejanza de Zapatero, con el que lanza un claro mensaje a los españoles. Un mensaje que desde el Partido Popular venimos proclamando hace ya mucho tiempo, sencillamente que de Zapatero y de este Gobierno ya no se puede esperar nada. Bueno, sólo una cosa, que se vaya.

José Luis Ayllón
Secretario general del Grupo Popular en el Congreso