Llegó la derrota de la mano de quien le apuntó a la victoria. Digan lo que digan los oficialistas del
aparatik,
Zapatero ha recibido en Madrid la primera gran nota negativa que anuncia su rápido declive: igual que subió, la bajada parece también espectacular. La derrota de ‘la Trini’ en las primarias de Madrid a manos de quien decían que era el ‘clon-incompleto’ de Zapatero,
Tomás Gómez, es la derrota del ‘zapaterato’; es decir, de un estilo de ser y de gobernar que, lejos del mítico talante, ha sido, en realidad, un modo cesarista de ver y detentar el poder.
No se entiende de otra forma este pulso en Madrid: internamente, todos calculan que ni ‘la
Trini’ ni Gómez tienen posibilidades de vencer no ya a
Alberto Ruiz-Gallardón, sino a
Esperanza Aguirre. Hoy por hoy lo dicen las encuestas y no es previsible un cambio sociológico de actitud dada la bajísima valoración del presidente del Gobierno y de sus políticas para afrontar esta crisis, lo cual arrastra, naturalmente, al PSOE en su conjunto. Entonces, ¿por qué ese órdago en el PSM, una organización que secularmente se ha plegado a los designios de la Ejecutiva Federal? Acaso, porque Zapatero, en caída libre imparable, necesitaba un golpe de efecto: ‘Aquí mando yo’. Pero Gómez, que llegó a la secretaría general del PSM a través del ‘dedo designador’ de Zapatero, no se ha plegado y ha colocado a la ‘dócil’ organización socialista madrileña en la segunda que desaira, planta y vence al secretario general del PSOE (el primero fue el PSC, cuando
Montilla no aceptó que Zapatero designara
molt honorable president al nacionalista
Artur Mas).
Ahora, perdidas las primarias madrileñas, dentro del socialismo se abre la veda sobre Zapatero. La ‘vieja guardia’ le tiene ganas, pero, además, le ha perdido ya el respeto. Otros sectores no tan ‘viejoguardistas’ han descubierto que Zapatero no habla ex cátedra y, por tanto, que no es infalible y que lo que dice, ordena y manda no puede ser considerado como dogma de fe. Gómez ha hecho realidad en las urnas lo que dirigentes como
Rodríguez Ibarra -o en menor medida como Barreda- vaticinaban en tenues declaraciones. Cualquier federación socialista sabe a estas alturas que ni Zapatero ni su particular
Beria (*) van a mantener ni el partido ni el gobierno cerrados a
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cal y canto de cualquier crítica interna. ¿Y quién ha hecho el papel de Beria en esta ocasión? Hay dedos que apuntan: unos a un ministro, otros a otro... pero en la mente de todas están esas declaraciones de determinado prócer hablando de ‘consecuencias’.
Que estas primarias eran fundamentales para engrasar los oxidados ejes del pensamiento zapaterista da buena cuenta el supuesto trabajo sucio realizado -sin éxito, es evidente- por determinados agentes y superagentes del
aparatik: llamadas telefónicas personales pidiendo el voto para ‘la Trini’, puesta a disposición de la candidata de todo tipo de medios y facilidades, declaraciones de amor elocuente del propio Zapatero, envíos masivos de cartas e, incluso, amenazas de todo tipo que algunos militantes dicen haber recibido. Si estas primarias madrileñas no podían enturbiar en lo más mínimo el poder moral de Zapatero, ¿a qué venía tanta presión? Y lo más importante, ¿por qué tanta fijación con ‘la Trini’, que ya se le premió suficientemente por ser la ‘descubridora’ de Zapatero en aquel XXXV Congreso con poderes en la Ejecutiva Federal y con Ministerios, que ya perdió en Madrid y que las encuestas dicen que volvería a hacerlo si hubiera ganado las primarias, las cuales también ha perdido? La política tiene algo, acaso mucho, de esotérico.
Madrid ya es historia. Ahora viene Cataluña. ¿La segunda, esta vez en el pecho, para Zapatero?
* [Lavrenti Pávlovich Beria fue jefe de la policía y el servicio secreto NKVD, un hombre asociado a las grandes purgas stalinistas; pero tras la muerte de Stalin; Beria fue juzgado y ejecutado, en circunstancias poco claras, a instancias de Nikita Jrushchov y sus seguidores, que lo veían como el principal obstáculo a la desestalinización].
Si (
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