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Reflexión de la presidenta de la FAPE sobre la situación del periodismo

Reflexión de la presidenta de la FAPE sobre la situación del periodismo

viernes 15 de octubre de 2010, 20:04h
Buenos días,

Llevo cuatro meses al frente de la FAPE. Seguramente, un periodo de tiempo aun insuficiente para conocer los entresijos de una organización que agrupa a 48 asociaciones federadas y otras 11 vinculadas, que en su conjunto representan a más de 20.000 asociados.

Durante estos meses, sí he podido comprobar que en cada esquina de España la crisis esta causando estragos en la profesión.

La FAPE puso en marcha el Observatorio de la Crisis hace, justamente ahora, dos años. Desde esa fecha ha registrado la perdida de 3.500 puestos de trabajo periodísticos. La cifra en el INEM se dobla. Y en pocos meses puede alcanzar los 10.000 parados, según los datos del profesor Pedro Farias, director del Informe Anual de la Profesión Periodística, que edita la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) . Esta misma semana conocíamos otro dato para el desaliento: la plantilla de los tres grandes de la prensa se ha reducido un 43% en los últimos siete años (El País, El Mundo y Abc).

Cualquier calificativo resulta vano para quienes viven este drama humano y profesional. Pero, si el paro es elevado, el empleo se ha devaluado en mayor medida. La precariedad -lo he dicho alguna vez- es ya un inquilino más de las redacciones. Por el mismo trabajo se ofrece menos dinero, peores condiciones laborales y mayor presión, si cabe, sobre el periodista... porque en la convergencia multimedia es preciso trabajar para varios soportes y -dada la ofertaempleado y empleador saben que detrás vendrá otro redactor que acabará aceptando esas propuestas injustas. La sangría del desempleo y de la precariedad terminará destruyendo la calidad.La precariedad es uno de los mayores enemigos de nuestra independencia y la principal preocupación de los periodistas españoles, según el informe anual al que acabo de referirme. Casi la mitad de los periodistas que trabajan en prensa diaria (42%) son contratados como colaboradores. Recientemente, nuestra Federación ha emitido un comunicado en defensa del trabajo de los reporteros freelance y de sus condiciones laborales.

Precariedad freelance

Se ha  producido un descenso en picado de las tarifas. Estos profesionales viven una situación insostenible, marcada por frecuentes impagos y demoras de los medios de comunicación. En algunos casos el ingreso se realiza seis meses después.

En el caso de los reporteros que cubren guerras o catástrofes, la situación se agrava, porque adelantan los gastos de su propio bolsillo. Los bajos ingresos que perciben, frecuentemente, les impiden dotarse, de chalecos antibalas o de un seguro medico.

Estos colaboradores suelen proporcionar, además de una información directa y iferenciada, gran parte de las noticias internacionales que consumen los medios.

El gran drama de la profesión es que para una legión de licenciados ser mileuristas hoy aparece como un sueño inalcanzable a corto plazo. De manera que el último eslabón del periodismo que es el becario se instala indefinidamente en ese estatus. Sufrimos un auténtico atropello laboral, fruto de la confluencia de una crisis – esperemos- coyuntural y de otra tecnológica, que ha provocado un seísmo en la comunicación. El mundo digital lleva más de una década entre nosotros y, medios y periodistas, lo hemos abordado tarde y, seguramente, mal. Dando muestras de arrogancia, las grandes empresas de la comunicación recibieron con pasividad las llamadas de atención del nuevo orden mediático, que les sonaron a cantos de sirena más que a seria amenaza. Los periodistas, ya asentados laboralmente, se resistieron a aceptar el cambio. Una autentica revolución tecnológica que ha colocado en una nueva era a la comunicación y al periodismo. Muchas empresas han optado por ajustes de plantilla en lugar de reordenar el negocio. Por eso tenemos todavía a editores reflexionando en el diván de la crisis. Y a periodistas que no se han adaptado a los nuevos tiempos, en formación y áreas de trabajo. Y, no nos engañemos, nada volverá a ser igual; probablemente, a mejor.

La tecnología ha transformado a los lectores. La noticia está en la calle, pero también en la Red. Y estamos obligados a experimentar y a adaptarnos a las nuevas formas de hacer periodismo, a crear narrativas actuales. Y los empresarios a buscar estrategias financieras, cambiar formatos y adelantarse a los hábitos diferentes de lectura. La primera década del siglo XX ha hecho añicos la versión tradicional de la empresa  periodística.

Los medios online no han resuelto cómo generar ingresos. Los anuncios en la Red son agresivos, a veces, una auténtica pesadilla que apenas inducen al doble clic. No alcanzan el beneficio ni el impacto que posee la publicidad en la prensa de papel, cuya venta sigue cayendo.

Crisis del modelo de negocio

Está en crisis el modelo de negocio que ha generado –no lo olvidemosimportantes beneficios para las empresas. El replanteamiento no es sencillo. Y no sirven ojos conservadores, sino imaginación, conocimiento, audacia e investigación de futuro. Los periodistas necesitamos a los editores. Pero, ellos precisan la calidad de nuestros  contenidos. Es una relación simbiótica. Interesada.

La tormenta nos sacude a todos. Nosotros somos los marineros, pero todos viajamos en el mismo barco. Creo que la única salida es una alianza, un pacto entre editores y periodistas. Es preciso conseguir un consenso para adaptarnos a la nueva sociedad de la información. Trabajar de forma conjunta para evadir esta crisis. Colaboración entre periodistas, editores, y también universidad y algunas instituciones. Nos necesitamos mutuamente. El mundo digital y las redes sociales acaparan la audiencia, pero el medio impreso, mientras se atina con el modelo de negocio en Internet, permanece vivo y sigue marcando la pauta en la formación de la opinión publica en las sociedades democráticas. Y su papel es fundamental porque ofrece investigación y credibilidad.

Nueva planificación empresarial

La solución a una nueva planificación empresarial no puede resultar de la perdida de derechos laborales y profesionales de los periodistas. Porque matan su fuente de ingresos. Estamos deteriorando el rigor y la credibilidad. La calidad de los contenidos es el ingrediente básico para la supervivencia y el desarrollo de un medio decomunicación. Sin este consenso, la salud democrática de este país se resentirá porque los periodistas somos las victimas, pero la gran perdedora es la sociedad.

El proceso de ajuste ha puesto en peligro la estabilidad de medios de información rigurosos y profesionales, indispensables para asegurar la pluralidad y el ejercicio democrático. La responsabilidad empresarial es enorme. También los periodistas somos culpables de la mala praxis, atrapados por la crisis hemos caído en la trampa de apearnos de la ética. El proceso de concentración audiovisual, a través de fusiones, amenaza con nuevos recortes de plantilla en el sector. Las televisiones tienden a subcontratar no solo productos de entretenimiento, sino también informativos. Ocurre con las cadenas privadas y se ha extendido entre las autonómicas. Estas productoras ofrecen, en general, peores condiciones profesionales y laborales. Un hecho que incide negativamente en la calidad de los contenidos. El periodismo precisa del mercado para ser libre, pero cuando la información se mercantiliza deja de serlo. La calidad no esta reñida con el negocio, sino todo lo contrario.

La comunicación no es una industria cualquiera

El sello de credibilidad, la marca y una gestión acertada y adaptada a las nuevas necesidades informativas genera estabilidad financiera. El empresario ha buscado dinero fácil y rápido con pilares de barro como la ética que ha aplicado. Y la comunicación no es una industria cualquiera, posee unas dosis de servicio público que le confieren una responsabilidad diferente, debido a su enorme capacidad de influencia para transformar un país.

En este nuevo marco multimedia sigue vigente el artículo 20 de la Constitución Española. Ya saben, el que protege la libertad de información, exige responsabilidad al periodista y garantiza el derecho a la pluralidad, veracidad y opiniones éticas.

Y en esta tarea: la apuesta por la calidad, también debemos alcanzar una convivencia pacífica entre las empresas multimedia y los periodistas multimedia, con el reconocimiento de derechos y deberes. La calidad de los contenidos tendrá efectos de rentabilidad económica.

La FAPE realiza un gran esfuerzo para garantizar el ejercicio de un periodismo digno, que recoge el compromiso de los profesionales a asumir sus deberes de manera responsable. Una Comisión de Quejas y Deontología independiente, ha dictado numerosas resoluciones que están sentando una jurisprudenciadoctrina deontológica sólida.

Desde aquí animo a las empresas informativas a adherirse al Código Deontológico de la FAPE, siguiendo el ejemplo de otras comisiones semejantes en Europa, como la Comisión de Quejas británica.

Crisis ética

Y es que el tercer enemigo del periodismo y,  probablemente, el de mayor trascendencia para la profesión y para la propia sociedad, es, precisamente, la crisis ética.

Un ejemplo, el 68% de los encuestados –según revela el informe de la profesión que edita la Asociación de la Prensa de Madrid- reconoce abusar de las fuentes anónimas, y el 83% declara no contrastar lo suficiente la información.

La crisis ética ha depreciado nuestra imagen. Se ha devaluado el peso específico del periodista ante la sociedad y ante nuestras propias empresas. El Consejo de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos sitúa casi al nivel de los políticos. Los contenidos se han ido empobreciendo y aligerando paulatinamente. La prisa por una información instantánea y la escasa inversión no permiten indagar en un tema durante semanas. Ofrecemos más datos, pero menos información porque carece de profundidad.

Las televisiones se hallan inmersas en la psicosis de la audiencia minuto a minuto. La presión que genera es una espada de Damocles que dificulta el asentamiento de programas y marca como único objetivo el éxito rápido y a costa de casi todo. Se hace un periodismo de declaraciones, de políticos o de famosos y damos voz a quien tiene poco que decir. Las noticias de elaboración propia son escasas, mientras crece el recurso de copiar y pegar. El resultado: proliferación del rumor, contenidos sin contrastar y escasa originalidad.

Espectáculo de la tensión

Muchos debates no son más profesionales: se ha impuesto el espectáculo de la tensión, la posición política predeterminada y la polémica como negocio televisivo.

El reciente premio Nóbel Mario Vargas Llosa afirma que la secuela de esta cultura del espectáculo es el protagonismo que han alcanzado los bufones. Asegura que detrás de semejante espectáculo comienzan a desbaratarse las fronteras entre la verdad y la mentira, los valores morales, la naturaleza de las instituciones y la vida política. Y todos somos sus cómplices, concluye el escritor.

Es difícil ponerle freno y no limitar la libertad, de ahí que la clave sea la autorregulación de los medios. Y la ética una practica periodística en todos los soportes. Javier Darío Restrepo, de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano -que este verano participó en el curso de FAPE en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo-, cree que si la Universidad solo enseña técnicas, el periodista sale sin armas para  enfrentarse a un oficio que, para ser digno, precisa una gran reserva interior.

Jubilaciones anticipadas

Fundamentalmente, conciencia. Gracias a las jubilaciones anticipadas se han perdido profesionales bien formados en cultura y oficio a cambio de jóvenes mal pagados y aun inexpertos. De ahí que el político se confíe y aproveche la precariedad de medios para “colar” sus notas de prensa, con la intención de que sean reproducidas tal y como ellos las envían.

La FAPE viene reiterando además su rechazo a las ruedas de prensa sin preguntas. Fomentan la opacidad y atentan contra el derecho a la información del ciudadano. Deterioran la democracia. Como algunos procesos de concesión de licencias que constituyen una autentica arma política que ensombrece la libertad de información.

Como el acuerdo de los grandes partidos para la imposición de bloques electorales en los informativos de las televisiones privadas. Le hemos trasladado, tanto al PSOE como al PP, que para nosotros constituye un claro atentado contra la libertad editorial y un intento de convertir la información libre en altavoz de mensajes políticos, que anulan  el papel de la profesión periodística, sin olvidar el dudoso interés para las audiencias. La FAPE también ha sido pionera en apostar por la supresión de los anuncios de prostitución. Tanto Magis Iglesias como Fernando González Urbaneja denunciaron esta anomalía de la prensa española que no encontramos en países de nuestro entorno. Y que han desterrado los diarios españoles 20 Minutos, Público, La Razón, Avui o La Gaceta.

Periódicos en los colegios

Anuncios con llamativos términos al alcance de menores. Precisamente, uno de nuestros objetivos es que los periódicos y la información en general sea objeto de análisis en las aulas de primera enseñanza. La FAPE ha conseguido que este debate cale en el Gobierno, en la sociedad y hasta en los propios medios. Esta semana, un columnista de un periódico que se beneficia de esta publicidad afirmaba que le interesaban los anuncios por palabras, “hoy envilecidos –cito textualmente- por la propaganda intrasexual”.

La cita es de la página 8 de Información Local. Lástima que en la página 10, aparecían precisamente tales anuncios bajo el epígrafe de Relax. (Titulo: “Larga vida a los diarios”, El País, Eugenio Suárez).

Es imprescindible forjar ciudadanos críticos y formar para valorar la información e interpretar los contenidos. Especialmente ahora, cuando la información corre a raudales por la red, aunque eso no signifique que estemos mejor informados. En pleno desarrollo digital mucha gente se pregunta si la sociedad nos necesita para estar informada, para garantizar la libertad y la democracia. Pues bien, ante la falacia de que cualquier ciudadano es un informador en potencia al colgar una noticia en la red, les aseguro que cuanto mayor es el volumen de noticias mas necesarios somos los periodistas... para destacar con criterio lo sustancial, para situar los hechos, consultar fuentes, observar y entender la realidad... y contarla bien, con profesionalidad.

No limitarse a describir

Indro Montanelli
decía que el buen periodista no se limita a describir. Y los blogs o las redes sociales no investigan. Son instrumentos útiles, sobre todo por su cercanía, pero no son periodismo. Salvo que consideremos que esta profesión es cosa de aficionados y no un oficio que ampara la Constitución. “Soy muy exceptivo acerca del periodismo ciudadano”, afirma el fundador de Slate Group, una división editora de The Washington Post. “Cuando voy a un restaurante –señala Jacob Weisber - quiero que la comida me la cocine el chef y no un cliente”, precisa. Pese a todo, los medios de comunicación deben aprovechar las ventajas que brindan las plataformas sociales, pero es preciso filtrar y procesar las informaciones que llegan por esta vía. De ahí la responsabilidad del periodista.

Que, por cierto, solo se le reconoce a efectos jurídicos. En la Declaración de Madrid, promovida por la Presidencia española de la UE, los editores se comprometieron con la FAPE a garantizar los derechos de los periodistas como autores de sus informaciones en el marco de un Tratado Internacional. Es absurdo que la nueva Ley de Propiedad Intelectual plantee al periódico como una obra colectiva -como si fuera una enciclopedia- carente de derechos para los autores de las informaciones. Exigimos su reconocimiento moral y económico. La tecnología facilita la reproducción ilimitada del producto periodístico, lo que hace más urgente que se defina la compensación de derechos de autor. El trabajo del periodista es exclusivo y singular. Merece ser debidamente reconocido. Tan solo La Vanguardia recoge en su convenio la remuneración económica por estos derechos de autor.

Renovación de las asociaciones

Precisamente, con el fin de ganar en identidad y representación, la Federación de Periodistas está impulsando la renovación de las asociaciones para transformarlas en colegios profesionales. No se entiende solo como una estructura de defensa de los intereses profesionales, pretendemos asimismo asegurar la calidad de un servicio al ciudadano, el derecho a la información.

El proceso administrativo es lento, pero desde la FAPE hemos tutelado con éxito el de Murcia y varios se hallan en marcha, como el de Castilla y León, Andalucía y Madrid. Los colegios nos ayudarán a promover una conciencia más profesional del periodismo y a defender nuestros derechos en estos momentos de alarmante precariedad.

Nos mantenemos además en conexión con las facultades de Periodismo, mediante iniciativas conjuntas de formación. Este capitulo es fundamental  para acercar la profesión a los planes académicos y potenciar nuestra formación para adaptarnos a los nuevos soportes en constante evolución. En quince días ponemos en marcha el primer portal de formación para periodistas en español. Otros cursos van dirigidos, por ejemplo, al autoempleo. El periodista brasileño Rosental C. Alves, uno de los gurús del periodismo digital, recomienda fomentar el carácter emprendedor de los periodistas para ganar la batalla al desempleo.

Internet se ha convertido en la gran oportunidad para nosotros. En EEUU cientos de periodistas han logrado acreditar sus blogs, algunos se han convertido en referencia y en importante fuente de empleo. Prima la marca. Se han ganado la credibilidad. Sin ir más lejos, les voy a citar lo que he rescatado de un blog. El de José Mª Granados, ex presidente de la Asociación de Periodistas de Almería. Critica la convocatoria de laDiputación de Almería que oferta cinco plazas de redactor para la emisora municipal. Requisito: el título de Bachillerato. El bloguero se pregunta cual sería nuestra reacción si la Diputación buscara medico con certificado de estudios primarios. Con apuestas de calidad tan elevadas como ésta, difícilmente puede absorber el mercado a los aproximadamente 2.500 periodistas que obtienen su titulo cada año. Por cierto, el 70% mujeres. Y, sin embargo, el 75% de los cargos directivos llevan nombre de varón. Seguramente la irracionalidad de los horarios influye en el hecho de que la mujer apenas figure en el staff directivo de los medios de comunicación. Las renuncias al ejercicio y al progreso profesional suelen tener nombre de mujer.

El periodismo es una profesión vocacional, que incita y estimula la ausencia de horario. Pero, ni vocación, ni libre disposición, ni competencia están reñidas con la racionalidad. La familia también puede ser un patrimonio del periodista, aunque  parezca mentira. Para conciliar, tienen que implicarse las administraciones públicas, es una idea para el Ministerio de Igualdad. Y sistematizar el trabajo, por parte del periodista y de la empresa. Y ahora la tecnología facilita las cosas. Esta Federación ha tardado 86 años en ser presidida por una mujer. Magis Iglesias. Ahora, afortunadamente, el que hoy yo esté aquí, ya no es noticia. Recientemente, el secretario  general de la Federación Internacional de Periodistas, Aidan White, aseguraba que en estos momentos de incertidumbre nos ha faltado autocrítica y nos ha sobrado arrogancia.

Volver a la senda de la calidad

Yo creo que también entre nosotros escasea la unidad, la solidaridad efectiva. Es una profesión individualista, con poco arraigo gremial y corporativo. Y, en tiempos de adversidad, ese pacto al que me refería, precisa un compromiso previo: el de los propios periodistas. Sin grupos, sin partidismos. De verdad.  Otros obtendrán rédito de nuestra debilidad y de nuestra falta de unión.  Ben Bradley, director del The WashingtonPost en la etapa del Watergate, ha manifestado que éste es el mejor  momento del periodismo. No podemos ver el futuro, pero deberíamos evitar estar demasiado deprimidos por él. Un cierto ejercicio de renovación puede reconducirnos a la senda de la calidad y de la ética.

En toda la historia, ninguna sociedad tuvo tantos ciudadanos interesados por la información. El periodista es imprescindible para mediar entre el poder y la sociedad,  para garantizar la democracia, que se construye cada día. Son motivos para luchar y también incrementar nuestra autoestima.

Gracias.


* Intervención integra de la presidenta de la FAPE, ELSA GONZÁLEZ DÍAZ, en el Foro de la Nueva Comunicación

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