Familia... y palabra de Dios

La Liturgia de la Iglesia Católica es magistral a la hora de elegir los textos que han de ser leídos durante la celebración de la Eucaristía, vulgarmente llamada misa. En la Misa de la Familia que ha tenido lugar en la Plaza de Lima de Madrid este domingo, 27 de diciembre, los textos litúrgicos han sido elegidos con la suficiente mano izquierda como para no caer en las contradicciones bíblicas a las que somete a los fieles el Libro Sagrado de los cristianos. Si lo que toca es hablar contra las leyes del gobierno, contra la homosexualidad, el aborto, el matrimonio gay, el divorcio, y “defender” la que llaman “familia tradicional”… ¿por qué complicar las cosas? El Antiguo y el Nuevo Testamento sirven para lo que sirven…y si algunas de sus sacrosantas palabras no sirven…. simplemente se ignoran. La Palabra de Dios está también sometida -¡faltaría más!- a la censura de los obispos y cardenales… según las conveniencias de los tiempos.

Porque lo que importa es imponer en esta Europa “laica y descristianizada” el modelo de familia “tradicional” según la entienden los celibatarios prebostes mitrados, obedientes ciegos a las directrices de Roma. Juan Pablo II queria una “Europa católica” a machamartillo. Como se murió fracasando en su intento, dejó la tea a su fámulo Joseph Ratzinger. Y éste encendió los báculos episcopales para que el “imperio de la fe” retorne a este mundo “sin Dios”, donde la familia camina a la destrucción…, exceptuando a las familias congregadas en la Plaza de Lima.

Abriendo al azar la Biblia –el Libro sagrado de los cristianos- uno se topa con descripciones de la mujer (parte fundamental del núcleo familiar) que harían enrojecer de ira o de vergüenza incluso a los miles de varones asistentes a la Misa de Madrid. El cardenal Rouco Varela, o el cantante pintor y desfacedor del misterio de los reyes magos Kiko Argüello podrían haber leído o cantado esta Epístola del Libro del Eclesiastés: “¡Cualquier herida, pero no herida del corazón! ¡Cualquier maldad, pero no maldad de mujer!…Prefiero convivir con león o dragón, a convivir con mujer mala. La maldad de la mujer desfigura su semblante, oscurece su rostro como un oso. En medio de sus vecinos se sienta su marido, y sin poder contenerse suspira amargamente. Toda malicia es poca junto a la malicia de mujer…Blanco de ira, de deshonra y de gran vergüenza, eso es la mujer que mantiene a su marido… Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos. No des salida al agua, ni a mujer mala libertad de hablar. Si no camina como marca tu mano, de tu carne córtala… Un don del señor es la mujer silenciosa… De ningún hombre te quedes mirando la belleza, y entre mujeres no te sientes. Porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la malicia femenina. Vale más maldad de hombre que bondad de mujer, la mujer cubre de vergüenza y oprobio…”

Esa podría haber sido la primera lectura de la misa limeña, y hubiera sido interesante filmar la reacción de las mujeres. Estas prédicas las ha extendido la Iglesia católica durante siglos, pero hoy no hubieran sido “políticamente correctas”. Habrá quien diga: “¡Pero son textos del Antiguo Testamento! De acuerdo, ahí van textos del Nuevo, pongamos que del mismísimo San Pablo Apóstol, en su 1ª Carta a Timoteo: “No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. ¡Que se mantenga en silencio! Porque Adán fue formado primero, y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión.“ ¡Es Palabra de Dios!