La psicóloga María Isabel Torres alerta de los riesgos de la Navidad y Reyes: "El exceso de juguetes fomenta el aburrimiento"

¿Los juguetes son un buen regalo para los niños?

Sí, ya que son herramientas para el buen desarrollo del niño. Desde siempre, los más pequeños han necesitado una actividad que el juguete facilita: moverse, curiosear, experimentar, manipular objetos, crear, relacionarse e intercambiar acciones, vivencias y sentimientos. Es imprescindible buscar el juguete adecuado a cada edad y momento.

¿Cómo benefician los juguetes a su desarrollo?

Tienen un papel importante en la formación de los conceptos, las aptitudes y las expectativas de los niños, además de en su socialización. Ayudan a que sus funciones psíquicas, físicas y sociales evolucionen. Desarrollan múltiples facetas de su personalidad: aprenden a relacionarse con el entorno, amplifican su creatividad y perfeccionan sus habilidades ayudándoles a canalizar tanto su energía vital física, como la mental y la emocional.

¿Qué debe tener un buen juguete?

No siempre es el más caro, sino aquél que el niño puede usar, mover, manipular, armar, desarmar... En pocas palabras, aquel que puede ser dominado por los niños, que puedan utilizarlo fácilmente de acuerdo con el tamaño de sus manos, su coordinación psicomotriz, su raciocinio y su edad.

¿Hay una edad a la que ya no es adecuado regalar juguetes?

Siempre debemos respetar la personalidad, los gustos y la función que cumpliría el juguete adecuado a edades más avanzadas. Si nuestros hijos se sienten bien, siguen sacando partido a los juguetes y son los adecuados a su edad de madurez, no hay por qué dejar de regalarlos. El ocio es una faceta imprescindible para la buena salud anímica y el juguete adecuado puede ayudar a ello.

¿Deben hacerse distinciones entre juguetes para niños y para niñas?

Nunca debemos escoger un juguete en función del sexo: nadie es más niño o más niña por jugar a unos juegos u otros. No deben pensar que su futuro está más marcado por su sexo que por sus capacidades y debemos enseñarles desde el juego que no debe ser así. Aunque tampoco debemos forzar que los chicos jueguen con muñecas y las chicas con camiones, ya que la libertad de elección es importante desde las primeras edades.

¿Es bueno o malo para el niño regalarle todo lo que pide?

El exceso de juguetes mata la fantasía y fomenta el aburrimiento. Algunos niños no saben qué pedir porque ya lo tienen todo. Los padres debemos enseñarles a valorar lo que tienen, haciéndoles ver que si siempre obtienen todo lo que quieren sin esfuerzo, les impedirá enfrentarse en el futuro a las frustraciones de la vida. Esto les convertirá en niños egoístas y caprichosos.

¿Si hay hermanos hay que regalarles a todos lo mismo?

No es necesario, a no ser que compartan gustos. Cada hijo tiene una personalidad y unos intereses que debemos respetar. Además, regalar juguetes variados les permitirá compartirlos.

¿Cómo actuar si el niño tiene una rabieta porque no le gusta el regalo?

Para minimizar las explosiones de enfado de los niños debemos incidir en la comunicación. Desde muy pequeñitos podemos potenciar cualquier manera de comunicación, como gestos o palabras sencillas. Si nuestro hijo es capaz de expresar cosas como “no me gusta”, resultará mucho más fácil hablar con él y buscar una solución que satisfaga a todos. Hablémosles con calma y serenidad, explicando los motivos. Así, se sentirá respetado y aprenderá a tratar con respeto a los demás.

¿Cómo pueden los adultos elegir regalos para los niños?

Conviene dejarse asesorar por una persona especializada, algo que no es muy común. Antes de comprar, debemos reflexionar acerca de los valores que transmiten determinados juguetes: violencia, competitividad extrema, etc. Esto nos ayudará a estar seguros de que actuamos bien.

¿Cómo hacer feliz a un niño?

Los niños más felices son los que juegan a las canicas o se disfrazan con sus padres. Son momentos que recuerdan siempre, pero por desgracia cada vez más a menudo estas ocasiones se reducen y muchos padres intentan llenar el vacío afectivo de sus hijos consumiendo una falsa felicidad. Tratan de compensar su ausencia y de descargar los sentimientos de culpa llenándoles de juguetes, sin saber que privan a sus hijos de la mejor experiencia de su vida: compartir el tiempo, el juego y su infancia.