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El discurso de António Guterres, secretario general de la ONU, en Madrid

jueves 17 de noviembre de 2016, 13:22h

Con ocasión del nombramiento de Doctor Honoris Causa en la Universidad Europea de Madrid – Laureate International Universities – se celebró ayer, 16 de noviembre, un acto solemne en el Campus de Villaviciosa de Odón en la que Antonio Guterres pronunció un importante discurso en el que resaltó numerosas claves de su futuro desempeño al frente de la Secretaría General de las Naciones Unidas.

El acto fue presentado por el expresidente del Gobierno español, Felipe González, quien resaltó su antigua y sincera amistad, en un emotivo trasfondo para justificar la pronunciación de la laudatio.

La laudatio realizada por el expresidente, Felipe González, tuvo también un emotivo trasfondo. Una amistad sincera unía la personalidad de los dos exmandatarios, que se conocían desde los años noventa. En su inicio la intervención de Felipe González estaría marcada por el recuerdo de las negociaciones del Tratado de Maastricht, al poner de manifiesto el papel que jugó aquel Tratado en la creación de una imperfecta Unión Económica y Monetaria y asimismo de una imperfecta Unión política en la que se plantearon soluciones que no se resolvieron y que dejaron a la Unión desprovista de capacidades para afrontar situaciones graves como las guerras o las crisis financieras. Asimismo recordaría el papel de Guterres en la presidencia rotatoria del Consejo Europeo, siendo el jefe del Ejecutivo en Portugal y proponiendo la Agenda de Lisboa, un importante programa de medidas destinadas a buscar una convergencia fiscal de los Estados miembros con el fin de evitar que en el caso de una crisis los choques asimétricos no fuesen tan severos.

Felipe González señalaría que aquella actuación de Guterres y muchas otras, inclusive antes de estar al frente del Ejecutivo luso, cuando ayudaba por las barriadas de Lisboa a los más desfavorecidos, manifiestan una vocación decidida por la protección de los desfavorecidos, que se vería plenamente realizada desde 2005 al asumir el cargo de Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. En su laudatio Felipe González destacaría la sinceridad y la moderación de una persona que ha ejercido su responsabilidad durante estos últimos 10 años y al que le espera una tarea mucho más difícil: la Secretaría General de las Naciones Unidas, cargo que empezará a ocupar desde el 1 de enero de 2017, teniendo por delante muchos desafíos entre los que recordaría el reto del Cambio Climático, los desplazados que van a surgir por el cambio de la tierra, por el reparto de los recursos, por los conflictos latentes en los que era necesario innovar alterando de alguna forma el orden de los factores. En el caso de Siria, Felipe González especificó, que los numerosos “alto el fuego” y ventanas de tiempo en las que se enviaba “ayuda humanitaria”, no habían logrado avanzar hacia “la transición democrática”, puesto que ésta parecía no llegar nunca. A modo de consejo, Felipe González recomendaría innovar, agregando que era necesario contemplar en las negociaciones una transición democrática para que el conflicto llegase a un final lo más prontamente posible y la región recuperase la normalidad.

La cuestión de los refugiados también ocuparía una parte importante de esta laudatio, pues la distinción honorífica que recibía Guterres se efectuaba por su labor al frente del ACNUR. Felipe Gonzalez recalcaría que la gestión de los flujos de refugiados no se habían efectuado de una forma adecuada, Europa no ha asumido su responsabilidad a nivel internacional y en gran medida ha evitado a lo largo de años actuar en esta materia. Consecuentemente, la contingencia sobrevenida del conflicto sirio ha evidenciado la debilidad de la Unión, con consecuencias sobre millones de personas que se han visto obligadas a caminas miles de kilómetros para buscar refugio en diversos países de la Unión. El coste político y económico que Europa no ha realizado a lo largo de la década pasada, por motivo de la crisis económica, ha impedido avanzar en esta materia y ese estancamiento no se puede mantener por más tiempo, por ello recordó desde la Universidad Europea que es necesario “más Europa” para proteger a aquellos a los que António Guterres tan encomiablemente ha buscado salvaguardar los derechos y el bienestar de las personas refugiadas y apátridas.

A continuación el electo Secretario General de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, recibiría de manos de la Rectora de la Universidad Europea, Isabel Fernández, la distinción Doctor Honoris Causa de la Universidad Europea de Madrid por su papel como Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados entre 2005 y 2015 pronunciando acto seguido el correspondiente discurso en el que comenzaría manifestando que a lo largo de todos esos años, ha estado presente en multitud de escenarios, muchos de ellos dramáticos, y ha entrado en contacto directo con los más vulnerables que surgen en los escenarios de crisis internacional, los refugiados y los apátridas. En tal sentido recordó su labor al frente del buque insignia de Naciones Unidas para proteger y resolver los problemas de estos dos grupos de personas.

Avanzó las claves de su futura labor como Secretario General de Naciones Unidas, una misión que calificó muy compleja en los tiempos que vivimos, marcada por un escenario internacional convulso, un mundo en plena transformación, que se está convirtiendo en un lugar más hostil y sin respeto a las normas, con más muros, más egoísmo y menos aceptación de la diversidad. Su denuncia fue muy clara: Occidente está demostrando actualmente poca humanidad con aquellos más vulnerables en el contexto internacional los refugiados y los apátridas, pasando a abordar el contexto de crisis de los Refugiados en la Unión Europea entendida como una de las regiones del planeta con mayor índice de Bienestar.

Guterres aseveró, que Europa no ha sido capaz de absorber más de un millón de desplazados por la guerra siria y abordar con altura de miras este preocupante problema y en su lugar, países circundantes al conflicto con un menor índice de desarrollo, como Líbano o Jordania, han tenido que hacer frente a la gestión, que en muchos caso les ha desbordado. Las herramientas de la Unión Europea se han mostrado poco eficaces para gestionar estos flujos de refugiados que han huido a lo largo de la ruta de los Balcanes. El éxodo de millones de personas, que de forma desordenada, avanzaron hacia el corazón de Europa, ha sido transmitido a la opinión pública de una manera peyorativa. Tendencias políticas han sacado provecho y han alzado voces xenófobas y egoístas contrarias al cumplimiento del deber internacional de proteger a estas personas que huyen de escenarios cruentos.

Esta falta de sensibilidad, y de solidaridad que han transmitido al mundo ha afectado a la percepción que se tenía de Europa en la que cada vez más países se niegan a aceptar a los refugiados o desplazados alegando, al igual que la Unión Europea, falta de capacidad para abordarlo. Este problema y otros muchos necesariamente se deben revisar para que el mundo en que vivimos no se convierta en el caos. El respeto a las normas internacionales debería ser prioritario sin ceder ante las tendencias populistas que pueden perjudicar a millones de personas. La moderación ejemplar del discurso de Antonio Guterres ofrece una garantía a los más débiles del mundo.

Rogelio Pérez-Bustamante

Catedrático Jean Monnet ad personam

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