Pero esta misma temporada 2024/25 se ha estrenado en la dramaturgia y la dirección teatral, y con la aceptación unánime de crítica y público con ‘The Shit Show’, una pieza de teatro documento sobre el mediático caso de los abusos del productor hollywoodiense Harvey Weinstein, juzgado en los tribunales norteamericanos en 2020.
Con todo, Elisabet -37 años, voz pausada, discurso reflexivo, serena, sencilla, cercana y siempre sonriente...-, sigue adelante y sin mirar mucho para atrás. Formada en la RESAD (2010), y tras varios cursos de danza, canto y seminarios de diversa índole, se marchó a Londres para complementar su formación con un máster de interpretación en medios audiovisuales en Drama Centre. Fue precisamente allí donde se cruzó con un podcast sobre el caso de los abusos del productor de cine norteamericano Harvey Weinstein “y me quedé clavada en el suelo escuchando la conversación, porque lo vi clarísimo. Eran dos mujeres muy potentes, directamente implicadas en el asunto, hablando desde puntos de vista opuestos y en pleno proceso judicial. Me toca, me afecta. Quiero ver a estas dos protagonistas en escena. Yo querría verlo”.
Muchos meses después, con un intenso trabajo por medio, ‘The Shit Show’ se convirtió en su primera dramaturgia y dirección teatral que permaneció del 8 al 27 de octubre de este año en el madrileño Teatro Quique San Francisco. Ya hay prevista una pequeña gira y, como tanto el asunto como la extraordinaria factura del montaje lo merecen, tendrá mucho más recorrido.
Pasó de querer interpretar a la Abogada de la pieza a echarse tras de sí todo el proyecto. “En uno de los viajes que hice a España desde Londres, compartí la idea con Tristana Castilla y Mónica Miranda, mis compañeras de Sin Corpiño, y les encantó tanto el tema como la idea. Mónica se enamoró de inmediato del personaje de la Abogada. Seguí investigando y pronto surgió casi como una necesidad, ¿y estar desde fuera? Fundamos Sin Corpiño con la idea de sentirnos libres para explorar los distintos ámbitos implicados en la creación teatral y veníamos de que ella me hubiera dirigido en un espectáculo (Nosotras, que permaneció en el Off durante dos años), me aventuré a tomar las riendas del montaje”.
La actriz se ha visto figurando muchas veces en cartelería en las variadas propuestas en las que ha participado, pero verse ya como dramaturga y directora es otro cantar, o eso creemos nosotros, al menos. Elisabet nos lo confirma entre sonrisas y dice que sí, que se ha visto anunciada en su barrio, una vez terminadas ya las funciones y, claro está, a la entrada del Quique San Francisco cada día que pasaba por allí, o en algunos soportes municipales de publicidad, incluidas las pantallas gigantes de Plaza del Callao… “Obviamente, ahí no accedo sola, es una inversión en publicidad que se hace conjuntamente con el teatro; y aunque impresiona, sí, no sé si realmente se traduce en taquilla. ¿Sabes que ni lo vi? No me dio tiempo a pasar por la plaza esa semana que estuvo puesto. Me mandaron fotos. En fin, al final, creo que lo que más funciona en teatro es el boca a boca. Claro, eso lleva tiempo y ahora mismo es difícil, por no decir insostenible, que los montajes estén programados de seguido, hacer temporada en un teatro es un sueño”.
“Me gusta contar las cosas que me importan y que no veo reflejadas en el teatro”
Lejos de que el desánimo pueda hacer mella en la artista, piensa seguir trabajando para que el proyecto tenga mucha vida por delante. Pero sí, en sus deseos figura también, por qué no, el seguir insistiendo en el camino de la escritura y la dirección: “he descubierto que tengo cosas que contar y que se puede. Y que no está reñido con subirme a un escenario. Todo suma”. Su faceta de traductora, por un lado, y su permanente acceso a textos de autores extranjeros (es bilingüe inglés-español y habla también francés, además de vasco), le hacen caer frecuentemente en la tentación de presentar proyectos de dramaturgas británicas o estadounidenses y, al tiempo, llevar adelante sus propias creaciones: “es una tarea tan esforzada como compleja y hay que armarse de paciencia y de fuerza para poder sacarlos algún día”. En eso está Elisabet, “esperando que puedan darse las condiciones para poder llevarlos adelante… “Me gusta mucho este oficio, me gusta hacer teatro”.
La química entre los diversos elementos que participan en cada montaje (dramaturgos, actores, equipos artísticos, etc.), es una condición necesaria para llevarlos a buen puerto, según Elisabet: “ahora que lo veo desde el otro lado, he entendido mejor muchas cosas que antes me resultaban poco claras. Por ejemplo, ciertos procesos de casting, o que un director o directora trabaje casi siempre con su gente… Es normal, confías artísticamente, se genera un lenguaje común… He descubierto también lo agradecido que es encontrarse con un actor creador… Ariana Martínez y Mónica Miranda lo son y me han propuesto cantidad de cosas en los ensayos que me han servido mucho para llevar la dirección de ‘The Shit Show’. Junto con Luis Tausía, me han situado en lugares que de primeras no había imaginado. También a la hora de sintetizar, porque yo tenía demasiado texto y ha sido cuestión de ir limando y limando hasta dejarlo en lo esencial. Al final, claro está, es la dirección quién decide…, pero ven más cuatro o seis ojos que sólo dos. Me he sentido muy arropada por todo el equipo artístico”.
Agradecida a la RESAD por aquellos años de tanto trabajo, pero, al tiempo, de tanto disfrute en un centro que, probablemente, sea el mejor dotado de nuestro país y con una ratio de un profesor por cada unos pocos alumnos, Elisabet es consciente del privilegio que supone haber podido formarse allí: “el problema real viene justamente después de licenciarse. A mi promoción nos pilló en plena crisis. Creo que había menos acceso a la profesión del que hay en estos momentos. Años más tarde, gracias al Laboratorio Rivas Sheriff (CDN), accedí al casting para ‘El Triángulo Azul’ de Laila Ripoll, y desde entonces estuve en varios montajes de Micomicón, llevan toda la vida, es bonito eso. Laila es un gran referente para mí”.
“No podría llevar adelante un proyecto que no me nace de las tripas”
Comento a la artista que frecuentemente tengo la sensación de que, como los aficionados al fútbol, que todos llevan dentro a un entrenador en potencia, a buena parte de los espectadores de teatro les ocurre otro tanto, que llevan a un director de escena dentro. Entre sonrisas, Elisabet nos responde que “sí, la gente se toma muchas libertades… Supongo que es normal porque la experiencia de tener tan cerca a los actores y de saberse pieza esencial del hecho teatral, de sentirse parte de la comunidad y de vivir de forma tan intensa cuanto sucede en escena, al final es hora y media de sus vidas también y, al salir, es muy fácil que te aborden para darte a conocer su opinión… Y, de hecho, que lo hagan, grata señal, para bien o para mal, les ha movido. A mí me encanta. Como todo en esta vida, es mucho más fácil destruir que construir. Pero, es parte del juego”.
Y una directora de escena —apuntamos ahora a Elisabet—, ¿contempla siempre la vida como si se tratase de una potencial obra de teatro? “No sé si una directora de escena, a mí me sucede frecuentemente. Me veo tomando notas en el móvil, grabando conversaciones… (mentalmente). No quiere decir que vaya a utilizarlas, es como un archivo. ¿Para qué? No sé. Y a veces también hay que contenerse un poco ante los demás porque no puedes estar comentando en todo momento que partiendo de tal situación podría construirse una escena brutal o preciosa… hay que desconectar, la vida es para estar y gozarla”.
En el teatro, ¿el cómo es el qué?, ¿el resultado final de una obra depende más de la forma que del fondo?: “la idea de resultado… uff… Es verdad que soy muy esteta —nos responde Altube—, y suelo funcionar mucho desde ahí. Como actriz, desde luego. Me cuesta menos entrar en la forma y luego trato de hacer mía esa indicación. Nunca veo mal que un director me marque la orientación de un personaje o una escena, confío, su mirada externa está viendo algo más allá de mí. Encajando piezas. Pero tanto como para decir que en ‘The Shit Show’ el cómo tendría que ser más importante que aquello que queríamos contar, no, sin fondo esto no se puede contar. Estamos hablando de una realidad, es teatro documento, exige un compromiso. Es cierto, hay una forma. En ‘The Shit Show’ hay una especie de saturación de información en distintos formatos, en muchas ocasiones los estímulos son simultáneos: audios, texto, proyección de imágenes, texto proyectado, canción. El espectador tiene que decidir con qué quedarse. En lo que es el código de interpretación, hicimos un par de impros que poco tienen que ver con lo que es ahora el montaje. Idealmente en los ensayos, pruebas, imaginas, juegas, te vas lejos, te vas de madre y, finalmente, haces balance y vas filtrando. Mucho de lo que imaginaste al principio suele quedarse en el camino. Otras veces, como nos sucedió con la escenografía de Tristana Castilla, la forma es un acierto desde el primer momento. Una propuesta aparentemente sencilla, minimalista que delimita espacios en los que la escena ‘simplemente’ ‘pueda darse’. Esto que parece muy simple, acoge significados que hablan de la obra más de lo que de inicio habías proyectado. Algunos tan obvios como, ¿se puede cruzar una línea roja?”.
“Debajo de la punta del iceberg hay muchísimo más”
Damos un giro a la charla y vuelvo a cuestionar a Elisabet por todos estos casos de abusos que, como vemos en los medios españoles, no sólo suceden en Hollywood sino también en nuestro teatro y en nuestro cine. Para ella, sólo se está empezando a descubrir públicamente porque debajo de la punta del iceberg hay muchísimo más. “Pasa en todas las profesiones, pasa demasiado, en nuestro caso es verdad que entra en juego lo difícil que es acceder y hacer carrera en esta profesión, el grado de exposición y algo tan delicado como la ilusión, y creo que los depredadores sexuales lo saben y se aprovechan de ello. Y hablo también de micromachismos y de actitudes cotidianas que no son admisibles y que nos generan innecesariamente sensación de incomodidad”.
Sabe que cada nueva obra que aborde tendrá sus propias circunstancias y hechos de los que se alimente, pero que hay una parte de estructura que funciona: “he aprendido mucho viendo trabajar a Laila, el rigor al documentarse, investigar, indagar, empaparse, saber compartir ese universo y rodearse de las mejores personas que puedan generar ese marco para permitir que la obra suceda. Siempre he sentido que los procesos con ella son fáciles y soy muy partidaria de esa manera de hacer”.
Intuición, instinto, habilidad e inteligencia, así coloca Altube estas facultades necesarias para abordar cualquier obra de arte: “¡Por decir algo! Me dejo llevar mucho por la intuición. ¿Inteligencia? Sí, hace falta, pero siempre puedes dejarte aconsejar por gente mucho más inteligente que tú (ríe abiertamente). Hay muchos tipos de inteligencia, para mí mi intuición ya está informada por mi inteligencia. Y la inteligencia emocional trabajando en equipo… Pienso que la habilidad implica haber generado un hábito y eso, eso me da seguridad. Instinto, sí, oler el deseo, a veces hay que apostar fuerte. Por supuesto que puedes equivocarte, yo cuento con ello, pero a lo largo del proceso de creación hay muchos momentos para cambiar o rectificar y es un clásico decir esto, pero en el error siempre está el hallazgo. Te diría también, curiosidad”.
Desde luego, con su labor en ‘The Shit Show’, Altube está muy satisfecha, sabe que la experiencia acumulada le hará afinar más aún su labor como directora, ha ido viendo cómo el público seguía con verdadero interés cuanto sucede en escena: “aunque me interesa qué dice la crítica (y, en general, nos ha tratado muy bien…), valoro mucho más la respuesta del público en cada función. Las opiniones de los críticos no pueden condicionar tu trabajo, no sólo como directora sino tampoco como actriz. Es fácil decirlo. Pero tu obra y tu creación deben respetarse, no tiene porqué agradar a todo el mundo, quien quiera hacer otra cosa es muy libre de ponerse manos a la obra y montarlo”.
En futuros trabajos, como en este, la artista seguirá dejándose llevar por su propia pulsión, por su interés y no por las posibles tendencias o modas estéticas que primen en cada momento: “no podría llevar adelante un proyecto que no me nace de las tripas. El artista tiene la oportunidad de hablar de lo que nos preocupa, de lo que le genera contradicción, de lo que le afecta como persona o revuelve como ciudadano de esta sociedad. Atreverse a contar todo eso…”.
Por último, queremos apuntar que uno de los Cuatro Proyectos seleccionados este año Para Las Residencias Artísticas Del Festival Internacional de Teatro Clásico De Almagro(entre las 23 Propuestas Presentadas), ha sido Quien no cae, no se levanta, de Elisabet Altube, en el que la autora ofrece un análisis novedoso de la obra de Tirso de Molina mediante la técnica de ‘devising’. En todo caso, será una reinterpretación fresca de los textos de Tirso que aguardamos con la misma impaciencia que expectación.
Cuestionario final
¿Qué puede hacerte desmoronar en un momento dado?
Que algo malo le suceda a mi familia, a mis amistades… Es mi red de apoyo y cualquier cosa grave que les afecte me afecta directamente. En concreto en el proceso de ‘The Shit Show’ cuando salió la noticia de que se había revocado la sentencia contra Weinstein en Nueva York, al igual que con la vuelta de Trump, siento mucha impotencia, me siento ninguneada como mujer.
¿El artista debe ser metódico, ordenado, o visceral e intuitivo?
El otro día fuí a la exposición de Hilma af Klimt en el Guggenheim y me encantó ver cómo tenía catalogada toda su obra y el minucioso detalle con el que registró todo su proceso de creación. Lo tenía claro. Creo que el arranque es visceral, intuitivo, pero la técnica, el método, la constancia, son grandes aliados. El orden es más relativo, aunque práctico.
¿Te molesta mucho que los espectadores se olviden de apagar el móvil o se pongan a consultar las redes en plena función?
Sí, claro. Una falta de respeto a los actores y al resto del público. Lo de consultar redes en medio de una función es nivel adicto, ¿no? Si te aburres, vete. Me parece más respetuoso.
¿Se puede ser progresista y de derechas y conservador y de izquierdas?
En teoría no, ¿no? Creo que sé a lo que te refieres. Las incongruencias políticas están a la orden del día.
¿Tiene la mujer presencia suficiente en todos los ámbitos de la sociedad o no?
No. Todavía queda mucho por conquistar. Es cierto que hay cada vez más representación de la mujer, pero parece que tenemos que demostrar mucho más que los hombres cuando llegamos a puestos de responsabilidad, de liderazgo. Parece que tenemos que dar las gracias permanentemente por tener un mínimo de voz y representación cuando somos más de la mitad de la población.
¿Qué pregunta te haces a ti misma con frecuencia y aún no has encontrado la respuesta?
(Entre sonrisas…)
¿Por qué sigo aquí? ¿Te imaginas? No, más fácil, muchas veces me pregunto, ¿cómo lo hago para “nunca tener tiempo”?