Más de 200.000 personas se congregaron este sábado en el corazón del Vaticano para dar el último adiós al papa Francisco, fallecido el 21 de abril a los 88 años.
La ceremonia, celebrada bajo un cielo primaveral, mantuvo el tono de sencillez que caracterizó al difunto pontífice, tal como él mismo había solicitado.
Tras la gran misa funeral en el atrio de San Pedro, su féretro fue trasladado por las calles de Roma hasta la Basílica de Santa María la Mayor, donde multitud de fieles y otras personas querían darle el último adiós durante el camino.
Ceremonia funeral
El cardenal italiano Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, presidió la celebración y ofreció un conmovedor retrato espiritual del 266º sucesor de Pedro. "Estamos reunidos en oración en torno a sus restes mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe", comenzó su homilía, recordando que "la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre".
El purpurado destacó la última aparición pública del Santo Padre durante la bendición pascual: "Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica [...] en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios".
Un pontificado de misericordia y cercanía
Inspirándose en el Evangelio de Juan (21,15-19), el cardenal Re comparó el servicio de Francisco con el del apóstol Pedro, destacando que "a pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal". Subrayó cómo el pontífice "amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida", viviendo el principio paulino de que "la felicidad está más en dar que en recibir".
La elección del nombre Francisco resultó profética, según el cardenal, marcando un estilo pastoral revolucionario: "Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos". Su enfoque en la misericordia, plasmado en el Jubileo Extraordinario de 2015-2016, definió su ministerio: "El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos".
Compromiso con los marginados y la paz
El cardenal recordó la especial atención de Francisco hacia los excluidos: "Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados". Mencionó su histórico viaje a Lampedusa en 2013 y la valiente visita a Irak en 2021, que "fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí".
Su firme postura contra los conflictos bélicos resonó en la homilía: "La guerra -decía- no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas". El cardenal añadió: "La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica".
Un pastor con "olor a oveja"
La ceremonia reunió a líderes religiosos, delegaciones internacionales y fieles de todo el mundo, testimoniando el impacto global de su pontificado. "La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días [...] nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco", destacó el cardenal.
El Cardenal Re cerró su homilía evocando una de las frases más características del difunto Papa: "No se olviden de rezar por mí". Con estas palabras, la Iglesia universal despidió a un pontífice que supo encarnar su propio ideal de vivir y morir "con olor a oveja", dejando un legado de humildad, servicio y amor evangélico que marcó profundamente a la Iglesia del siglo XXI.
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