Según informa este miércoles el diario 'El Mundo', la autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, la dominicana Ana Julia Quezada, dijo en su declaración a la Guardia Civil que dejó la famosa camiseta del crío junto a una depuradora para confundiur y para que su entonces pareja, Ángel Cruz, padre del niño, "creyera que estaba vivo, para darle esperanza y no hacerle daño".
Ana Julia también declaró que, según su versión, la relación con el niño era "buena", y no mala, como se había asegurado como posible móvil del crimen confesado. También sostuvo su versión sobre cómo Gabriel acabó en la finca donde murió: cuando el niño quiso ir a jugar a la casa de sus primos tras comer el 27 de febrero en la casa de la abuela de éste en Las Hortichuelas, éste se puso a jugar con un palo, como si estuviera aburrido, mientras hacía tiempo. Entonces, Quezada le ofreció mejor ir a la finca de Rodalquilar donde iba a pintar, trasladándole en coche. Lo hizo prometiéndole que, después, le volvería a traer a Las Hortichuelas para jugar con sus primos.
Es entonces cuando comenzó a achacar al niño una actitud de mal comportamiento y ofensiva hacia ella, llamándola "negra fea" y que se "fuera a Santo Domingo", en referencia a su lugar de origen. Sostuvo también la explicación de que al querer taparle la boca forzajearon y que accidentalmente provocó su fallecimiento. Tras ese supuesto desenlace, distinto a la versión policial, que apunta al homicidio premeditado, se quedó un tiempo pensando y ante el "bloqueo", eligió la opción de esconder el cuerpo y más tarde participó en la búsqueda del niño como si nada hubiera pasado.